Archivo de la etiqueta: Asteroides

La explosión del asteroide sobre la ciudad rusa de Chelyabinsk equivalió a 600.000 toneladas de TNT

El asteroide que se rompió en pedazos sobre la ciudad rusa de Chelyabinsk el pasado 15 de febrero tenía unos 20 metros de diámetro, viajaba a 18,3 km/s, dañó 3.613 edificios y su onda expansiva levantó del suelo a algunos vecinos. Más de 1.200 personas acudieron a los centros médicos con pequeñas lesiones. Son algunos de los datos que un equipo internacional de científicos publica esta semana en la revista Science

Desde el famoso impacto de Tunguska en 1908 no se había vuelto a observar en la Tierra una explosión aérea tan grande como la que provocó el asteroide que explotó el 15 de febrero de 2013 encima de Chelyabinsk (Rusia). La diferencia ahora fue que, como ocurrió en una zona poblada y en una época en que son comunes los dispositivos con cámaras, el suceso se ha podido registrar con gran detalle.

Investigadores de la NASA, la Academia Rusa de las Ciencias y otros centros internacionales recopilan esta semana en Science los últimos datos sobre el asteroide, los meteoritos que generó y los daños que causó en la zona del impacto.

“Si la humanidad no quiere seguir el camino de los dinosaurios, tenemos que estudiar un evento como este en detalle”, señala Qing-Zhu Yin, profesor de la Universidad de California Davis y coautor del trabajo.

Los investigadores visitaron 50 aldeas en la periferia de Chelyabinsk durante las semanas siguientes, y utilizaron las cámaras de los móviles, tabletas y sistemas de seguridad para seguir el rastro que dejó la bola de fuego.

Su detonación en el aire, a una altitud de alrededor 90 kilómetros, produjo una onda expansiva lo suficientemente poderosa como para levantar y tumbar a la gente a su paso. Los investigadores han documentado las pequeñas lesiones, afecciones en los ojos y quemaduras leves que afectaron a los vecinos.

«Nuestro objetivo es comprender todas las circunstancias que dieron lugar a la onda de choque perjudicial que envió a más de 1.200 personas a los hospitales en el área de Chelyabinsk aquel día», dice Peter Jenniskens, que lidera el trabajo.

La explosión fue equivalente a la de 600.000 toneladas de TNT, por lo que los edificios y otras propiedades también se vieron afectadas. En concreto 3.313 edificios de apartamentos fueron dañados y multitud de ventanas y cristales quedaron destrozados.

Una condrita de 20 km de diámetro

El asteroide se volvió más brillante y caliente a unos 30 kilómetros de la superficie terrestre, cuando viajaba a unos 18,6 km/s. Se estima que su diámetro era de 19,8 metros con un margen de error de 4,6 metros, aunque el agujero que dejó en el hielo del lago donde cayó fue tan solo de 7 metros.

De acuerdo con los datos recogidos, el asteroide de Chelyabinsk pertenece al grupo de las condritas LL, el mismo tipo que el asteroide Itokawa, del que hace pocos años tomó muestras la misión japonesa Hayabusa.

Según los autores, los hallazgos establecen un punto de referencia, “con implicaciones para el estudio de los objetos cercanos a la Tierra y el desarrollo de estrategias para reducir los riesgos en la protección de nuestro planeta”.

Referencia bibliográfica: O.P. Popova et al. «Chelyabinsk Airburst, Damage Assessment, Meteorite Recovery and Characterization«. Science, 7 de noviembre de 2013.

Fuente: Sinc. Aportado por Eduardo J. Carletti

Más información:

Asteroide pulverizado alrededor de una estrella a 170 años luz estaba repleto de agua

La posibilidad de que la vida exista en otros planetas, e incluso sea un fenómeno muy común en el Universo, es una hipótesis que va ganando cada día más peso. Un equipo de astrofísicos del Instituto de Astronomía de Cambridge ha descubierto fragmentos de un asteroide con enormes cantidades de agua en la órbita de una enana blanca (el cuerpo celeste en el que se convierte una estrella a punto de morir). Es un hito muy importante detectar agua, el ingrediente fundamental para la vida, en un cuerpo rocoso fuera de nuestro Sistema Solar

Los resultados, obtenidos con el telescopio espacial Hubble y el Keck de Hawai, son sorprendentes: el asteroide posee una composición de masa de agua del 26%, frente a la exigüa cifra terrestre de 0,023%. Las cantidades de oxígeno también son más que notables, de 26% a 28%, que podría provenir del agua.

Todos los planetas rocosos se forman por la acumulación de asteroides, creciendo hasta su tamaño completo, por lo que los asteroides se consideran los «ladrillos» con los que se forman los planetas. «El hallazgo de agua en un asteroide de gran tamaño significa que los bloques de construcción de planetas habitables existían, y tal vez todavía existen, en el sistema de la estrella GD 61, y es probable que también en torno a un gran número de estrellas madre similares», explica el autor principal Jay Farihi.

