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Habitabilidad de la Tierra: más de 1.000 millones de años

Dos grupos de investigadores extienden la habitabilidad de nuestro planeta durante más de 1.000 millones de años a partir del presente

Hay ciertos temas que se ponen de moda en el mundo científico, sobre todo después del tiempo que sigue después de haber sido “descubiertos”. Uno de ellos es la habitabilidad que tendrá la Tierra en un futuro. Recientemente se han realizado varios estudios al respecto.

Cuando pensamos en la habitabilidad de este planeta a largo plazo siempre pensamos en términos astronómicos. Así, por ejemplo, una vez supimos sobre la vida de las estrellas, calculamos la edad del Sol (una estrella de baja masa) y cuándo le queda por brillar. Dentro de unos 5.000 millones de años, cuando empiece a agotarse su combustible termonuclear, se convertirá en una gigante roja y engullirá a Venus y posiblemente la Tierra. Curiosamente, eso no significa la destrucción total de ambos planetas, pues sus núcleos rocosos sin vida quedarán siempre.

Lo que sí estaba claro es que la vida sobre la Tierra quedaría eliminada al empezar esta fase de nuestra estrella. Porque, en un ejercicio de tremendo optimismo, se creía que la vida duraría todo ese lapso. Pero no parece que sea así, el “último día perfecto sobre la Tierra” que mencionaba Carl Sagan en su Cosmos no es tan lejano.

La astrofísica no solamente nos sirve para saber cómo son las galaxias lejanas a las que jamás viajaremos o cómo pueden ser los planetas que orbitan alrededor de otras estrellas. También nos sirve para entender mejor nuestro mundo y entorno. También el clima y la vida que nos rodea. Además nos hace recapacitar sobre nosotros mismos y nuestro papel en el cosmos. Toda ciencia no hace nada más que eso, la tecnología es sólo un subproducto útil de esa búsqueda del saber.

El estudio de las zonas de habitabilidad de las estrellas y los posibles planetas que pueda haber en ellas nos ha llevado a la conclusión de que la Tierra se encuentra muy cerca del borde interior de la zona habitable del Sol. Las estrellas como el Sol se hacen cada vez más brillantes, por lo que llegará un momento en el que la zona habitable se desplace hacia el exterior y deje a la Tierra fuera de ella y demasiado expuesta a la radiación solar, por lo que sería demasiado caliente como para sustentar la vida.

El excesivo calor evaporaría el agua terrestre, aumentaría entonces el efecto invernadero, aumentaría la temperatura, se disociarían las moléculas de agua, y se tendría un planeta similar a Venus miles de millones de años antes de que el Sol se transforme en gigante roja.

Un misterio que todavía no ha sido resuelto bien es cómo consiguió escapar la Tierra de la congelación total hace miles de millones de años, cuando el Sol era un 20-25% menos brillante. Es lo que se conoce como la paradoja del Sol joven. Se han propuesto soluciones, que generalmente tienen en cuenta aspectos climáticos y de interacción entre la tectónica y los gases de efecto invernadero. En algunos estudios se han podido incluso medir las relaciones isotópicas de ciertos elementos en las microburbujas de aire atmosférico atrapadas en rocas de hace miles de millones de años.

Aunque se podría argumentar que nuestros modelos estelares son demasiado simples, las realidad es que las estrellas son simples y que se pueden comprobar en los millones de estrellas que podemos observar. En todo caso, son los modelos estelares con los que contamos, aunque con seguridad son mejorables.

También se ha podido comprobar recientemente el papel de la tectónica sobre el agua de los océanos, y cómo gran parte pasa al manto terrestre. Esto permite que planetas rocosos como la Tierra, pero de mayor tamaño, puedan tener continentes y una habitabilidad igual o mejor que la de nuestro mundo, tal y como se ha sabido recientemente.

La actividad volcánica y la formación y meteorización de rocas controla el ciclo geológico del carbono a largo plazo y, con ello, la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera y su consecuente efecto invernadero. Incluso la misma vida modifica las condiciones de habitabilidad de la Tierra con su propia existencia y sus acciones sobre el medio.

