Burbujas magnéticas pueden significar que la Voyager 1 ha salido del Sistema Solar

Abandonar el Sistema Solar es como dejar todo territorio conocido sin tener mapa de lo que viene: no se tiene idea de lo que habrá después, e incluso cuánto has viajado luego de allí. Este es el destino de la nave espacial Voyager 1 de la NASA , que, a 18,7 x 109 kilómetros del Sol (18.700.000.000 km), ha estado «rondando» el borde del espacio interestelar desde el año pasado. Los datos conflictivos de sus diversos experimentos indican que tanto ha salido como no ha salido del Sistema Solar

Ahora, un equipo comandado por la Universidad de Maryland tiene una nueva explicación para lo que ha estado detectando la sonda. Y afirman que la señal que la NASA ha estado esperando para anunciar que la nave Voyager 1 está en el espacio interestelar —un cambio en la dirección del campo magnético— no es tan importante después de todo.

Todo se reduce a la forma de interpretar el magnetismo en el borde del Sistema Solar. El campo magnético del Sol domina dentro de una burbuja de espacio que encierra el Sistema Solar. Más allá de esta burbuja, el campo magnético del espacio interestelar toma el control. La pregunta es qué sucede en el límite entre estas dos regiones.

Convencidos de que los campos magnéticos están orientados en distintas direcciones dentro y fuera de la burbuja, los científicos de la Voyager esperan que se produzca un cambio brusco de dirección. Pero en la edición del 1 de septiembre de Astrophysical Journal Letters, Marc Swisdak y sus colegas presentaron un escenario diferente: que las líneas de campo magnético pueden ser paralelas cerca de la frontera. Si ese es el caso, entonces Voyager 1 ya podría haber cruzado hacia el espacio interestelar.

Estas líneas paralelas podrían existir gracias a un fenómeno llamado reconexión magnética, en el que las líneas de campo magnético se rompen y recombinan en una acción similar a un estallido violento. Se cree que las reconexiones magnéticas alimentan las erupciones solares, y el equipo de Swisdak sospecha que algo similar puede estar sucediendo en el borde del Sistema Solar. Ellos imaginan un par de «islas» magnéticas que aparecen espontáneamente cerca de tres sitios de reconexión. En conjunto, estos fenómenos se combinan para crear un conjunto de líneas de campo magnético paralelas justo afuera del Sistema Solar en sí.

El trabajo se basa en una poderosa simulación magnetohidrodinámica realizada en el centro de investigación Ames de la NASA en Moffett Field, California. En una reunión de la Unión Geofísica Americana en México, a principios de este año, el coautor Merav Opher dijo que la idea de la reconexión magnética se enfrenta con una difícil batalla. «A la gente le está resultando muy difícil tragarse este escenario», dijo Opher, de la Universidad de Boston.

Los científicos de la Voyager no tardaron en responder con el nuevo informe. En un comunicado, el físico Ed Stone, del Instituto de Tecnología de California no se comprometió mucho acerca de lo que podría significar. «El modelo de conexión magnética a escala fina», explicó, «se convertirá en parte de la discusión entre los científicos en su intento de reconciliar lo que puede estar sucediendo en una escala fina con lo que sucede en una escala más grande.» Stone ha sido científico del proyecto Voyager toda su vida laboral, de 35 años, y como se ha señalado en Nature a principios de este año, la Voyager 1 habrá abandonado el Sistema Solar cuando él diga que así fue.

Puede que no haya que esperar mucho. La sonda ha visto señales indiscutibles de que el espacio interestelar está cerca, sus contadores de partículas ya detectan mucho más partículas interestelares que las del Sol. De hecho, el grupo de Swisdak dice que puede explicar algunas de las fluctuaciones de partículas por el cruce del Voyager por partes específicas de la vorágine de la reconexión magnética.

Al final, la humanidad podrá saber que su Voyager ha abandonado el Sistema Solar sólo cuando éste quede bien, y en verdad, en el espejo retrovisor.

Fuente: Nature blogs. Aportado por Eduardo J. Carletti

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