«Estos componentes ricos en agua y los planetas terrestres que construyen pueden, de hecho, ser comunes, pues un sistema no puede crear objetos tan grandes como los asteroides y evitar la construcción de planetas. GD 61 tenía los ingredientes para ofrecer un montón de agua a sus superficies», subrayó dijo Farihi. «Nuestros resultados demuestran que definitivamente había posibilidad de que existieran planetas habitables en este sistema», agregó.

La importancia de este descubrimiento, publicado en la revista Science, radica en que se dispone de una evidencia real y no fruto de predicciones a partir de datos. El hallazgo de agua en una superficie rocosa —a diferencia de la encontrada en planetas gaseosos, como Júpiter— aporta más pruebas sobre dos teorías que cada vez están cobrando más fuerza en el mundo de la astronomía. La primera es la que defiende que la vida en la Tierra tuvo un origen extraterrestre, es decir, que todos los elementos necesarios para la habitabilidad llegaron a bordo de los asteroides que aterrizaban en su superficie.

La segunda es la posibilidad de que haya vida en otros planetas. «El hecho de encontrar agua en un objeto rocoso como éste, un gran asteroide o quizás un exoplaneta enano, unido a los resultados del estudio del material orgánico extraterrestre, nos sugiere que la vida puede ser un fenómeno generalizado en el universo», explica Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional.

«Confirma la idea de que el agua es ubicua en sistemas planetarios y en todo tipo de cuerpos, gaseosos o rocosos», añade. Un afirmación que comparte Farihi: «Nuestros resultados demuestran que existía la posibilidad de habitabilidad en estos exoplanetas».

Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti

Más información:

Astrónomos aficionados observan bolas de fuego en la atmósfera de Júpiter

El estudio, una amplia colaboración entre astrónomos profesionales y aficionados, también incluye simulaciones detalladas de los objetos que entran en la atmósfera de Júpiter y se desintegran a temperaturas superiores a 10.000 °C, y las observaciones de la zona con los telescopios como el Telescopio Espacial Hubble y el Very Large Telescope

El Sistema Solar está lleno de objetos pequeños como asteroides y cometas. La mayoría tienen órbitas estables que los mantienen fuera de peligro, pero una pequeña parte de ellos se encuentran en órbitas con riesgo de chocar con los planetas.

Cuanto más pequeños son los objetos, más numerosos son y con más frecuencia deben ocurrir estas colisiones. Las colisiones como el reciente meteoro visto en Chelyabinsk, Rusia, en febrero de 2013, son raras porque el objeto era relativamente grande, alrededor de 17 metros de diámetro. El planeta gigante Júpiter —un gran blanco con una tremenda atracción gravitatoria— es golpeado con mucha más frecuencia que la Tierra, y estas colisiones son mucho más rápidas, suceden a una velocidad mínima de 60 kilómetros por segundo.

Astrónomos aficionados que observaban Júpiter con cámaras de video pudieron observar tres de esos choques en los últimos 3 años, y se ha realizado un informe detallado de estas colisiones en el Congreso Europeo de Ciencias Planetarias en la UCL la semana pasada. El informe lo presentó Ricardo Hueso (Universidad del País Vasco, España).

«Nuestro análisis muestra que Júpiter podría verse afectada por objetos de alrededor de 10 metros de diámetro entre 12 y 60 veces al año», dice Hueso. «Eso es alrededor de 100 veces más que la Tierra.»

El estudio, una amplia colaboración entre astrónomos profesionales y aficionados, también incluye simulaciones detalladas de los objetos que entran en la atmósfera de Júpiter y se desintegran a temperaturas superiores a 10.000 °C, y las observaciones de los telescopios como el Telescopio Espacial Hubble y el Very Large Telescope de la zona de impacto que se toman a sólo decenas de horas después del impacto. A pesar de observar el planeta poco después del impacto, el Hubble y el VLT no vieron la señal de los objetos desintegrados, lo que demuestra que tales impactos son eventos muy breves.

Debido a que el brillo de estos impactos es tan efímero, y sucede en momentos impredecibles, los principales observatorios como el Hubble y el VLT no pueden obtener observaciones fiables de ellos. Esto es porque estos telescopios tienen horarios programados de observación y no pueden dedicarse a la vigilancia a largo plazo de un planeta. Los astrónomos aficionados, que pueden dedicar noche tras noche a la observación de un planeta, tienen muchas más posibilidades de detectar estos impactos, incluso si su equipo es mucho más rudimentario.

Fuente: Science Daily. Aportado por Eduardo J. Carletti

Más información: