Nidos de insectos hechos con plástico

Ciertas abejas que viven en las ciudades construyen sus nidos con desperdicios de material plástico

A algunas aves les gusta aprovechar los desechos de plástico. Los machos de la familia Ptilonorhynchidae (o aves de emparrado) los utilizan para construir cubiertas y atraer así a las hembras; también se ha visto que los machos de milano negro los emplean en sus nidos para marcar su territorio. Ahora, una investigación reciente señala que otro animal da también un buen uso a nuestros residuos: dos especies de abeja que viven en la ciudad han comenzado a incorporar trozos de plástico en la construcción de sus nidos.

Las abejas que estudia J. Scott MacIvor, ecólogo de la Universidad de York, no son sociales y no forman colmenas. Suelen construir nidos pequeños en los tallos de plantas, huecos de los árboles y postes de cercas. Para examinar sus hábitos de nidificación en detalle, MacIvor contó con la colaboración de científicos de Toronto para instalar nidos artificiales por toda la ciudad en primavera de 2012.

Cuando revisaba los que caían, se dio cuenta de un hecho inesperado: Megachile rotundata había incorporado trozos de bolsas de plástico en sus nidos, además de las restos vegetales de siempre. Y Megachile campanulae, que normalmente sella las celdas de su nido con resinas de plantas y árboles, había utilizado selladores artificiales, como masilla.

Los resultados, publicados en la revista Ecosphere, constituyen la primera prueba científica de insectos que forman nidos con plástico. Las abejas viven a menudo dentro de objetos de este material, como las pajillas para beber, pero que ellas mismas recojan plástico resulta novedoso, apunta John Ascher, investigador del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York.

 

 

El estudio ofrece otro ejemplo de cómo los animales se adaptan a ambientes muy antropizados. «Siempre habrá los que presenten rasgos adaptativos o suficiente flexibilidad en su comportamiento para persistir en un paisaje alterado», apunta MacIvor. Por lo menos, eso esperamos.

Fuente: Investigación y Ciencia. Aportado por Eduardo J. Carletti

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