Revista Axxón » «Entrevista a Pablo Dobrinin», Ricardo Germán Giorno - página principal

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ARGENTINA

 


Pablo Dobrinin

AXXÓN: ¿Qué distancia hay entre «El jardín» y «Colores peligrosos»?

 

PABLO DOBRININ: La primera versión de «El jardín» la hice con diecisiete años, y la que después salió en Diaspar y en Axxón la escribí a los veinticuatro años. «Colores Peligrosos» lo escribí en el 2008 con treinta y ocho años. Creo que «Colores…» es más fluido, lo hice con más soltura, y el hecho de que sea mucho más largo me sirvió para desarrollar una historia más compleja. Actualmente me siento más inclinado hacia los cuentos largos, casi novelas cortas. Pero creo que mi estilo lo definí —para después seguirlo mejorando— entre el 2006 y el 2007, cuando escribí «Los festejos del Fin del Mundo» y «El Regreso del Capitán Rayo». El primero es más denso, espiritual, metafísico, y el segundo se acerca más a la línea de los relatos pulps, aunque también plantea el tema del sentido que pueden tener los recuerdos de la infancia. Entre esas dos formas de narrar —básicamente— se inscribe mi narrativa. Una síntesis de ambos modos de escribir podría ser «La Visión del Paraíso». Siempre me interesó alcanzar dos puntas: hacer relatos entretenidos y aprovechar los recursos que brinda la literatura. A veces puedo buscar una literatura despojada, de frases cortas, para cuentos que tienen bastante acción o narran muchos sucesos, y suelo utilizar una lectura más densa, a menudo con cierta poesía, para crear clima. Y la poesía me sirve también para decir cosas que de otra manera no podrían decirse, me sirve para crear zonas de sentido ambiguo, o para sugerir antes que decir. También me gusta que los relatos tengan varios niveles de lectura, pero siempre busco que los contenidos —sean de orden psicológico, simbólico, antropológico, filosófico— no estén en la superficie del relato (porque eso sería más conveniente para un ensayo), sino en las capas más profundas. Considero que —en general— estoy narrando, a un nivel profundo, las mismas historias, aunque los argumentos sean distintos. Creo en el arte como vía de conocimiento.

 

 

AXXÓN: Ya que los nombraste, ¿los secretos de la infancia te persiguen o los accedés conscientemente desde tu madurez?

 

PD: Los temas de la infancia no me persiguen, por lo menos a un nivel consciente. Pero me pueden condicionar sin que lo advierta. Creo que era Jorge Luis Borges quien escribía que un hombre es todos los hombres que ha sido. El pasado nunca se borra del todo. Pero, más allá de eso, lo que puede haber de psicología en mis cuentos no necesariamente se centra en el pasado. Dependiendo del cuento, algunos se pueden abordar desde una perspectiva freudiana, jungiana, holística, etc. Pero esa sería una lectura desde la psicología. Un análisis desde el punto de vista de la psicología es interesante cuando se centra en la vida del cuento, pero cuando el que hace el análisis pretende mostrar la psiquis del autor, bueno, ahí, además de ser bastante desagradable para el autor, demuestra ignorancia. Es que no se puede confundir al autor con el narrador. Para mí las lecturas desde la psicología son posibles, pero son complementarias. El análisis de una obra debería incluir un abordaje integral, cosa que rara vez se hace como es bastante obvio.

 

 

AXXÓN: «El arte como vía de conocimiento». Hermosa frase. Me ha llegado, y la estoy rumiando. ¿Podrías extenderte un poco como para aclararnos?

 

PD: El arte es una de las cosas más hermosas que existen en el mundo. Cuando hablo de una vía de conocimiento no me refiero a una literatura de tesis; yo no pretendo demostrar nada. No me considero un predicador, un político o un visionario, sino un buscador. El trabajo creativo, introspectivo, te permite conectarte con zonas de tu personalidad, de tu mente y de tu espíritu, y desarrolla tu sensibilidad. Es en ese sentido que el arte te aporta conocimiento. Te ayuda a conocerte a ti mismo, a los demás, a tu entorno, e incluso a vislumbrar lo que está más allá. Por otra parte, el lector, el observador, etc., en la medida en que se acerca a una obra de arte, también participa de la experiencia. Más allá de que estemos frente a una obra que funcione como espejo, lámpara o espada, el arte nos moviliza.

A menudo me he sentido como esos pintores que trabajan un mismo motivo una y otra vez. Le van haciendo ligeras variaciones, pero en el fondo siempre están pintando el mismo cuadro. Al principio no lo advertía, pero después, con la perspectiva de los años, empecé a ver que estaba yendo atrás de los mismos temas, preocupaciones u obsesiones. Me di cuenta, por ejemplo, de que muchos de mis relatos parecían partir de la idea de que la existencia está en otra parte, y entonces la muerte, el arte o el sexo funcionaban como vías de trascendencia. Si leés todos los relatos que me publicó Axxón, vas a ver que en la mayoría de los casos esto es así. Incluso hay cuentos que aun no publiqué donde pasa lo mismo. Eso no es algo que yo me plantee; lo tengo que hacer así porque así lo siento. Eso me condiciona y determina los finales de los cuentos que, para mi gusto, deben ser consecuentes con el fondo, con el tema.

 

 

AXXÓN: Me enteré de que el bichito de la creación literaria te picó siendo muy joven (mucho más joven que esos diecisiete años que declarás en la primera pregunta). ¿Qué creíste por esa época que te decidió a encarar la hoja en blanco? ¿Qué creés ahora?

 

PD: Empecé a escribir a los once años. Creo que me incentivó el hecho de que casi siempre elegían mi redacción para leer en las fechas patrias, y eso debió darme confianza para escribir. Pero supongo que básicamente escribía porque era una necesidad para mí; fui un niño o un muchacho solitario; o al menos me sentía así gran parte del tiempo. No tenía un concepto idealizado del escritor, tampoco pensaba que se podía hacer dinero con eso, así que en ese sentido no hubo un cambio. Lo que sí cambió es que en esa época estaba ansioso por publicar. Ahora veo las cosas de otra manera. Lo primero que me preocupa es escribir lo mejor posible, y después veo qué hago con eso, si lo mando a un lado u otro.

 

 

AXXÓN: Me interesa conocer tu instante de inspiración y el después. Ese momento en que una idea te da vueltas y vos tratás de manotearla para que no se piante. O cuando una idea te golpea duro y se te queda clavada y tratás por todos los medios de sacarla, o… En definitiva: ¿cómo vendría a ser la cocina de tus cuentos?