El caso es que hay tanto factores de evolución estelar como aspectos climáticos, geológicos y biológicos que determinan la habitabilidad de nuestro mundo. Las predicciones que se hagan sobre tiempos futuros remotos dependen de lo que conozcamos en el momento y de lo bien que se tengan en cuenta todos estos aspectos. Puede que haya algo que ahora no vemos o no tengamos en cuenta, y que cambie estas predicciones algún día, pero es así como funciona la ciencia: elabora la mejor predicción en un momento dado con la información que se dispone.

Dos estudios nuevos sobre la habitabilidad de nuestro mundo sugieren que el Sol no evaporará toda el agua terrestre en 1.000-1.500 millones de años a partir de ahora, por lo que será habitable todo ese tiempo.

En otros estudios anteriores, como el de Ravi Kopparapu (Pennsylvania State University) y sus colaboradores, se llegaba a la conclusión de que sólo un 6% más de radiación solar situaría a la Tierra en un efecto invernadero descontrolado. Como el Sol se hace un 1% más brillante cada 100 millones de años sólo habría vida durante otros 600 o 700 millones de años, que es poco más que el periodo de tiempo durante el cual ha habido vida compleja en la Tierra.

La clave está en el efecto invernadero húmedo, según el cual el vapor de agua alcanza gran altura en la atmósfera y allí es disociado por la luz solar en hidrógeno y oxígeno, que escapan al espacio exterior.

Pero según Eric Wolf (Universidad de Colorado) el modelo de Kopparapu es demasiado simple al tener en cuenta sólo la altura (es un modelo 1D) y excluir el papel de las nubes. Wolf y Owen Brian Toon han usado un modelo climático 3D desarrollado en el National Center for Atmospheric Research en su estudio. En ese modelo se tienen en cuenta esos factores y otros que le hacen más preciso. Asumen una concentración de 500 ppm de dióxido de carbono (superior al nivel actual) que se mantiene constante a ese nivel de manera indefinida. Además, el modelo tiene en cuenta factores como que los desiertos radian mucho calor al espacio.

Según este modelo, cuando el Sol se haga un 15,5% más brillante que hoy en día, la Tierra se calentará demasiado como para mantener agua líquida y la vida desaparecerá para siempre. Eso se traduce en unos 1.500 millones de años más para que la vida siga evolucionando. La vida podría sobrevivir en sus últimos tiempos en las regiones polares y finalmente ser solamente microbiana.

El otro estudio es de Jérémy Leconte (Universidad de Toronto) y sus colaboradores. En su modelo también se tiene en cuenta el papel de las nubes, pero las trata de un modo diferente. Llega a la conclusión de que la Tierra será habitable durante otros 1.000 millones de años.

Sin embargo, puede que se haya subestimado el periodo de habitabilidad en ambos casos. En los dos estudios se mantienen niveles de dióxido de carbono constantes, pero si la Tierra se calienta, también aumenta la formación de rocas carbonatadas, que se forman al fijar dióxido de carbono atmosférico, por lo que se reduce la concentración de este gas en la atmósfera y se reduce el efecto invernadero. Normalmente este gas es devuelto a la atmósfera por el vulcanismo, pero se espera que la actividad volcánica no aumente con el tiempo.

Pero otro problema de estos dos modelos es que no tienen en cuenta las respuesta de la vida misma a estos cambios y, por tanto, no se puede afirmar con seguridad por cuanto tiempo podrá sobrevivir.

Finalmente estos estudios limitan la definición de zona habitable. Según los resultados de Kopparapu, dicha zona en nuestro Sistema Solar empezaría en las 0,97-0,99 UA, por lo que la Tierra estaría casi en el borde (1 UA).

Si se asumen los nuevos resultados, dicha zona empezaría en las 0,93 UA y las 0,95 UA respectivamente. Extrapolando estos datos, significaría que en la galaxia habría de un 5% a un 6% más planetas habitables de lo que previamente se pensaba.

De todos modos es curioso el caso de unos seres capaces de pensar en términos de miles de millones de años de supervivencia de la vida cuando esta está amenazada ya por su culpa.

Fuente: Neofronteras. Aportado por Eduardo J. Carletti

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La NASA encuentra las pruebas más claras de posible agua en Marte

Científicos del Jet Propulsion Laboratory de la NASA han analizado nuevas imágenes de Marte que suponen la posible existencia de agua fluyendo del planeta

Los investigadores llaman a estos flujos «recurring slope lineae» (RSL) y aparecen durante los meses de mayor temperatura en Marte.

