¿Qué pasaría si los neandertales, que desaparecieron hace apenas 28.000 años, se hubiesen «avivado a tiempo» y ahora vivieran juntos a nosotros? ¿Qué pasaría si, durante estos milenios en que los humanos hemos evolucionado, alguna otra criatura sin relación con nosotros hubiese desarrollando habilidades cognitivas y tecnológicas comparables a las nuestras? ¿Qué pasaría si los humanos se hubieran dividido en dos especies diferentes, la turba original y otra rama evolutiva exitosa?
Todas son historias perfectamente plausibles, que podrían haber dado lugar a dos especies de terrícolas avanzados conviviendo en la actualidad. Sólo son historias que podrían haber ocurrido… Pero, ¿y si fuesen reales? Habría que compartir el pan con nuestros conciudadanos inteligentes o ingresaríamos en una constante batalla por la supremacía?
En este mundo hipotético, habría tres posibles relaciones entre los humanos y los «otros», dice William Harcourt-Smith, paleoantropólogo del Museo Americano de Historia Natural.
Lo más probable es que la competencia por los recursos nos llevara a guerrear todo el tiempo. «Sabiendo cómo se comportan los humanos con propia su especie, los interminables conflictos intertribales y las guerras que, lamentablemente, han durado miles de años, yo creo que toda vez que los recursos o el choque de ideologías causaran un problema, y entrasen en conflicto, habría enfrentamiento», explica Harcourt-Smith. Si una de las especies fuese un poco más inteligente, o más fuerte, o hubiese desarrollado una tecnología mejor que la de la otra, terminaría por diezmar a los otros. Basta con recordar qué paso con los humanos frente a los neandertales.
Alternativamente, si, después de decenas de miles de años de enfrentamientos entre los humanos y los otros, nadie hubiese llegado a superar al otro, las dos especies podrían haber derivado gradualmente hacia un equilibrio, ya sea poblando geográficamente diferentes regiones del mundo, o adaptándose a diferentes recursos, añade. Los otros podrían haber desarrollado gusto exclusivo por los peces, por ejemplo, mientras que los humanos podrían haberse especializado en la cría de animales, y ver a los peces como algo repugnante.
En cualquiera de los casos, si viviéramos en diferentes regiones o utilizásemos recursos diferentes, ambas especies habrían desarrollado sistemas culturales que les enseñarían a evitarse entre sí. Eso es lo que hacen otras especies en las mismas circunstancias. «Siempre y cuando no haya competencia, las especies simplemente se ignoran», dice Harcourt-Smith. «Dos monos que viven en el mismo árbol, por ejemplo, si no están a la búsqueda de los mismos recursos, no interactúan.»
Manos-Lenguas
Pero, ¿cómo podrían ser nuestros amigos o enemigos imaginarios? Concedamos que podrían parecerse a cualquier cosa, haber evolucionado de los monos, elefantes, delfines u otras criaturas, pero Harcourt-Smith cree que hay tres rasgos que requerirían los otros para ser tecnológicamente avanzados.
«En primer lugar, una capacidad cognitiva que les permita construir cosas, concebir ideas abstractas o idear un objeto con muchas partes móviles, cada una de ellas con una función. Se debe tener capacidad de planificación, capacidad de pensar en el tiempo y en el espacio en un sentido abstracto, con el fin de crear ese objeto».
«Segundo, deben tener una forma de manipular los objetos, con fuerza pero también con delicadeza. Nosotros lo hacemos con nuestras manos: son unas asombrosas estructuras que pueden tomar objetos con mucha fuerza, pero también realizar tareas que requieran gran delicadeza y destreza, como coser con aguja e hilo». «Imaginemos que, en otra criatura, se han desarrollado estas increíbles habilidades en sus pies o en sus lenguas».
«Por último, es esencial la transmisión cultural. Es extraordinariamente raro hallar un solo ser humano que sepa cómo construir una computadora desde cero, comenzando por la extracción de las materias primas. O, en todo caso, alguien que sepa cómo construir un sistema de riego, o un arma. En vez de reinventar la rueda una y otra vez, los seres humanos transmitimos conocimientos de una generación a la siguiente. También contamos con la especialización de trabajo en nuestras sociedades, lo que las hace funcionar de manera más eficiente. Para que una sociedad no humana lograse un progreso tecnológico similar, también necesitaría alguna forma sofisticada de comunicación».
No Humanos 2.0
Hay un escenario más a considerar: ¿Podría surgir algún día otro grupo de terrícolas muy inteligentes?
Según Harcourt-Smith, a largo plazo (millones, o miles de millones de años), cualquier apuesta es arriesgada. «No sabemos lo que nos depara el futuro, lo que puedan evolucionar otras especies de mamíferos», señaló. Para que esto suceda, tendría que ocurrir algún evento catastrófico que haga que declinara la población humana, con el fin de despejar el camino a un posible competidor.
Por otra parte, dice, un grupo de pioneros humanos podría adentrarse en el espacio y establecerse en otro lugar. El nuevo ambiente podría causar una evolución rápida y luego, unos 100.000 años después, se habrían convertido en una especie distinta que podría interactuar aún con los humanos originales de la Tierra.
«Otra posibilidad puede llegar por nuestra propia creación, la ingeniería genética y cosas así. La introducción de genes humanos en animales, o quién sabe qué, pero nunca sabemos qué es posible, en verdad».
Fuente: Live Science. Aportado por Eduardo J. Carletti
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