 

PD: Por lo general es una imagen, después una suerte de trailer y luego muchísimo trabajo. A veces fundo varios cuentos que tengo en la cabeza en un solo cuento, eso es riesgoso, pero si queda bien el efecto es mucho más interesante. Escribo una pequeña parte en la que estoy probando el modo de entrar en el cuento, el tono, el ritmo y el estilo que voy a usar. Luego escribo un esquema de la estructura, aunque por lo general hago cambios. Pienso mucho cada cosa, me tomo tiempo para decidir, porque considero que lo que planifique al principio me va a ahorrar trabajo, porque ya sé a dónde voy. Mientras estoy narrando escribo notas al margen, mensajes para mí, para recordar que determinados elementos cumplen determinada función o significan X cosa, así sé que voy a volver a ellos en determinado momento. Cuando escribo un párrafo trato de pensar en qué momento del cuento voy a volver a esa idea, para cerrar una instancia. La trama es fundamental, y también el estilo. Sin embargo, debo decir que más allá de toda planificación, es bueno dejar que el cuento evolucione; mientras escribo siempre aparecen ideas que pueden mejorarlo y que me obligan a hacer cambios. Otra cosa que me sirve es trabajar cosas en archivos separados, para desarrollarlas mejor. Por ejemplo, cuando escribí el cuento Luces del Sur, sentí desde el primer momento que para desarrollar el personaje de la abuela tenía que tomarme mi tiempo si quería ser capaz de mostrar la complejidad que deseaba. Del éxito del personaje iba a depender gran parte del éxito del relato. Así que escribí páginas sobre la abuela, todo lo que se me ocurría sobre ella. Luego seleccioné, corté, pegué, fusioné, etc. Para mí lo fundamental es lograr la vida en el cuento, como decía Quiroga. Aunque discrepo respetuosamente con su decálogo del perfecto cuentista, en ese punto estoy de acuerdo con él.

 

 

AXXÓN: Cuando uno escribe con varios niveles dentro de un relato generalmente se choca contra la crítica, ¿o no?

 

PD: Pienso que algunos de mis cuentos ofrecen mucho material para el análisis, pero es difícil que eso entre en una reseña. No he tenido malas críticas de mi libro Colores Peligrosos, y para evitar discusiones inútiles con la gente que hizo reseñas del libro, voy a optar por no personalizar la cuestión. Pero sí quiero decir algunas cosas sobre el tema críticos: Los críticos que hacen reseñas rara vez se toman mucho tiempo para analizar un libro. Una semana, diez días, a veces menos. Eso es el tiempo mínimo que uno debería tomarse para analizar, desmenuzar, interpretar adecuadamente un solo cuento, no un libro. Con esto no quiero decir que los críticos actúen de mala fe, ya que estos plazos pueden ser parte de la dinámica de la publicación, pero lo concreto es que no se toman el tiempo suficiente. Segundo: El espacio del que disponen para la crítica no siempre es muy grande. Esto condiciona, una cosa es hacer una reseña de un cuarto de página o de dos páginas o más, o un ensayo de varias páginas. Ahora Internet nos da la posibilidad de extender las críticas, pero rara vez se aprovecha esta opción. Aun con poco espacio, si el crítico ha estudiado adecuadamente la obra, debería ser capaz de ir a lo esencial. A veces se queda en lo anecdótico y ni siquiera llega al tema. Tercero: No todos están capacitados, muy pocos tiene estudios de literatura o el necesario bagaje cultural. Falta estudio, conocimientos. Hay muchos que jamás en su vida vieron un diccionario de términos literarios, que son absolutamente incapaces de hacer un análisis de estilo. Lo máximo que pueden decir es: lenguaje florido, lenguaje poético, etc., y a veces ni siquiera esto. Y tampoco alcanza con saber si estamos frente a una comparación, metonimia, polisíndeton, anáfora. Es necesario saber por qué se está utilizando ese recurso en ese momento, qué es lo que nos está diciendo, a veces más allá de lo inmediato. Las comparaciones o las metáforas, si el autor las utiliza adecuadamente, van a decirnos algo que está más allá de lo meramente visual. Falta análisis de personajes, de estructura, de estilo, de los distintos niveles de lectura, etc., etc. Cuarto: La actitud. La mayoría de los críticos que hacen reseñas parece creer que el escritor es un alumno que está dando un examen, y que ellos son los profesores que los van a evaluar o calificar. Pésima actitud. La labor de la crítica no es evaluar sino explicar. Para realizar una buena crítica es necesario que el crítico se acerque a la obra con humildad para descubrir cómo funciona. No solo no se hace esto, no se explica, no se analiza, sino que además se pasa por encima de la obra, y algunos —no me ha pasado, pero lo he visto muchas veces— se dan el lujo de opinar cómo debería hacerse esto o aquello. Falta humildad. Quinto: El crítico está acostumbrado a hacer devoluciones, pero se irrita si le critican su crítica, lo considera inadmisible (otro rasgo de soberbia). Habría que hacer un blog donde se analizara el trabajo de los críticos, se les explicara punto por punto en qué se equivocaron, y se les recomendara bibliografía. Lamentable el poco tiempo libre de que dispongo me impediría participar de una empresa así, pero sería algo muy útil para que la crítica crezca, se ponga a la altura de las circunstancias, y sobre todo sirva para lo que toda plataforma crítica debe servir: para poner en conocimiento de los lectores los procesos artístico-culturales que se están gestando en las diferentes regiones o países. De esa forma se contribuye también a la historia de la literatura. Ahí ya estaríamos hablando de una crítica de nivel.

 

 

AXXÓN: Literariamente hablando: ¿alguna vez te sentiste incomprendido?

 

