Hablemos sobre la explorar sus raíces. Los periodos extensos de vida implican que nuestros dientes permanentes brotan más tarde que lo que lo hacían en nuestros primeros antepasados, pero el mensaje no ha llegado a las raíces de nuestras muelas. Se desarrollan al mismo ritmo que lo hicieron en el Homo erectus
Christopher Dean y Tim Cole, del University College de Londres, estudiaron la estructura microscópica de los molares adultos para reconstruir su ritmo de desarrollo, que al igual que los anillos de los árboles se puede utilizar para construir una imagen de su crecimiento. Ellos encontraron que las raíces de los molares chimpancés pasan por una etapa de crecimiento cuando los dientes brotan a través de la encía, probablemente para proporcionar más estabilidad para morder y masticar. Lo mismo ocurrió en los primeros homínidos, pero no en los humanos modernos: para cuando llegan nuestros molares definitivos, sus raíces se han desarrollado completamente por lo menos durante un año.
Dean y Cole encontraron una explicación en el Homo erectus, una especie que vivió entre 1,8 millones y 300.000 años atrás. H. erectus obtenía sus molares exactamente a la misma edad que las raíces de nuestras molares tienen sus etapas de crecimiento. O como Dean dice: «Nuestras raíces están atrapados en el pasado».
En los seres humanos, dice, los impulsos de crecimiento de las raíces no son más que un vestigio de una etapa temprana de la evolución. Conservamos raíces molares como las del H. erectus ya que los brotes de crecimiento utilizan muy poca energía para que la selección natural llevase a cabo su eliminación (PLoS One, doi.org/j8w).
El H. erectus tenía un cerebro más grande y dientes más pequeños que sus antecesores. Algunos creen, creando controversias, que estas características reflejan grandes cambios en la dieta, como comer las primeras comidas cocidas, que habría sido más fácil de masticar mientras se suministra más energía.
El nuevo estudio podría encontrar el favor de los críticos de la polémica «hipótesis de la comida cocinada». Muestra que el H. erectus necesitaba un brote temprano de crecimiento de las raíces molares, presumiblemente para preparar los dientes para el pesado trabajo de mascar.
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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