Descubren que en el planeta CoRoT 1b se asemeja a los astros solares. Los datos fueron detectados por el satélite europeo CoRoT
Un grupo de investigadores de la Universidad de Leiden (Países Bajos) ha logrado registrar las fases orbitales de un planeta extrasolar por primera vez, como publican esta semana en la revista Nature.
El descubrimiento, casi 400 años después de que Galileo Galilei observara que Venus tenía fases cambiantes como la Luna, demuestra que, en longitudes de ondas ópticas, el planeta se asemeja a lo que se ha observado en los planetas de nuestro Sistema Solar.
El hallazgo se refiere al planeta CoRoT-1b, el primero extrasolar que descubrió el CoRoT (Convection Rotation and Planetary Transit), una misión lanzada en 2006 por la Agencia Espacial Francesa, en colaboración con la Agencia Espacial Europea. Se trata de un gigante gaseoso con un tamaño similar a Júpiter.
El equipo liderado por Ignas Snellen, del observatroio de la Universidad de Leiren, presenta un análisis de datos fotométricos ópticos del satélite que representan 36 órbitas planetarias. Sus datos, según aseguran, muestran que el hemisferio del lado oscuro permanente del planeta es totalmente negro. Sin embargo, en su cara diurna se refleja una pequeña parte de la luz que recibe de su estrella, que domina la curva de la fase óptica.
El satélite monitorizó este planeta durante 55 días, mientras en su campo de visión había unas 12.000 estrellas. El tiempo de vision fue de 512 segundos durante los primeros 30 días y 32 segundos para el resto de las observaciones, de donde se consiguieron 69.000 datos sobre su curva de luz que cubrían 36 órbitas planetarias.
Rayos X en un agujero negro
Nature se hace eco también de una investigación internacional, con participación del CSIC, en la que se ha detectado por primera vez la emisión de rayos X más próxima a un agujero negro, en una región en donde la Teoría de la Relatividad es muy importante.
Este agujero negro, ubicado en una galaxia situada a 540 millones de años luz de la Tierra, engulle dos veces la masa de la Tierra en tan sólo una hora, según informa Efe. Se trata de un agujero que «come muy bien», según uno de los responsables de la investigación, Giovanni Miniutti, del Centro de Astrobiología (centro mixto del CSIC y el INTA).
En su opinión, «la materia atraída por el agujero negro sí se ve, y a medida que cae hacia el agujero negro, se calienta tanto que emite su última llamada de socorro en forma de radiación muy energética de rayos X, antes de desaparecer para siempre».
Los agujeros negros, como su propio nombre indica, son totalmente oscuros, y por tanto invisibles al ojo humano; debido a su intensa gravedad, ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar de ellos. En este caso, sus características se han determinado al detectarse dos líneas deformadas por átomos de hierro. «Lo interesante no es la presencia del hierro, sino el hecho de que la señal de esa firma química llegue deformada por la gravedad del agujero negro por la velocidad de la materia que emite», ha explicado el investigador. El estudio también ha permitido medir la rotación del agujero negro, cuya velocidad es muy cercana a la de la luz, la máxima posible según la teoría de la relatividad de Einstein.
Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti
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