PD: Sí, claro, pero supongo que a todos nos pasa. Oscar Wilde, con su maravilloso humor, escribió: «Soy demasiado consciente de haber nacido en un siglo donde sólo se trata con seriedad lo aburrido, y vivo con el terror a no ser incomprendido». Me imagino que así deben sentirse muchos de los que, como yo, publican en revistas y antologías de género… Pero considero que cuando uno trabaja con honestidad eso no debe ser un tema de preocupación. Existen obras para todos los gustos, y eso está bien. En mi caso, algunos cuentos quizá no sean adecuados para ciertos lectores, pero, de todos modos, siempre hubo que gente que la tuvo más difícil que nosotros: Lautreámont, Levrero, Felisberto Hernández, Armonía Somers, etc. En mis relatos dejo una llave para el lector, eso facilita las cosas. Pero aun así, existe el riesgo de que no vean lo que hago, o de que solo vean una pequeña parte. Intento hacer una literatura visual, una suerte de cine mental que no necesite de extensos monólogos interiores o agudas reflexiones para ser profunda. Mi generación, y alguna otra más, está influenciada por todo lo que se relacione con la imagen, el cine, la TV, el cómic, la publicidad, la ilustración. Durante el proceso creativo, a mí me gusta pensar en mis relatos como películas, a veces los imagino así para ver si van a funcionar una vez escritos. Claro que no es lo mismo, la materia nuestra es el lenguaje y los recursos son otros, pero aun así a mí me sirve. Es más, el hecho de que el cuento no sea esa película que imagino, lejos de ser un problema se transforma en una ventaja. Porque el lenguaje me permite ir más lejos. Te doy un ejemplo… Tomemos a las palomas que aparecen en «La Visión del Paraíso» y considerémoslas desde un punto de vista simbólico. En ese cuento están asociadas al sexo y a la muerte. Al sexo porque reparten la carga que va a hacer posible el encuentro sexual entre uno de los personajes principales y varias mujeres. También se menciona el arrullo de las palomas y se dice que se buscaban entre ellas, etc. Y se relacionan con la muerte a lo largo de todo el cuento: siempre están rondando al protagonista que es un anciano, intentan matar al líder que roba la máquina voladora (otro símbolo sexual) e incluso hacen que se estrelle contra la Torre (otro), etc. Todo esto podría entrar en una película, pero hay algo que no, porque pertenece al dominio del lenguaje. Al principio del relato, para asociar a las palomas con la muerte, señalo que ellas se posaban «como un resplandor helado sobre los cascos derruidos de barcos que habían encallado hacía mucho tiempo». Por la mitad del cuento había escrito: «Seguiría investigando hasta el día en que las aves del destino trajeran en sus picos el hielo para fabricar la muerte». Luego, al final del cuento, en la última oración, vuelvo a utilizar la misma expresión «resplandor helado» para sugerir —sin nombrarlas— que son las palomas las que vienen por el cuerpo sin vida de un personaje. Así cierro una historia en la que el sexo y la muerte, ambos asociados al conocimiento, se muerden la cola. Y como se ve, aunque la historia se pueda visualizar como un film, en ocasiones lo que me permite darle densidad, lecturas, es el uso que hago del lenguaje. Otra cosa que sería más complicada de mostrar es lo que se relaciona con los números en ese mismo cuento, donde los números aparecen como la arquitectura de un mundo que está destinado a cambiar cuando alguien —desde otro lado— cambie la relación numérica. Mi literatura, aunque sea elaborada, es perfectamente comprensible, el problema se produce cuando los críticos, en lugar de detenerse en el análisis, pasan sobre la obra con displicencia.

 

 

AXXÓN: Je, otra vez el tema de los críticos. A propósito: ¿qué significa ser un escritor de Ciencia Ficción y Fantasía en Montevideo?

 

PD: El escritor uruguayo de fantasía, y sobre todo de ciencia ficción, debe apuntar al exterior, donde hay más posibilidades; ahora con Internet eso es mucho más fácil. Desde que descubrí Internet comencé a publicar mucho más. En Uruguay no hay colecciones especializadas, ni revistas, excepto Diaspar —unapublicación muy recomendable—que ahora sale en formato digital. Pero lo mío no es —salvoalgunos casos aislados—ciencia ficción, en todo caso es un hibrido que prefiero llamar literatura bizarra. He tenido mucha suerte porque mis cuentos han aparecido con cierta regularidad en revistas de ciencia ficción y fantasía, y estoy muy agradecido por ello, pero mis intereses son otros, me interesa la literatura como arte, como vía de conocimiento, como te decía, visceral por momentos. El hecho de que sea en cierto grado fantástica se debe simplemente a que es algo que me surge con naturalidad. Lo fantástico —en un sentido amplio— me permite decir las cosas que quiero.

 

 

AXXÓN: Pero ¿cómo ven los uruguayos lo que vos hacés? En el trato diario, ¿qué te devuelve la gente cuando le decís que escribís fantasía (o literatura bizarra, como la definiste)?

 

PD: Si simplemente les comento que escribo cuentos que tienen ciencia ficción y fantasía se crean una imagen mental bastante estereotipada. Inmediatamente la gente piensa en películas muy conocidas o a lo sumo en autores como Asimov, Tolkien; etc., y estoy bastante lejos de todo eso. Después, cuando los leen, la idea cambia. Muchos me han señalado que les gusta lo que hago porque escribo más allá de un género determinado. Eso me abre más puertas de las que me cierra, pero yo no lo hago como una opción comercial sino que escribo lo que me gusta. Siempre digo que uno debe hacer lo que le gusta, y luego buscar las revistas o editoriales donde publicar, no al revés. La meta no puede ser publicar a toda costa, lo interesante es publicar lo que uno cree que vale la pena. Y las devoluciones pueden ser muy distintas; por ejemplo, un señor, después de leer un par de relatos, me dijo que lo que yo ofrecía era un modo distinto de hacer denuncia política. Este señor había sido dirigente de un partido político uruguayo. Eso seguramente condicionó su lectura, pero algo de razón tenía, se estaba refiriendo a una lectura posible de esos dos cuentos: «La venganza de los Niños» y «Blue». En «Blue», al referirse a denuncia social, supongo que se refería a la discriminación que sufren las personas obesas en nuestra sociedad. Ahí tenés un buen ejemplo de lo que decía antes respecto a las lecturas: «Blue» es un cuento que admite varias lecturas. Además de lo que veía esta persona, se puede ver el tema de la madre devoradora, el regreso al vientre materno, el mito de la creación, los ídolos como referentes de una sociedad, el rito iniciático y hasta el sexo como vía de trascendencia. Por eso estoy de acuerdo contigo cuando decías que los distintos niveles de lectura pueden hacernos chocar contra la crítica; «Blue» —como tantas otras obras de otros autores— no se puede reseñar bien si uno no asume el compromiso de un análisis.


Colores Peligrosos

Supongo que tu pregunta también apunta al valor que la gente le concede a la ciencia ficción y la narrativa fantástica. Esa es una vieja pelea, cada minuto, en algún rincón del planeta, un lector o un escritor sale en defensa de los géneros porque alguien los tildó de infantiles, escapistas, etc. Hay cantidad de libros sobre ciencia ficción y sobre narrativa fantástica, se estudia en universidades y liceos, y se hacen estudios importantes sobre muchos autores; el que quiere informarse puede hacerlo. Y si no le interesa lo fantástico, y bueno, que haga lo que quiera. Si se siente más cómodo leyendo literatura realista que siga leyendo literatura realista. Lo importante es que existan editoriales, convenciones, canales, etc., para que el que esté interesado pueda acceder a lo que desea. Hay gente que tiene vocación evangelizadora, yo no. Ahora, si estoy en un ambiente de gente que le interesa el tema, como Axxón por ejemplo, me gusta compartir impresiones sobre determinados autores u obras. Pero hace falta tiempo, y últimamente estoy más ocupado con la creación, tengo ganas de sacar otro libro como Colores Peligrosos, con una decena más o menos de cuentos, y no menos de 250 páginas.

