Investigadores dicen que las densas atmósferas de los dos planetas pueden contener un tesoro, con diamanes tan gigantescos como icebergs
Las abismales atmósferas de Júpiter y Saturno pueden contener un tesoro. Trozos de diamantes de buen tamaño flotarían en el fluido de helio e hidrógeno de estos planetas y, a bajas altitudes, incluso caería una lluvia de diamante líquido que se derramaría sobre un mar del mismo material, según una nueva investigación de científicos planetarios estadounidenses en California Specialty Engineering en Pasadena.
La gente ha estado hablado de diamantes en los núcleos de Urano y Neptuno desde hace 30 años, donde se suponía que el diamante puede ser estable, ya que los dos planetas son demasiado fríos como para fundirlo. Se creía que Júpiter y Saturno, en cambio, eran demasiado cálidos, o no tenían condiciones adecuadas en sus gruesas atmósferas de gigantes gaseosos para comprimir el carbono y producir la precipitación de los diamantes sólidos. Sin embargo, el nuevo estudio sugiere que estas piedras preciosas pueden estar flotando en la profundidad interna de las atmósderas de estos dos últimos planetas, algunos creciendo hasta el punto de tener el tamaño de un iceberg.
Antes de esto no había suficiente información para confirmar o negar esta posiblidad. En los últimos años, sin embargo, nuestro conocimiento del comportamiento del carbono bajo condiciones extremas se ha ampliado gracias a las investigaciones en lugares como los Sandia National Laboratories en Albuquerque, New Mexico, donde tienen una máquina que puede fundir diamantes. Delitsky y su colega han unido los datos de sus investigaciones con los nuevos modelos de las atmósferas de Júpiter y Saturno, y afirman que ambos planetas también pueden tener diamantes.
Los investigadores Mona L. Delitsky, del California Specialty Engineering en Pasadena, California, y Kevin H. Baines, de la Universidad de Wisconsin-Madison, compilaron datos recientes sobre las fases del carbono en Júpiter y Saturno y las combinaron con diagramas de presión-temperatura de sus trabajos en laboratorio. Concluyeron, según exponen en la reunión anual de la División de Ciencias Planetarias de la Sociedad Astronómica Americana que se celebra estos días en Denver (Colorado, EEUU), que el carbono elemental generado en las enormes tormentas es comprimido hasta formar diamantes que se mantienen estables en la profundidad del interior de estos mundos. Además, cerca del núcleo de los planetas, a altitudes por debajo de las regiones en las que el diamante es estable, las presiones y las temperaturas son tan grandes como para fundir el diamante y volverlo líquido, creando una «lujosa» lluvia de diamante.
La pareja dice que las tormentas eléctricas en Saturno dividen el metano en la atmósfera superior, produciendo una «lluvia» de hollín (polvo muy fino de carbono). Mientras el hollín cae a través de la atmósfera hacia el interior del gigante gaseoso, la presión y la temperatura aumentan, lo que aplasta las partículas de hollín en diamantes, según creen Delitsky y Baines. Los diamantes siguen creciendo a medida que caen hasta que son lo suficientemente grandes como para ser llamados «diamantebergs».
Con el tiempo, las gigantescas joyas alcanzarían las regiones cercanas al núcleo de Saturno, donde las temperaturas son de unos candentes 8000 kelvin, y las presiones son de 500 gigapascales, 500 mil millones de veces mayor que en la superficie de la Tierra; condiciones lo suficientemente extremas como para fundir el diamante.
Delitsky presentó los resultados de la División de Ciencias Planetarias en Denver, Colorado.
No todo el mundo está convencido. El hecho de que puedan existir diamantes no significa que los haya, dice Luca Ghiringhelli del Instituto Fritz Haber de la Sociedad Max Planck en Berlín, Alemania, que también ha cuestionado la presencia de joyas en Urano y Plutón. No queda claro que un núcleo inicial de diamante podría convertirse en una piedra más grande, dice. » En Júpiter y Saturno se pueden derretir en el interior, pero alguien tendría que ponerlos allí en primer lugar, ya que no existen las condiciones para su formación.»
Fuente: Space y otros sitios. Aportado por Eduardo J. Carletti
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