¿Pueden las mujeres reproducirse sin necesidad de hombres?

En el laboratorio, ya se ha logrado hacer espermatozoides de material genético de otra hembra. Y en la naturaleza, los embarazos sin padres son más comunes de lo que creemos. ¿Qué evita que los humanos hagamos lo mismo?

Como si cargar con el peso del proceso reproductivo no fuera lo suficientemente duro, la naturaleza les jugó una gran broma: hizo que necesiten a los hombres para completar la tarea y les dio un tiempo limitado para procrear.

Tal vez sería más sencillo si las mujeres pudieran hacerlo solas. Después de todo, no todos los animales están obsesionados con el sexo.

Según un informe de New Scientist publicado a principios de este mes, los nacimientos virginales son comunes en la naturaleza. Las hembras de muchos animales complejos y de gran tamaño, como los lagartos y los tiburones, pueden reproducirse sin los machos. Este proceso se llama partenogénesis y apenas ahora nos estamos damos cuenta de la frecuencia con que ocurre en otras especies.

¿Podrían los humanos aprender este truco biológico y permitirle a las mujeres embarazarse a voluntad sin que los hombres se entrometan?

Es cosa sabida que si desean concebir, las mujeres necesitan, como mínimo, de esperma. Sin embargo, no hay razón por la cual ese esperma tenga que provenir de un hombre.

Hace 10 años, investigadores japoneses crearon una rata que tenía dos madres y ningún padre. La llamaron Kaguya, en honor la mítica princesa de la Luna que nació de una caña de bambú. Fue producida en un laboratorio combinando material genético de dos hembras.

Es aconsejable sólo hacerlo por una o dos generaciones»
Allan Pacey, experto

Con un poco de ayuda, las células madre de un donante femenino pueden transformarse en espermatozoides, algo que jamás ocurriría bajo condiciones normales. Por lo tanto, sería posible gestar un niño con dos madres si cada una aportara la mitad del material genético.

Obviamente esto no es tan sencillo, le dice a la BBC Allan Pacey, un biólogo reproductivo de la University of Sheffield. «Podemos crear algo que se ve como un espermatozoide en el microscopio, pero es muy difícil saber si está programado genéticamente como tal», explica.

«No sé si existe otra forma de averiguarlo que no sea usar dicho espermatozoide y ver si el bebé se desarrolla con normalidad. Esto puede hacerse en ratas, pero hacerlo en humanos implicaría potencialmente dar un paso muy grande», añade.

Embarazo a solas

Incluso si los investigadores lograran eliminar ese obstáculo, las mujeres aún necesitarían de una segunda persona. ¿Qué pasaría si no fuera así?

En la naturaleza, la mayoría de las hembras recurren a la partenogénesis sólo cuando es estrictamente necesario: generalmente, esto ocurre cuando están aisladas de los machos.

Por ejemplo, si varias hembras de dragones de Komodo terminan en una isla desierta, pueden dar a luz machos y comenzar una nueva colonia. De forma similar, la partenogénesis en los tiburones se puso de manifiesto luego de que varias hembras quedaran inexplicablemente preñadas estando solas y encerradas en acuarios.

Sin embargo, esto sólo se da en situaciones difíciles para los animales. «La mayoría de los grandes animales no se reproduce asexualmente porque esto carece de interés evolutivo», comenta Pacey. «Pierden la diversidad genética que ayuda a mantener saludable a la población», explica.

En teoría, sería posible producir un niño con el material genético de una sola mujer en el laboratorio. Sin embargo, el costo sería un alarmante embotellamiento genético. Al existir una diversidad genética muy limitada, aumentaría el riesgo de defectos congénitos y otras enfermedades.

Tomemos como ejemplo a las familias reales europeas, las cuales estaban casi todas emparentadas de una forma u otra. Una deformidad llamada prognatismo, la cual causa que la mandíbula inferior sobresalga, era tan común entre la nobleza europea que le decían «labio de Habsburgo». El pobre príncipe Carlos II de España tenía la mandíbula tan prominente que le dificultaba comer. En una población normal, está malformación desaparecería, pero en el pequeño mundo de la nobleza europea, emergió una y otra vez.

Bomba de tiempo genética

Así como la endogamia reduce la diversidad genética de una población, la autofertilización puede reducir la diversidad genética de sus hijos.

Si usted decide reproducirse por su cuenta, su niño tendrá un solo progenitor y, por lo tanto, la mitad de la diversidad genética de un niño normal.

Cada generación siguiente de padres solitarios seguiría esta tendencia, aumentando el riesgo de que surjan defectos genéticos subyacentes. Su descendencia podría terminar sufriendo un colapso de su diversidad genética mucho mayor que el de cualquiera de las familias reales europeas.

«No es un buen camino a seguir», dice Pacey. «Es aconsejable sólo hacerlo por una o dos generaciones».

Así las cosas, si una mujer realmente quisiera renunciar a la reproducción sexual, sería prudente que guardara algo de su material genético, una especie de copia «maestra» que sus descendientes pudieran usar para reemplazar la pérdida de diversidad en las siguientes generaciones. Aunque esto daría origen a un árbol genealógico verdaderamente confuso.

 

 

Desafortunadamente, este truco sólo retrasaría lo inevitable. Si usted se casa con la idea de embarazos exclusivamente virginales, sus niños no serán más que un eco evanescente de usted mismo.
Tammy Wynette también cantaba otra famosa canción, «Quédate con tu hombre» (Stand by your man). Si bien podría parecer un sentimiento pasado de moda, desde el punto de vista reproductivo se trata de un consejo muy bueno.

Fuente: BBC Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti

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