 

 

AXXÓN: Gracias por el anticipo. Ahora vamos a estar esperando que aparezca el nuevo volumen. Colores Peligrosos está agotado, ¿no? Hablando de libros, ¿tenés hoy alguno/s de cabecera? ¿Los tuviste?

 

PD: El nuevo volumen seguramente se demore un poco porque, aunque tengo material suficiente, prefiero escribir más cuentos, para después poder seleccionar. Y cada cuento me lleva meses. Colores Peligrosos estuvo agotado; ahora en Buenos Aires está disponible a través de Calíope, que es un sistema muy confiable. Lo pedís a través de la página de Calíope y te lo entregan en la mano a la brevedad. Espero que pronto se encuentre en algunas librerías. En Montevideo sigue agotado, pero estamos esperando una partida nueva.

Me gustaban y me gustan demasiadas cosas: Ballard, Bradbury, García Márquez, Cortázar, Borges, Lautreámont, Breton, Maiakovski… y después un montón de autores de ciencia ficción y fantasía. Tengo colecciones de revistas de ciencia ficción, pero también libros de terror, de poesía, de arte, latinoamericanos, antropología, ensayo, unos cuantos sobre surrealismo… Nunca me propuse imitar a nadie; siempre tuve claro que quería ser yo mismo. Los autores que leemos no son dioses sino amigos al costado del camino.

 

 

AXXÓN: «Amigos al costado del camino». Otra hermosa frase. Pero un poco demasiado generalizada, ¿no? Veamos: ¿alguno que sea más amigo que otro, que te haya acompañado por más tiempo? Vamos, desembuche, Dobrinin, que sus lectores están sedientos de sus palabras.

 

PD: No, simplemente los que te nombré antes, y siempre considerándolos como amigos. No idolatro a nadie, y no me interesa regirme por los principios de nadie. Siempre tuve claro que lo primero que uno debe tener para escribir es La Voluntad. Sin eso no se puede hacer nada. En uno de mis cuentos, un personaje, al que acusan de soberbio, dice: «La creatividad es poner el ego a trabajar, y yo siempre fui muy trabajador». Más allá del chiste, creo que hay mucho de razón en eso, la confianza es fundamental para escribir, no se trata de soberbia, sino de voluntad. Los surrealistas no hablaban de soberbia, sino de «la expansión del yo». Primero se necesita una actitud decidida para crear y, después sí, el trabajo humilde para que uno pueda lograr lo que se planteó.

 

 

AXXÓN: Antes me nombraste a «Blue». Y es verdad que «Blue» tiene varias lecturas. Hasta debe tener lecturas que a vos mismo por ahí se te escapan. Y además, para mí, el cuento está lleno de símbolos. ¿Qué representan los símbolos para vos? En general digo, no en «Blue» en particular.

 

PD: La fuerza del símbolo proviene en buena medida del hecho de que no es arbitrario, sino que es motivado. Vale decir que hay una relación entre lo representado y la representación. Entonces, a partir de ahí, es posible trabajar con símbolos de un modo intuitivo, es decir, no necesitás tener a mano un diccionario de símbolos, simplemente te enfocás en encontrar algo que en tu psiquis represente un concepto. Es la mejor forma, para mi gusto, de utilizar símbolos, porque así te estás comprometiendo con lo que hacés, y por el contrario, si sacás los símbolos de un libro podés caer en un juego teórico, razonado, que no aporta mucho al arte. Por otro lado, también hay que tener presente que los símbolos pueden ser ambivalentes. El agua, por ejemplo, es símbolo de vida porque no podemos vivir sin ella, porque muchos dicen que la vida nació del mar, etc. Pero puede llegar a ser un símbolo de muerte, por la simple posibilidad de ahogarnos, o por aquello que decía Manrique: «nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir». Y luego están los símbolos no ya de carácter cultural, sino más personales, como los que Dalí utiliza en sus pinturas: la muleta, ciertos animales, etc. Ahí ya es más difícil llegar al observador, lector o espectador según sea el caso. Con los relojes derretidos es más sencillo que con otros de sus símbolos, pero precisamente sucede esto porque hay una relación ya establecida entre el tiempo y los relojes. En principio prefiero utilizar símbolos que están en el inconsciente colectivo y llegar a ellos a través de la intuición; pero a veces utilizo un símbolo de orden más personal; en cualquier caso está claro que el significado va a depender de un contexto determinado. En mi caso, el símbolo puede ser un animal, un objeto, un número, un color, etc. Intento medir el peso de las palabras. Lo importante es que el símbolo me permite darle densidad, profundidad a un relato, y poder seguir manteniendo un lenguaje ágil, fluido; creo que ahí está buena parte de la clave de mi trabajo. No necesito extenderme en arduos razonamientos, precisamente porque el relato ya viene cargado de sentido.

 

 

AXXÓN: Casualmente por estos días estuve releyendo «Los festejos del Fin del Mundo». Me atacó fuertemente una idea de surrealismo. Bueno, venimos de los símbolos, así que ahora te pregunto: ¿cómo te llevás con el surrealismo? Y además: ¿Bizarro y surrealista se empardan?

 

PD: El surrealismo fue una influencia muy importante en mi vida. Me impactó mucho una versión reducida de la antología de la poesía surrealista realizada por Pellegrini, y años más tarde conseguí la versión grande. Qué maravilla. Después salí a buscar libros de todos los autores que había en ella, imaginate, me voló la cabeza. Leí también libros de historia del surrealismo, me compré mis primeros libros de pintura, obviamente de pintores surrealistas. Fue decisivo. Me dio felicidad. Creo que, más allá de las técnicas, lo que más me llegó del surrealismo fue la posibilidad de abrir las puertas de la mente. Después de eso, crear es una fiesta.

Un día vi que mi hija adolescente tenía el libro de Pellegrini en su cuarto, y cuando le pregunté por él, me dijo que le encantaba. No sé qué le había llamado la atención para elegirlo entre todos los libros que había en la biblioteca, fue como si el libro la eligiera a ella. A veces siento que pasa eso con el surrealismo, él nos busca. Y pasan los años y sigue teniendo un gran peso.

