El hallazgo da peso a una teoría que propone que la Tierra también compartió su trayectoria con otro cuerpo
Como dos coches en una pista Scalextric de un solo carril, una pareja de planetas se sigue sin cesar, por la misma órbita en torno a su sol, según se desprende de los datos aportados por las observaciones del telescopio espacial Kepler. Más precisamente, estos dos planetas completan una vuelta alrededor de la estrella cada 9,8 días terrestres, a la misma distancia orbital.
Los investigadores de la NASA que firman el estudio en la web arXiv.org señalan que ambos planetas, situados en el sistema KOI-730, permanecen separados el uno del otro por tan sólo 60 grados de los 360 de la órbita que comparten. Esa cercanía implica que desde uno de esos mundos el otro se verá como una gigantesca y luminosa luna que nunca varía la intensidad de la luz que refleja, sin matices ni cambios.
La gravedad hace que esta coincidencia orbital sea posible. Cuando un cuerpo estelar como un planeta orbita en torno a otro cuerpo mucho mayor como una estrella, aparecen dos puntos en esta órbita en los que un tercer cuerpo podría instalarse de forma estable, sin crear distorsiones gravitatorias.
Estas dos plazas libres que surgen en una órbita se sitúan exactamente 60 grados por delante o por detrás del planeta. Una situación que nunca se había documentado en planetas, pero sí con otros cuerpos celestes. Es el caso de los asteroides troyanos que siguen la misma órbita de Júpiter, una masa formada por un millón de asteriodes de más de un kilómetro que acompañan a Júpiter alrededor del Sol.
Jack Lissauer y sus colegas describen la situación del sistema KOI-730 en un artículo presentado a Astrophysical Journal (arxiv.org/abs/1102.0543)
Debemos aclarar que el artículo científico en cuestión es altamente especulativo.
Como en el origen de la Luna
Si se confirma el descubrimiento, quedaría respaldada la teoría más plausible que en la actualidad explica la formación del sistema Tierra-Luna. Según esta teoría, la Tierra compartió en el pasado la misma órbita con otro planeta más pequeño, del tamaño de Marte.
En esa teoría, una prototierra todavía en formación recibió el impacto de su planeta compañero, colisión de la que habría surgido la Luna tras agruparse los gigantescos fragmentos de planeta que saltaron tras el encontronazo.
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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