Se ha teorizado desde hace tiempo con la posibilidad de que existiera agua en Marte hace millones de años, o incluso de que siga existiendo en forma de hielo. Pero la presencia de estas líneas oscuras moviéndose a lo largo de los valles sugiere que podría haber agua líquida ahora mismo en Marte.

La NASA cree que esto se podría deber a un anti-congelante natural generado por el alto contenido de hierro en el terreno.

Han llegado a esta conclusión al superponer mapas de los componentes minerales de la superficie sobre el área donde se están produciendo esos flujos.

El resultado es la imagen debajo:

Estas fotos sugieren que las líneas oscuras podrían representar agua líquida fluyendo junto a los componentes de metal de hierro. De momento, los científicos creen que esta es la explicación más plausible, aunque no están 100% seguros de que sea así.

«Todavía no tenemos la prueba definitiva de la existencia de agua en los RSL», dice Lujendra Ojha, uno de los autores del estudio, del Georgia Institute of Technology. Sin embargo, añade, «no estamos seguros de cómo se podría producir este fenómeno sin agua».

Fuente: NASA. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Descubren sistema gigante de exoplanetas orbitando una estrella joven

Un equipo de astrónomos japoneses obtuvo en enero de 2014 una evidencia firme de la formación de un sistema planetario gigante alrededor de una estrella joven utilizando el Atacama Large Millimeter Array / submilimétrico (ALMA) en Chile. Este resultado tiene un impacto transformador en las teorías de formación de planetas y nos da una pista sobre el origen de una gran variedad de sistemas planetarios

El equipo de investigación, liderado por astrónomos de la Universidad de Osaka y la Universidad de Ibaraki, observó una joven estrella llamada HD142527 en la constelación de Lupus (el Lobo). La imagen de ALMA muestra que el polvo cósmico, que es el material componente de planetas, está dando vueltas alrededor de la estrella en forma de anillo asimétrico.

Mediante la medición de la densidad de polvo en la parte más densa del anillo, los astrónomos encontraron que es muy posible que se están formando ahora mismo planetas gaseosos gigantes como Júpiter o planetas rocosos similares a la Tierra en esa región.

Esta región está lejos de la estrella central, cerca de 5 veces más que la distancia entre el Sol y Neptuno. Esta es la primera evidencia firme que se ha descubierto hasta ahora de la formación de planetas tan lejos de la estrella central en un disco protoplanetario. El equipo de investigación planea nuevas observaciones de HD142527 con ALMA para una investigación más profunda, así como de otros discos protoplanetarios para tener una comprensión global de la formación de los planetas en general.

Hasta ahora se han descubierto más de 1.000 planetas extrasolares, y es ampliamente reconocido que el Sol no es la única estrella que tiene planetas. En la búsqueda de planetas extrasolares, los astrónomos han encontrado una amplia variedad de planetas planetas gigantes gaseosos como Júpiter orbitando alrededor de estrellas centrales en una órbita mucho más pequeña que la de Mercurio y planetas que tienen una órbita muy amplia, más allá de la órbita de Neptuno en el Sistema Solar. Si bien se han descubierto una gran diversidad de planetas extrasolares, el proceso de formación de planetas aún no se conocen bien. Este es uno de los temas de mayor importancia en la astronomía moderna y se han llevado a cabo un número creciente de observaciones para explorar la región de formación de planetas alrededor de estrellas jóvenes.

Una estrella juvenil está rodeado por un anillo de polvo y gas, lo que sería el material que compone a los planetas. El polvo cósmico consiste en pequeñas partículas sólidas compuestas de silicio, carbono, hierro y otros elementos de un tamaño de alrededor de 0,1 micrómetros. Se cree que las partículas de polvo en el disco alrededor de HD142527 crecieron por encima de un tamaño de 1 milímetro. Recientes observaciones en el infrarrojo cercano con el telescopio Subaru NAOJ revelaron que los discos protoplanetarios tienen estructuras que son mucho más complejos de lo que esperábamos.

Se cree que las estructuras en espiral o con huecos están asociadas con los planetas ocultos en el disco. Sin embargo, es imposible medir la cantidad de polvo y de gas en la parte más densa del disco con observaciones en el infrarrojo cercano. Dado que la luz infrarroja cercana es fácilmente absorbida o dispersada por una gran cantidad de polvo, no es adecuada para la observación de la parte más interna de la región densa del disco. Entonces, la clave para la solución serán las ondas milimétricas y submilimétricas, que se pueden observar con ALMA.