Y respecto a la segunda pregunta, creo que sí, que se empardan perfectamente. Por lo que tienen de imaginativo, descontracturado, divertido. Además, si pienso en mi literatura bizarra, debo recordar que normalmente se dice que, entre otras cosas, el surrealismo es heredero del simbolismo, de modo que por ese lado también hay una conexión. Y las imágenes que utilizo tienen un aire surrealista muchas veces. La diferencia está en que el surrealismo apela normalmente al automatismo, a la escritura automática, etc.; yo intento controlar el proceso creativo sin perder la frescura.

 

 

AXXÓN: Por estas pampas muchos dicen que lo que vale en un cuento es la idea y no cómo está escrito. Que no importan las correcciones, que la idea siempre aparece al final. ¿Vos qué me podés decir?

 

PD: Cada uno puede pensar lo que quiera, no hay que dramatizar. Mi opinión personal es que es importantísimo escribir lo mejor posible, entre otras cosas para que el cuento sea creíble (dentro de eso que llamamos «la suspensión voluntaria de la incredulidad» ). Pero no todos tenemos los mismos parámetros. Algunos creen que la literatura es un oficio, yo creo que es un arte. Por eso mismo no creo que exista una única manera de hacer las cosas. Yo mismo no trabajo siempre de la misma manera, y eso me plantea un desafío constante. Nunca sé si lo que estoy escribiendo me va a gustar o no. Recién cuando estoy cerca de terminarlo me doy cuenta si utilicé las estrategias correctas. Hace poco me invitaron a participar en una revista y en una antología con sendos cuentos. Tenían que ser inéditos, y por cuestiones de tiempo me pidieron que confirmara mi participación. Si yo les decía que sí ya me reservaban un lugar. El hecho de que confíen en mí me llena de orgullo, pero a los dos les contesté lo mismo: cuando termine el cuento, si me gusta como queda, te lo mando y vemos. Hay que tener un poco de honestidad intelectual. ¿Para qué publicar un trabajo que no te convence? Al final no mandé nada.

 

 

AXXÓN: Seguramente me expresé mal. ¿Vos dejás en «crudo» todo lo que sale de esa cabecita afiebrada?

 

PD: No, no. Corrijo mucho. Me tomo mi tiempo, y a veces corrijo cuentos que escribí hace mucho.

 

 

AXXÓN: ¿Tenés gente amiga —o enemiga, no sé si no es mejor, je— que te lea tus cuentos antes de mandarlos a publicar? ¿Lo creés necesario? ¿Les das pelota o más o menos? Te mandé al frente, sorry.

 

PD: Sí, hubo gente que leía mis relatos y me daba una opinión. En el liceo eran las profesoras de literatura, desgraciadamente no me acuerdo los nombres de todas ellas, pero recuerdo estos nombres: María del Carmen Rocha y Elena Taboada. Luego, amigos como Enrique Abelenda, o críticos como Rodolfo Fattoruso y Elvio Gandolfo. Últimamente editores como Juan Manuel Candal y Laura Ponce; gente que aprecio mucho por su talento, creatividad, y que me enorgullece tenerlos como amigos. Me gusta intercambiar ideas con los editores, los escucho y estoy abierto a hacer alguna corrección, siempre y cuando no me implique reformular todo un cuento, en ese caso prefiero enviar otra cosa. Pero es algo útil, es muy común que uno cometa errores de todo tipo y cuatro o seis ojos ven más que dos. Me gusta que los editores opinen y hagan sugerencias. También aprecio mucho la opinión del editor Luis Pestarini que entiende muy bien la literatura; la de Federico de los Santos, escritor y crítico; la de Ibero Laventure, poeta y periodista radial, la de Jacques Fuentealba, destacado escritor y traductor; y la de Ramiro Sanchiz que, además de ser un gran escritor, viene haciendo una labor crítica muy importante desde las páginas de La Diaria al difundir a autores uruguayos de los que otros medios no se ocupan, o se ocupan mal.

 

 

AXXÓN: ¿Te imaginás una Axxón sin Eduardo Carletti?

 

PD: Recuerdo que hace unos años, en una charla con Elvio Gandolfo, tocamos el tema de la desaparición de algunas revistas. Y él me decía que a veces las revistas desaparecían, no por una cuestión económica, sino por el simple hecho de que faltaba la persona que las hacía. ¿Qué pasaría hoy en día, por ejemplo, si Laura Ponce se cansara de sacar Próxima, o Luis Pestarini se cansara de Cuásar? ¿Alguien tomaría la posta? Estamos hablando de publicaciones que se financian bien, así que no es sólo un tema económico. Pero volviendo a tu pregunta concreta, creo que es difícil imaginar a Axxón sin Eduardo Carletti, pero es necesario. Porque Eduardo ha construido algo que va más allá de una persona o varias: ha construido una institución. Eso es Axxón. Así como un club de fútbol no puede desaparecer con un plantel de jugadores o una dirigencia determinada, así también Axxón está obligada a perpetuarse. Axxón es la publicación más importante en la historia de la literatura de ficción de habla hispana. Tanto por la cantidad y calidad del material incluido, como por el alcance que tiene. Es un material fabuloso y gratuito para todos aquellos lectores, investigadores, docentes, críticos, etc., que se interesan por la literatura; y no nos olvidemos de las obras plásticas, y la divulgación científica, de cine, etc. Vos sabés que he publicado en unos cuantos medios y en unos cuantos países; y te puedo asegurar, sin sombra de duda, que ninguna publicación tiene la repercusión que tiene Axxón. Ensayos que publiqué en Axxón los «levantaron» para varios sitios de Internet, y también cuentos, que alguna gente subió a Taringa y hasta —reíte si querés— un sitio dedicado a videos y literatura porno. He recibido mails de docentes e investigadores de varios países pidiéndome información sobre determinados temas relativos a los ensayos, y colaboré así con el trabajo que hacían… Cuando quiero que alguien vea mi trabajo, ya sea escritores, lectores, o editores que están en otro país, les copio el enlace para que me lean en Axxón. Siempre atrás de todo está Axxón. Y Todo lo que se hizo y se hace demuestra una generosidad y un espíritu excepcionales, porque es una publicación sin fines de lucro, hecha día a día a pulmón. Cuesta siquiera imaginar todo el esfuerzo que se puso en esa obra monumental. Y esa fue la visión de Carletti. De todos modos, me consta que Carletti no está solo, tiene mucha gente (o no tanta como sería lo ideal), trabajando, silenciosamente muchas veces, haciendo un humilde y sacrificado trabajo, pedaleando continuamente para que la bicicleta no se caiga, para que día a día Axxón siga existiendo. Yo creo que el mejor homenaje que se le podría hacer a Carletti y a todos los que de alguna u otra forma colaboraron con Axxón, es mantenerla viva por siempre. El problema es que al no ser una empresa comercial, necesariamente tiene que manejarse con colaboradores; y es difícil encontrarlos porque la gente normalmente tiene poco tiempo, debido a sus trabajos sobre todo. Pero siempre hay gente que tiene un tiempito, o jóvenes que tienen un trabajo de medio turno o no trabajan, o alguno retirado, o alguno que está en una posición que le permite tomarse un momento del día para algo así. Hay mucha gente idónea capaz de colaborar en el armado de una página, en la traducción de un cuento o una noticia, en la ilustración de un relato, o ayudando a pagar el hosting. Sería muy importante que toda la gente, que cree en la honestidad y comprende la importancia de este proyecto, se acercara a colaborar en la medida de sus posibilidades, con entusiasmo, sin miedo, porque si algo ha caracterizado a Axxón todos estos años, es justamente ese espíritu de puertas abiertas. Es fundamental apoyar a Carletti en esta labor, porque se lo merece, y además porque Axxón es patrimonio de todos.

 

 

AXXÓN: Volviendo a lo de los símbolos: ¿hay alguno que sea un hilo conductor en tus cuentos? ¿Es consciente eso?

 

PD: Sí, es más, a veces siento que son los símbolos los que van pautando lo que escribo. Pienso en imágenes, eso me lleva a pensar en argumentos, pero después me doy cuenta de que hay símbolos que se repiten. No sé si hay uno que sea más determinante que otros; además como hay cuentos que nunca terminé, o no me decidí todavía a publicar, o simplemente estoy trabajando en ellos, etc., eso hace que me resulte un poco complicado medirlo en términos cuantitativos. Pero bueno, dejame pensar…El fuego como un elemento que permite la trascendencia en «La escalera del fuego» y «El Regreso de los Pájaros». La espiral, también como trascendencia, en «Los festejos del Fin del Mundo» y «El Desierto». El vuelo, también como trascendencia… en casi todos. Sí, definitivamente es el vuelo el que más se repite. Sí, me hiciste pensar, y sí, es eso. Es más, en un cuento que todavía no salió, había escrito «la descubrió al alzar un poco la vista», y una amiga editora y gran escritora, Laura Ponce, me preguntó si me estaba refiriendo a que el personaje volaba, porque eso, me dijo, no sería nada raro en mis cuentos. Y tiene razón. El vuelo o la elevación. Eso tiene que ver con la trascendencia, la transfiguración, el estar más cerca de lo sagrado, de los mundos invisibles, la espiritualidad. Ahora que lo pienso, mi sueño más recurrente es volar. O levitar. Pero bueno, a pesar de esta característica espiritual de mis relatos, no soy un tipo interesado en ninguna religión ni en nada que se le parezca. Alguna gente me ha querido llevar a sus religiones o grupos, pero yo prefiero sentirme libre. Algunas veces me ha parecido que realizaba viajes astrales —cuando creía dormir simplemente—, y una vez, semi-despierto, sentí que un cuerpo sutil se desprendía de mi cuerpo y que ascendía hacia un dibujo geométrico. Fue algo muy curioso, pero no me he querido involucrar demasiado con eso. Como librero siempre he tenido acceso a libros de esoterismo pero me interesan, no para mi formación, sino más que nada para comprender cierta forma de pensar. Debo confesar que me considero demasiado mundano y, aunque para alguna gente esto pueda sonar a herejía, nunca me interesó asumir un compromiso espiritual. Por ejemplo, si pudiese controlar el viaje astral a voluntad, no lo utilizaría para conocer los otros planos, sino para ir a ver a gente querida que está en este. Por otro lado, me gustaría desprenderme un momento de cierta matriz que parece estar prefigurando mis creaciones y, simplemente, escribir buenos relatos. A veces me parece que empiezo así y poco después, en una habitación de mi mente, se bajan ciertas palancas, se aprietan determinados botones, y entonces lo que termino de escribir no es más que la pieza de un rompecabezas iniciado hace tiempo. Pero en ocasiones lo hago, me libero un poco de esos contenidos espirituales. En «El Regreso del Capitán Rayo» pude hacerlo. Y tengo un cuento nuevo, casi novela corta, que también es una aventura de ese tipo. Casualmente los dos son relatos estilo pulp. Quizá por eso me gusta el pulp, porque busca entretener, divertir. Aunque a veces tampoco me escapo, je, porque puede pasar que un relato encarado como pulp se refiera a temas espirituales. Esto me sucedió cuando toqué el tema del arte en un pulp. El arte te acerca a «mundos sutiles», y precisamente yo me referí a ese tema en el cuento «Colores Peligrosos», que es uno de los relatos que más quiero.

 

 

AXXÓN: ¿Qué te interesa transmitirle a tus lectores?

 

PD: Entretenimiento, ideas, placer, belleza, arte… Casi nada, ¿verdad? Pero eso es justamente lo que para mí lo hace interesante, apostar a cosas importantes. Me interesa ofrecer una obra que además de tener calidad sea entretenida.

 

 

AXXÓN: Ya sé que lo deberían decir otros, pero ¿creés que lo estás logrando?

 

PD: Sí, tenés razón, eso lo deberían decir otros. Pero sé que a unas cuantas personas les gustó mucho el libro, y también sé que algunos, después de leerlo, compraron otro para regalar. Eso es muy emocionante, te da fuerzas, o cuando vienen y te dicen que te leyeron y recuerdan con cariño algún cuento. Y también hay gente que no le gusta lo que hago, es normal que suceda así. Después está el otro tema: si yo quedo conforme. Eso es difícil explicarlo, porque necesito la perspectiva del tiempo en muchos casos. Lo que sí te puedo decir es que a veces paso años atrás de un argumento o un concepto, y pruebo distintas cosas y muchas veces no quedo conforme, y son cuentos que voy amontonando en una carpeta de cuentos inconclusos, en espera de una idea que los salve.

 

 

AXXÓN: Dos preguntas en una: ¿Estás de acuerdo con el tamiz de las editoriales? ¿Qué opinás de la autoedición?

