Los científicos explican cómo sería posible que los planetas Neptuno y Urano contengan océanos de diamante líquido
La investigación fue realizada tomando detalladas mediciones del punto de fusión del diamante. Cuando un diamante es fundido se comporta como el agua durante su congelamiento y fusión, con formas sólidas flotando sobre la forma líquida. El diamante es un material muy duro, lo que hace difícil su fusión. Medir el punto de fusión del diamante es muy difícil porque cuando se calienta a temperaturas muy altas el diamante pasa a ser grafito.
Dado que es grafito y no diamante lo que se vuelve líquido, los científicos se enfrentaban al problema de fundir diamantes sin convertirlos en grafito.
Los científicos pudieron silucionar el problema exponiendo el diamante a presiones extremadamente altas, disparando lásers sobre él. El diamante se licua a presiones 40 millones de veces mayores a la que se encuentra en la Tierra a nivel del mar.
Cuando la presión se reduce a 11 millones de veces la de la Tierra a nivel del mar, y la temperatura desciende a 50 000 grados, comienzan a aparecer trozos de diamante.
Los científicos descubrieron algo que no esperaban, después de que la presión siguió bajando la temperatura del diamante siguió igual, y se formaron más trozos de diamante. Los pedazos de diamante no se hundieron, sino que flotaron sobre el diamante líquido, creando icebergs de diamante.
Estas ultra altas temperaturas y presiones se pueden encontrar en los enormes planetas gigantes gaseosos como Neptuno y Urano.
Se estima que Neptuno y Urano están formados por un 10 por ciento de carbono. Un gran océano de diamante líquido podría desviar o inclinar el campo magnético de su alineación con la rotación del planeta.
La única forma que tienen los científicos de saber seguro si existe diamante líquido en estos planetas gaseosos gigantes es enviando una nave científica a uno de ellos o simulando las condiciones en la Tierra. Ambos métodos serían muy caros y necesitarían años de preparación.
El artículo se ha publicado en la revista Nature Physics.
Fuente: Physorg. Aportado por Eduardo J. Carletti
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