Con el reciente hallazgo en Egipto de uno de los cráteres de impacto mejor conservados del mundo, causado por un meteorito hace miles de años, los científicos miran el futuro de la ciencia egipcia con entusiasmo
La cavidad de 45 metros de diámetro y 16 metros de profundidad, bautizada como «Kamil», se encuentra al suroeste del desierto egipcio, muy cerca de la frontera con Sudán, en una zona característica por su inhóspita superficie.
«No hay nada ahí, ni viento, lo que ha permitido que el cráter esté tan bien conservado. Ese nivel de preservación sólo se puede encontrar en la Luna», dijo el director del Instituto Nacional de Investigación en Astronomía y Geofísica (NRIAG), Salah Mahmud, cuya institución está involucrada en la investigación.
El cráter fue observado por primera vez por un equipo de italianos hace dos años en una misión de Google Earth. Ante el prometedor hallazgo, se formó un equipo de científicos italianos y egipcios, liderados por el experto Luigi Folco, del Museo Nacional de la Antártida en Siena (Italia), para analizar la zona y descifrar el origen del cráter.
Aparte de su excepcional localización, su buen estado de conservación se debe a que el meteorito que lo originó no se fragmentó al entrar en contacto con la atmósfera terrestre, según las conclusiones de un estudio de los científicos, publicadas en julio pasado en la revista Science.
El coautor del artículo de Science y geofísico del NRIAG Ahmed Lethy explicó que, gracias a «la excepcional estructura del cráter y su reducido tamaño, así como la distribución de los restos» los investigadores podrán calcular el riesgo y el daño causado por un nuevo meteorito en el futuro.
El científico subrayó que este es el segundo descubrimiento de esta índole en Egipto, después del mayor campo de cráteres del mundo hallado en la región de Gilf al Kabir en 2004, en el suroeste del país, «cuyo origen meteorítico no ha sido confirmado» al no existir muestras.
El cráter Kamil («íntegro», en árabe), sin embargo, sí fue producido por un meteoro del que han quedado 1,7 toneladas de restos, incluido el trozo más grande que existe en Egipto, de 85 kilogramos. Con esto, dijo Lethy, es posible «estudiar la actividad del Universo de millones de años analizando el desarrollo de sus elementos internos».
Así, los científicos egipcios se plantean lo que hace unas décadas podía parecer imposible en Egipto, un país en el que la ciencia no ha sido una prioridad durante muchos años.
Un artículo publicado en 2006 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Universidad de South Valley de El Cairo describía la decadente situación de la ciencia egipcia.
«El gasto en investigación en Egipto es muy bajo. Los investigadores egipcios están entre los peor pagados en los países árabes. La investigación en ciencias puras sufre una decadente producción de tecnología, lo que hace que la investigación de alta calidad sea tan complicada», explicaba el documento.
Rodeado de vitrinas que exhiben trofeos y reconocimientos para su instituto, Mahmud se quejó en su despacho de que la reducción de apoyos y de interés en proyectos de este tipo de investigaciones es un problema común en Egipto, como en todos los países en desarrollo.
«La mayoría de los instrumentos que utilizamos no son tecnología egipcia, vienen de países desarrollados como Estados Unidos, Francia o Inglaterra, que nosotros podríamos producir pero no a ese nivel», lamentó el titular del NRIAG, ubicado en la desértica zona de Helwan, a 25 kilómetros de El Cairo.
«No es cosa fácil —continuó Mahmud—, necesitamos tener una industria completa. Al final, resulta mejor importar para preservar el dinero con el que contamos».
Aun así, «soñamos con poder producir ese tipo de alta tecnología para su uso en diferentes campos», afirmó el geofísico.
El hallazgo del cráter Kamil, con la exitosa participación egipcia, es tema de orgullo para los científicos y una proyección positiva de su trabajo ante el mundo. Para Lethy, «este tipo de publicaciones de alta calidad animan al gobierno a destinar más dinero a la investigación, porque ven en ella resultados de interés mundial» .
«Es una muestra de que nuestro nivel de ciencia está a la altura del de los italianos», concluyó Mahmud.
Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti
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