Si uno estuviese atrapado debajo de pilas de escombros después de un terremoto, preguntándose si volverá a ver la luz del día, la última cosa que espera es el zumbido de insectos alrededor de su rostro. Pero los insectos podrían salvar nuestra vida, si resulta exitoso un esquema financiado por el Pentágono
El proyecto apunta a aprovechar la forma en que se comunican algunos insectos para dar la alerta temprana de ataques químicos en el campo de batalla; el equivalente de los canarios en una mina de carbón (para detectar el gas venenoso que emite el carbón mineral).
Los investigadores dicen que la tecnología podría tener un buen uso en la vida civil, desde la localización de víctimas en desastres a la vigilancia de contaminación y las fugas de gas, o actuando como detectores de humo.
Los investigadores, que tienen el apoyo del Pentágono, ya han creado insectos cyborgs implantando electrodos en ellos para controlar los músculos de sus alas. El plan más reciente es la creación de redes de comunicación al implantar un paquete con la electrónica en los grillos, cigarras o langostas, que son todos insectos que se comunican por medio de golpes en sus alas.
Los implantes harán que los insectos de estas «redes de ortópteros» modulen sus llamadas en presencia de determinadas sustancias químicas. «Podemos hacer esto mediante el ajuste de la tensión muscular o algún otro parámetro que afecte el sonido que se produce por los movimientos. El insecto en sí podría no notar la modulación», dice Ben OpCoast de Epstein, quien tuvo la idea durante una visita a China, donde escuchó las llamadas de las cigarras que cambiaban en respuesta a unas a otras.
La empresa, con base en Point Pleasant Beach, New Jersey, EEUU, ha logrado un contrato de seis meses para desarrollar una red de comunicaciones móviles para los insectos.
Además de un sensor bioquímico y un dispositivo de modulación de los músculos del ala, el paquere electrónico contiene sensores acústicos diseñados para responder a la alteración de las llamadas de otros insectos. Esto debería garantizar que la «alarma» la señal se transmite rápidamente a través de la red y, en última instancia, es recogido por los transmisores con base en tierra.
La prioridad del Pentágono es que los insectos detecten agentes químicos y biológicos en el campo de batalla, pero Epstein dice que podrían ser modificados para responder al olor de los seres humanos y, por tanto, se los podríar utilizar para buscar a subrevivientes de terremotos y otros desastres.
El verdadero desafío será miniaturizar la electrónica. «Habida cuenta de que hay insectos suficientemente grandes, no sería un problema», dice Epstein. Pero la empresa está buscando hacerlo con especies tales como el omnipresente grillo, que tienden a ser más pequeños. Es probable que cada red se conforme de cientos o miles de insectos, y podría extenderse bien lejos en el caso de algunas langostas, que pueden escuchar a un kilómetro de distancia.
¿Son factibles estas redes de optópteros («OrthopterNets»)? «No veo por qué no», dice Peter Barnard, director de ciencia en la Sociedad Real de Entomología en Londres. «A pesar de que los insectos pueden parecer limitados por la anatomía de sus órganos productores de sonido, sabemos que pueden producir diferentes señales para diferentes propósitos». Dado que hay pruebas de que modulan dentro de un ancho de banda de frecuencias bastante amplio para comunicarse, tal vez sea posible modificar y explotar estas capacidades, dice.
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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