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Estudio muestra que las supertierras podrían ser inhabitables

En las últimas dos décadas se han descubierto multitud de planetas alrededor de otras estrellas, pero hasta ahora ninguno al que podamos llamarle Tierra 2

El principal problema es que los primeros métodos de detección tuvieron fuerte tendencia a la detección de tamaños grandes. Porque ver, lo que se dice ver, sólo hemos podido visualizar planetas gigantes muy alejados de su estrella o sino tan calientes que emiten luz infrarroja. Generalmente debenemos conformarnos con su detección indirecta por los efectos que provocan en sus estrellas.

El caso es que los métodos de detección eran afectos a los planetas masivos que orbitan cerca de sus estrellas. Conforme se han ido refinando las técnicas, hemos podido ir rebajando el umbral de detección y se ha podido deducir la existencia de una nueva categoría de exoplanetas: las supertierras. Estos planetas son más masivos que la Tierra, pero menos masivos que planetas como Urano o Neptuno.

Como todavía no podemos tomar espectros de estos planetas, nadie está seguro de su naturaleza. Podrían ser planetas rocosos como la Tierra, pero con más masa y tamaño. Si están en la zona habitable mantendrían océanos de agua líquida en donde podría surgir la vida. Recientemente se han propuesto modelos en los que se niega que estén totalmente inundados, como en un principio se pensó.

Otra posibilidad es que sean minineptunos, con un interior rocoso y una atmósfera primordial de hidrógeno y helio principalmente. Si es así, las posibilidades de que puedan mantener vida, aunque estén en la zona habitable, parecen remotas.

No se sabe dónde está el umbral de masa más allá del cual una supertierra es un minineptuno. Tampoco se sabe si el cambio es abrupto o suave, o si eso depende de las circunstancias de la formación del sistema planetario en cuestión.

A falta de observaciones se puede recurrir, una vez más, a los modelos. Un equipo de investigadores liderados por Helmut Lammer (Space Research Institute IWF, Austrian Academy of Sciences) ha simulado la formación de este tipo de planetas y ha llegado a una conclusión más bien pesimista sobre el asunto. Al parecer, estos mundos serían menos propicios para la vida de lo que se había pensado en un principio.

A partir de cierta masa del núcleo central de roca se obtiene un minineptuno con una atmósfera demasiado densa, lo que implica una superficie estéril.

Los planetas son un subproducto de la formación estelar. Las estrellas crecen a partir de nebulosas de gas y polvo. La mayoría de ese gas está constituido por hidrógeno y helio. Alrededor de la protoestrella se forma un disco protoplanetario en donde, por acreción, se van formando los planetas. Si la masa de rocas y metal que constituye el interior de un planeta es demasiado grande entonces la gravedad es lo suficientemente intensa como para retener gases ligeros como el hidrógeno y helio. Si es menos masivo entonces el poco gas ligero que se haya retenido se va escapando al espacio exterior, principalmente debido a la acción de los rayos ultravioletas de la joven estrella, sin que la gravedad pueda hacer nada para impedirlo.

Estos investigadores han simulado el proceso de captura y escape de gases ligeros en protoplanetas de masas comprendidas entre 0,1 y 5 veces la de la Tierra.

Según sus resultados por debajo de 0,5 masas el planeta no captura casi hidrógeno del disco protoplanetario.

Dependiendo del disco y asumiendo que la joven estrella emite más rayos UV que el Sol en la actualidad, planetas con un núcleo rocoso similar en masa a la Tierra capturan hidrógeno del disco, pero lo pierden al cabo de un tiempo.

Para masas mayores, similares a las supertierras encontradas, el planeta logra retener gran parte del hidrógeno según este modelo. Por lo tanto, serían más bien, minineptunos.

Según este resultado, algunos planetas en zona habitable descubiertos recientemente como Kepler-62e y Kepler 62f, no serían habitables debido a este problema. Según este resultado, los dos planetas capturarían de 100 a 1000 veces el hidrógeno contenido en el agua terrestre y sólo perderían un pequeño porcentaje.