 

PD: El tema es simple: si no te gustan las editoriales que hay o lo que te ofrecen, o el material que publican, hacé tu propia editorial y punto. Y si te querés autoeditar y creés que es una buena salida, hacelo, no hay que tener vergüenza, eso no va en desmedro de la calidad. Ahora, sobre todo en Argentina, con la posibilidad de la edición a demanda, es más fácil. Muchísimo más fácil que antes. Ahora podés editar pocos ejemplares a un precio razonable, antes no podías hacer menos de quinientos o mil. Hay veces en que la gente, para tener lo que quiere, debe hacerlo ella misma. En definitiva, lo que te quiero decir es que no hay que quejarse. ¿Qué sentido tiene que uno se queje del tamiz de las editoriales? Atrás de la editorial hay un tipo que decide incluir lo que le gusta o lo que le puede dar un rédito económico, y ese tipo no está obligado a hacer lo que nos convenga a nosotros. Hay que esforzarse por escribir lo mejor posible y dejarse de lloriqueos. A mí en Uruguay nunca me dieron bolilla y terminé editando en Argentina. Después de eso, sí, recibí invitaciones para editar en mi país, pero antes me pasaba todo mal. Me dejaban el libro durmiendo en una pila, o sencillamente no lo leían, o lo rechazaban y cuando pedía una entrevista de cinco minutos, una secretaria me informaba que el señor editor no daba entrevistas a los autores… Iba a una editorial chica porque ellos decían que tenían un perfil distinto, que apoyaban a los autores nuevos, etc., y cuando les llevaba mi libro, me decían que justo la colección se había cerrado (después me enteraba de que, en realidad, estaban editando a los alumnos de un taller específico). Y en aquella época yo me deprimía, escribía unos poemas que eran un bajón, o una novela que también era un bajón, y andaba siempre mal. Quiero recordar que en aquella época, cuando más lo necesitaba, recibí el apoyo de gente como Elvio Gandolfo y Rodolfo Fattoruso, que me insistieron para que siguiera peleando porque decían que lo mío valía. Y un día descubrí Internet, y muchos de esos cuentos que no eran buenos para Uruguay, fueron muy bien recibidos en revistas impresas y antologías impresas de Argentina, Italia, Francia, España y Eslovenia; y también en publicaciones digitales. Así que ya no me quejo ni me deprimo, ni nada que se le parezca. Al contrario, agradezco mucho a las editoriales de mi país que me ayudaron a progresar.

 

 

AXXÓN: En tu caso, ¿qué significa «sentido del humor»?

 

PD: El humor es parte de nuestra cultura. En el Río de la Plata el humor es una tentación constante. Está en los medios, en la calle, en cualquier charla con amigos. Disfruto casi todo el humor, desde algo muy tierno hasta el humor negro. Liniers y Salas me gustan mucho, y son bien diferentes. Pero si me pongo a elegir, en materia de humor escrito me quedo con el humor de Groucho, Wilde, Twain, Bierce, etc. Prefiero el humor inteligente, ingenioso, elegante. Creo también que es posible incluir momentos o detalles humorísticos en una obra que no sea humorística. El personaje del «gracioso» era muy recurrente en obras teatrales que no eran comedias; y las películas de aventuras, por ponerte un par de ejemplos, tienen casi siempre algún momento de humor. A mí me gusta articular cosas distintas, que son distintas pero no irreconciliables. La línea entre el ingenio y el humor puede llegar a ser difusa. Pero yo pienso siempre en historias, mi punto de partida es contar una historia, no hacer reír. En determinado momento puedo colocar alguna frase o situación graciosa, pero siempre que sea funcional respecto al cuento. Con el humor me pasa lo mismo que con las imágenes, las comparaciones o las metáforas, siento que no puede ser un mero detalle decorativo.

 

 

AXXÓN: Bien. Yo creo que sin humor hay chatura. En fin… Hablando de fin, ¿qué esperás del futuro?

 

PD: En el futuro cercano la editorial argentina Melón me va a editar una plaqueta de poesía titulada Montevideo. Es un conjunto de poemas con una importante influencia del surrealismo. En la misma colección sale también una plaqueta de mi compatriota Ramiro Sanchiz, así que probablemente la presentación la hagamos juntos.

Actualmente estoy trabajando en un nuevo libro de relatos; no me he planteado ninguna fecha para terminarlo, quiero disfrutarlo.

Después, espero publicar algunos relatos en revistas o antologías; eso se verá porque es un tema muy dinámico: hay proyectos que se cancelan y otros que nacen.

Pensando más a futuro me gustaría adaptar algunos cuentos para cómic, teatro o cine, aunque esto último es muy difícil por los costos de producción… Pero sería genial.

 

 

AXXÓN: Para adaptar cuentos a cómic lo tenés al Majestuoso César Carper. Por ahí te da bola y se copa —a mí me pateó un par de veces, (¡Pero sigue siendo mi amigo, ojo!)—. Ahora bien, ironías aparte: ¿cómo te imaginás esa adaptación?

 

PD: Si vos lo recomendás debe ser bueno, así que lo tomaré en cuenta, aunque de todas formas, como te decía, es un proyecto a futuro. Primero quiero hacer otras cosas que tengo pendientes; terminar algunos cuentos, principalmente. Hace como diez años edité con unos dibujantes uruguayos una revista de cómics que llegó a sacar nueve números. Se llamaba Balazo, y ahí más que nada hacía reportajes, pero también hice algunos guiones. Eso me relacionó con el mundillo del cómic y me permitió conocer a grandes dibujantes. De todos modos, en aquella época yo no llegué a adaptar ningún cuento mío, que es lo que más me hubiese gustado. Un amigo dibujante, Ernesto Cantonet, hizo sí una adaptación de «El Regreso del Capitán Rayo», pero nunca se llegó a publicar, porque iba a quedar muy extensa. No sé si la llegó a terminar. Pero creo que en general mi literatura es muy visual y se presta bien para hacer adaptaciones al cómic o al cine. ¿Cómo me lo imagino? Bien…Cuando pienso en «Blue» inmediatamente me viene a la mente la imagen interior del palacio, con sus piletas, sus banquetes, y sobre todo las gordas inmensas y sus orgías. Creo que esos elementos rinden mucho desde el punto de vista visual. «Colores peligrosos» sería también un gran candidato para una adaptación. Algo muy colorido, mucho arte, muchos colores y mucha frescura. Luces del Sur, si lo pensara en cómic, me gustaría algo tipo Alberto Breccia, algo pictórico, delirante, fragmentado. «La Visión del Paraíso» es otra aventura, y creo que también rinde visualmente; en ese cuento mi imagen favorita es la lluvia de mujeres azules.

 

 

AXXÓN: Che, en uno de los correos que nos intercambiamos, a propósito de la presente, me tiraste una idea que me quedó picando en el área. Vos hablaste de «nostalgia anticipada». Una idea sencilla, pero muy fuerte. ¿Cómo aplicarías esta idea en un cuento?