El equipo de investigación seleccionó una joven estrella HD142527 en la constelación de Lupus (el Lobo) como blanco de sus observaciones con ALMA. A través de sus observaciones anteriores del disco alrededor de HD142527 con el Telescopio Subaru, descubrieron un hueco dentro del disco y la forma peculiar del disco exterior.

ALMA detectó la emisión submilimétrica del anillo de polvo alrededor de la estrella. La emisión tiene una distribución no uniforme, y el lado norte es 30 veces más brillante que el tenue lado sur.

«Estamos muy sorprendidos por el brillo de la cara norte», dijo Misato Fukagawa, el líder del equipo y profesor asistente en la Universidad de Osaka. «La parte más brillante de la onda submilimétrica se encuentra lejos de la estrella central, y la distancia es comparable a cinco veces la distancia entre el Sol y Neptuno. Nunca he visto un nudo tan brillante en una posición tan lejana. Esta fuerte emisión submilimétrica puede interpretarse como una indicación de que gran cantidad de material se acumula en esta posición. Si se acumula una cantidad suficiente de material, pueden formarse ahí planetas o cometas. Para investigar esta posibilidad, medimos la cantidad de material».

Al calcular la cantidad de material en base a la fuerza de emisión submilimétrica, la temperatura del material es un parámetro importante. El equipo estima la temperatura en la región densa por medio de las observaciones de los isotopómeros de monóxido de carbono.

Como resultado, el equipo llegó a dos posibilidades: la formación de un planeta gigante gaseoso, o un planeta rocoso. Si la abundancia de polvo y de gas es comparable a la del ambiente típico en el universo (la relación de masa de polvo y gas es de 1 a 100), la región densa es lo bastante masiva como para atraer gran cantidad de gas debido a la propia gravedad y formar planetas gigantes gaseosos varias veces más masivos que Júpiter.

Aunque esto es similar al proceso de formación de estrellas en las nubes cósmicas, es la primera vez que la posibilidad de un proceso de formación de planeta así se sugiere directamente por las observaciones de los discos protoplanetarios. La otra posibilidad es la formación de «trampas de polvo», en las que la abundancia de polvo es excepcionalmente más alta que en la otra parte del disco. Si la trampa de polvo se forma en los discos, se pueden formar planetas rocosos similares a la Tierra, pequeños cuerpos como cometas o núcleos de planetas gaseosos. En ambos casos, es muy posible que se estén formando planetas en la parte densa del disco alrededor de HD142527.

Los fundamentos de los dos procesos de formación de planetas antes mencionados fueron predichos teóricamente hace más de 30 años. Los astrónomos suponen que la formación de los planetas de nuestro sistema solar comenzó con la colisión y coalescencia de gran cantidad de polvo, entonces la concentración de polvo se convertiría en una serie de núcleos de planetas (protoplanetas), y estos núcleos se convertirían en planetas a causa de numerosas colisiones y coalescencias. Algunos de los núcleos capturarían masivas atmósferas para formar gigantes gaseosos. Se pensaba que los dos procesos se producen cerca de la estrella central (alrededor de la orbita de Júpiter y Saturno) en los sistemas planetarios similares a nuestro Sistema Solar, pero los nuevos resultados de ALMA socavan esta suposición convencional.

El equipo de investigación descubrió dos posibilidades en el proceso de formación planetaria que está teniendo lugar en el disco alrededor de HD142527. El siguiente paso será una medición precisa de la cantidad de gas para identificar qué proceso está involucrado. El equipo continuará con las observaciones detalladas usando ALMA con una mejor capacidad.

«HD142527 es un objeto peculiar, por lo que nuestro conocimiento limitado influye, dice Fukagawa». Sin embargo, se han descubierto otros discos protoplanetarios asimétricos desde comenzó la operación científica de ALMA. Nuestro objetivo final es dar a conocer el importante proceso físico que controla la formación de planetas. Para lograr este objetivo, es importante obtener una visión completa de la formación de los planetas a través de observaciones de muchos discos protoplanetarios. Esperamos ser parte de esta gran aventura».

Fuente: The Daily Galaxy. Aportado por Eduardo J. Carletti

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