Esa atmósfera tan densa provocaría una presión enorme en la superficie que lo harían inhabitable.

El tiempo dirá si este resultado es correcto. Para ello se pondrá al límite la capacidad de los telescopios gigantes en construcción y calidad de los telescopios espaciales en proyecto.

Puestos a especular, ya que hay suficiente libertad para hacerlo debido a la ausencia de datos espectrales, el asunto del hidrógeno en un protoplaneta quizás no sea tan incompatible con la vida, incluso puede que la favorezca. La fotosíntesis usa la energía solar para dividir el agua (o el sulfídrico) y obtener con ello el hidrógeno. El oxígeno es liberado, mientras que el hidrógeno es usado para sintetizar moléculas orgánicas. Si hay hidrógeno libre, un microorganismo sólo tendría que tomarlo de la atmósfera si ese llega hasta la superficie. Esto quizás habría favorecido el comienzo de la vida en la Tierra y además sería un mecanismo de consumo de dicho gas.

Obviamente, por encima de una densidad dada, las condiciones superficiales harían imposible la vida tal y como la conocemos.

Fuente: Neofronteras y otros sitios. Aportado por Eduardo J. Carletti

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La NASA presenta posibles rastros de vida en un meteorito marciano

La NASA ha publicado imágenes sobre las características encontradas en un meteorito de origen marciano, cuya formación ha sido relacionada con la actividad de organismos vivos del planeta rojo hace mucho tiempo, reavivando el debate en la comunidad científica sobre la vida en Marte

Imagen difundida por la NASA en la que señalan los posibles rastros de vida NASA

Concretamente, científicos del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, y el Laboratorio de Propulsión a Chorro en Pasadena, California, han encontrado evidencias de agua en movimiento a lo largo del meteorito marciano Yamato 000593. De unos 13,7 kilos de peso y 1.300 millones de años de antigüedad, fue hallado en 2000 en la Antártida, adonde se cree llegó hace 50.000 años como resto despedido de un impacto contra el planeta rojo. Los resultados de su investigación se han publicado en la revista Astrobiology.

Everett Gibson, del Centro Johnson, y sus colegas se centraron en las estructuras profundas encontradas en este objeto, que sugieren procesos biológicos podrían haber estado produciéndose en Marte desde hace cientos de millones de años.

El material de meteoritos de Marte se distingue de otros meteoritos y los materiales de la Tierra y la Luna en la composición de los átomos de oxígeno dentro de los minerales de silicato y los gases atmosféricos marcianos atrapados.

Esférulas de tamaños de un nanómetro a un micrómetro que se intercalan entre las rocas

El equipo encontró dos conjuntos distintivos de las características asociadas con la arcilla derivada de Marte. Encontraron estructuras de túneles y micro túneles que se abren paso a lo largo de Yamato 000.593. Los micro-túneles observados muestran formas ondulantes en curvas compatibles con alteraciones por biotexturas observadas en vidrios basálticos terrestres, previamente reportados por los investigadores que estudian las interacciones de las bacterias con materiales basálticos en la Tierra.

El segundo conjunto de características consta de esférulas de tamaños de un nanómetro a un micrómetro que se intercalan entre las capas dentro de la roca y son distintas de la capa de carbonato y silicato subyacente. Características esféricas similares se han visto anteriormente en el meteorito marciano Nakhla que cayó en 1911 en Egipto. Las mediciones de la composición de las esférulas muestran que están significativamente enriquecidas en carbono en comparación con las capas de las inmediaciones circundantes.

Los autores señalan que no pueden excluir la posibilidad de que las regiones ricas en carbono en ambos conjuntos de características pueden ser el producto de mecanismos abióticos: Sin embargo, las similitudes de textura y la composición de los elementos en las muestras terrestres, que han sido interpretados como biogénicos, implican la intrigante posibilidad de que las características de Marte se formaran por la actividad biótica.

Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti

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«La especie humana puede estar entre la primeras formas de vida avanzadas en el Universo»

La vida inteligente puede estar en la etapa de «muy joven» en el universo observable. Sus 200.000 millones de galaxias muestran un claro potencial para continuar como las vemos hoy por centenares de miles de millones de años, si no por mucho más. Debido a que los planetas y la vida son tan jóvenes en nuestro Universo, dice Dimitar Sasselov de la Universidad de Harvard, tal vez «la especie humana no ha llegado tarde a la fiesta. Podemos estar entre los primeros.»

Esto puede explicar por qué no vemos ninguna evidencia de «ellos» y puede ayudar a explicar la famosa paradoja de Fermi, que pregunta si hay vida inteligente avanzada en el Universo, ¿dónde están? ¿Por qué no hemos descubierto ninguna evidencia de su existencia?

La historia del universo según Sasselov en su nuevo estudio, The Life of Super-Earths, se ve así: generaciones de estrellas forman suficiente hierro y oxígeno, silicio y carbono y todos los demás elementos a partir del hidrógeno y el helio originales hace alrededor de 13.000 millones de años para poder formar la tierra en que vivimos y los planetas que la Misión Kepler está descubriendo hoy.

No hubo entornos estables en las galaxias que estuviesen suficientemente enriquecidos para tener planetas hasta hace unos nueve mil millones años, y planetas rocosos similares a la Tierra y súper-Tierras mayores, hace sólo algunos 7.000-8.000 millones de años. Y la vida tuvo que esperar hasta ese momento, o más tarde, para empezar a emerger en todo el Universo. Recién entre hace 7.000 y 9.000 millones de años estuvieron disponibles suficientes elementos pesados para la compleja química necesaria para que surja la vida, junto con planetas terrestres con entornos estables necesarias para la concentración química.

Enrico Fermi argumentó que, dada la edad la edad del Universo, y dada la gran cantidad de estrellas y sistemas planetarios y el increíblemente corto plazo de tiempo que les tomó los humanos desarrollar la tecnología, otros orígenes de la vida y civilizaciones en la Vía Láctea podrían haber tenido una ventaja significativa y deberían estar mucho más avanzados que nosotros.

Sasselov concluye que el argumento estadístico para la Paradoja de Fermi «es válido sólo si la escala de tiempo para la aparición de la vida es mucho más corta que la edad del universo, pero no lo es si las dos son comparables». El futuro de la vida en el Universo parece excelente, dice Sasselov.

Los planetas pueden ser sólo una pequeña fracción del universo debido a su pequeño tamaño, pero hay tantos de ellos que la probabilidad de la vida crece de manera exponencial. El universo está pasando la era Estelífera —el punto más alto de formación de estrellas— pero parece estar aún en un momento pico en la formación de planetas. Hay más estrellas en el universo que granos de arena en la Tierra, y hay una cantidad igual de planetas.

Hay 200.000 millones de estrellas en la Vía Láctea, y el 90% son lo suficientemente pequeñas y lo suficientemente antiguas como para tener planetas en órbita. Y sólo el 10% de estas estrellas se formaron con suficientes elementos pesados como para tener planetas similares a la Tierra, y un 2% de ellos —o 100 millones de súper-Tierras y Tierras— orbitando dentro de la zona habitable de su estrella.

El argumento de Sasselov en The Life of Super-Earths son convincentes. Uno tiene que preguntarse, sin embargo, que si otro planeta que haya en la Vía Láctea (y miles de millones de galaxias más allá) es tan solo mil millones de años más antiguo que la Tierra, ¿cuánto más avanzada y detectable sería su tecnología? Como es famoso que escribió Arthur C. Clarke, cualquier tecnología alienígena avanzada sería indistinguible de la magia.

Fuente: The Daily Galaxy. Aportado por Eduardo J. Carletti

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