 

PD: Sí, te decía que en el momento en que estoy haciendo algo, o poco después, me gusta pensar en el futuro de esas acciones, y me imagino la perspectiva que tendré después. Y entonces es como si tuviese ese sentimiento de nostalgia pero de un modo anticipado. Por ejemplo, mientras participo de la movida de las revistas de ciencia ficción y fantasía, me siento feliz en el momento actual, pero también puedo imaginar la felicidad que experimentaré dentro de veinte o treinta años, cuando me encuentre con un amigo o amiga en la mesa de un bar y recordemos todo ese tiempo con una mezcla de melancolía y ternura. A veces la gente no valora lo que está viviendo, no se da cuenta que tiene muchos motivos para ser feliz; yo trato de disfrutar las cosas, y también disfruto de esa «nostalgia anticipada»; eso también tiene que ver con valorar lo que nos pasa. Soy muy feliz escribiendo y participando de las revistas y las antologías, y conociendo escritores y editores de otros países, es algo muy lindo. No he pensado en la «nostalgia anticipada» como tema de un cuento, pero puedo decirte que algo parecido a eso —ver el mundo desde otra perspectiva— seguramente influyó en mí cuando estaba escribiendo «El Regreso de los Pájaros». En ese trabajo, durante el proceso creativo, me sentí particularmente permeable, sensible a la propia ciudad en la que me estaba moviendo. Sentía una felicidad sosegada, melancólica, una cosa muy extraña que muchas veces, mientras iba en el ómnibus o caminado, hacía que me sintiera como en una nube. Más allá de eso, últimamente he notado que el tema del tiempo ha estado en mi cabeza y se ha metido en varios cuentos. Incluso en uno de ellos me referí a una experiencia personal… Fui a visitar a un amigo a la casa, y en determinado momento fui al fondo y vi que las macetas del patio, que antes estaban llenas de flores, ahora no tenían ninguna, y encima estaban herrumbradas. Y todo tenía un aire de abandono muy significativo. La madre de mi amigo había fallecido y era ella la que se ocupaba de las plantas. Lo que me sucedió es que al ver esas simples plantas abandonadas, yo comprendí lo que significaba el tiempo. Puedo pensar en el tiempo pero en ese momento lo que hice fue interiorizar el concepto. Me di cuenta de que todas las cosas están cargadas de tiempo. Sentí la fugacidad del ser humano. Los objetos que están en nuestra casa, la propia casa, y hasta nosotros mismos, vamos a desaparecer. Esa también es una buena razón para valorar cada día de nuestra vida, para no postergar, para darnos cuenta de que la felicidad no está sólo al final del camino, sino en cada momento.

 

 

AXXÓN: Llegó el final. No me queda más que agradecerte en nombre de la Redacción de Axxón (y en especial en el mío propio) tu buena voluntad y las ganas que le pusiste a esta entrevista. Un abrazo grande. Son tuyas las últimas palabras.

 

PD: Solo tengo palabras de agradecimiento, para Eduardo Carletti por haberme invitado, para toda la gente —visible e invisible— que hace posible la existencia de Axxón, y en especial para vos por el trabajo a conciencia que hiciste. De periodista a periodista quiero felicitarte porque realizaste una gran labor. Me sentí muy cómodo en todo momento, y eso fue determinante para que me aflojara y contara cosas que por ahí no estaba en mis planes contar. Por otra parte, si bien partías de determinadas preguntas, siempre estuviste atento a mis respuestas para poder hacer nuevas preguntas, y eso enriqueció mucho la entrevista. Un abrazo grande y hasta siempre.

 

 


Axxón 230 – mayo de 2012

6 Respuestas a “«Entrevista a Pablo Dobrinin», Ricardo Germán Giorno”
  1. ¡¡¡Muy buena entrevista, Ricardo!!!
    Me diste un panorama claro de quien es Pablo Dobrinin. Estos reportajes son bien jugosos y precisos, sacan lo mejor de los entrevistados. Y me emocionó mucho cuando Dobrinin se refiere a Axxón y a Carletti .Se ve que además de buen escritor es buena persona. ¡¡¡gracias de nuevo!!!
    Sergio Bonomo

  2. Excelente entrevista para un gran escritor como Pablo. Tan bueno, de hecho, que sus respuestas parece pequeños ensayos (algunos fragmentos seguro citaré en mi propio blog -por supuesto, con link a Axxón y citando la fuente), y su postura me parece muy sana frente a una realidad del mercado literario que no es fácil de asimilar para quien escribe.

    Como alguien que descubrió a Pablo por un cuento en Axxón, luego por perseguirlo por revistas como Cuásar o Próxima, y finalmente por entablar una relación de amistad que nos llevó a emprender ciertos trabajos juntos, debo decir que una de las grandes cualidades de Pablo es que tiene un discurso cotidiano en cual no hace gala de todo lo que sabe o ha investigado o piensa en ciertos niveles. No necesita hacer una demostración superlativa de sí mismo cada vez que abre la boca. Es uno más, y puede pasarse dos horas hablando de bandas heavy metal y muy afecto al humor propio de las rondas de cerveza. Pero cuando tiene que hablar seriamente, tiene un baúl enorme lleno de sorpresas, ideas valiosas y un modo casi didáctica de exponerlas.

    No me queda más que felicitar a todos los que tuvieron que ver con este especial, y en particular, al entrevistado, un amigo al que veo casi nunca, pero que leo casi siempre.

  3. M. C. Carper dice:

    Muy buena entrevista. gracias por la mención. Es raro que Pablo Dobrinin no me conozca cuando una vez le ilustré un cuento.

  4. pablo dobrinin dice:

    ¡Por supuesto que conozco a M.C. Carper! Vi decenas de ilustraciones suyas. Tiene un dibujo notable, y muy personal y viene dibujando desde hace una vida! Lo que quise decir es que no conocía sus cómics, pero ya lo he solucionado, entré en su blog, y ahora entiendo porque Ricardo lo buscaba: es excelente. Me voy a poner en contacto con él.

  5. ¡¡¡Excelente entrevista, querido Ricky!!! Me encantó. La chispa Giorniana presente en cada acertada pregunta. Me sentí muy identificada con el proceso de escritura de Pablo Dobrinin, y también con el recuerdo de la redacción elegida para las fechas patrias. ¿Hay algo más emocionante que ser escritor? Creo que quien lea esta conmovedora entrevista, no tardará en descubrir la respuesta.

    Un abrazo
    Mariláu

  6. M. C. Carper dice:

    ¡Ahi estamos en contacto con Pablo! ¡Tuvo un gesto grandioso!

  7.  
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