Se está acumulando evidencia de que la luna Encélado de Saturno alberga un burbujeante océano subterráneo, donde las condiciones podrían ser acogedoras para la vida
Durante años los investigadores han estado debatiendo si Encélado, una diminuta luna que flota en el exterior de los anillos de Saturno, es hogar de un gran océano subterráneo. ¿Es húmedo, o no? Ahora, unas nuevas pruebas han inclinado la balanza. No sólo es probable que Encélado tenga un océano sino que es probable que tenga gas, como las bebidas de refresco, y podría ser amigable para la vida microbiana.
La historia comienza en 2005 cuando la sonda Cassini de la NASA sobrevoló Encélado en un encuentro cercano.
«Los geofísicos esperabamos que este pequeño mundo fuese un trozo de hielo, frío, muerto, y sin interés», dijo Dennis Matson, del Jet Propulsion Laboratory de la NASA. «Muchacho, ¡nos sorprendimos!»
Cassini descubrió que la pequeña luna expulsaba chorros de vapor de agua, partículas de hielo y compuestos orgánicos a través de fisuras (ahora se las conoce como «rayas de tigre») en su congelada superficie. Mimas, una luna cercana de más o menos el mismo tamaño, estaba tan muerta como los investigadores esperaban, pero Encélado era muy activa.
Muchos investigadores vieron los chorros de hielo como prueba de que existe una gran masa de agua subterránea. Cerca de la superficie bolsones de agua líquida a temperaturas cercanas a cero grados centígrados podrían ser la explicación de los chorros de agua. Pero hubo problemas con esta teoría. Por un lado, ¿dónde estaba la sal?
En los primeros sobrevuelos, los instrumentos de la Cassini detectaron carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y diversos hidrocarburos en los gases de los chorros. Pero no había ninguno de los elementos salinos que debe contener el agua de mar.
En 2009, el Analizador de Polvo Cósmico de Cassini encontró la sal faltante, en un lugar sorprendente.
«No estaba en los chorros de gases en que los que había estado buscando», dice Matson. «En cambio, las sales de sodio, potasio y carbonatos estaban encerrados en las partículas de hielo de los chorros». Y la fuente de estas sustancias tiene que ser un océano. El material disuelto en el océano es similar al contenido de estos granos».
Las últimas observaciones de la Cassini presentaron otro descubrimiento interesante: las mediciones térmicas revelaron fisuras con temperaturas de hasta -84,4º C.
«¡Este descubrimiento puso a cero nuestros relojes!», dijo Matson. «Esta alta temperatura tienen que ser de origen volcánico. El calor debe fluir desde el interior, suficiente para fundir parte del hielo subterráneo, creando un abastecimiento de agua subterránea».
El hallazgo hizo reflexionar a los científicos sobre cómo podrían alcanzar la superficie los contenidos de un océano cubierto por una corteza de hielo de hasta decenas de kilómetros de espesor.
«¿No has sido rociado alguna vez al abrir la parte superior de una lata de refresco?», pregunta Matson.
El modelo que él y sus colegas proponen sugiere que los gases disueltos en aguas profundas por debajo de la superficie forman burbujas. Puesto que la densidad del «agua efervescente» resultante es menor que la del hielo, el líquido asciende rápidamente a la superficie a través del mismo.
«La mayoría del agua se esparce hacia los lados y ‘calienta’ una fina capa de hielo de la superficie, que tiene unos 300 metros de espesor», explica Matson. «Pero algo de ella se acumula en cámaras subterráneas, junta presión, y luego se espande a través de pequeños agujeros en el suelo, como las gaseosas que escupen cuando se las abre. Como el resto del agua se enfría, se filtra hacia abajo para llenar el océano y iniciar el proceso de nuevo».
Otro hay otro misterio: «¿De dónde surge el calor en este pequeño cuerpo?», se pregunta Larry Esposito de la Universidad de Colorado. «Creemos que podría estar contribuyendo el calentamiento por marea».
Las poderosas mareas de Saturno en realidad hacen que la forma de Encélado cambie ligeramente a medida que orbita. Los movimientos de flexión en el interior de la luna generan calor (como el calor que se siente en un alambre cuando se lo dobla rápidamente hacia atrás y adelante). En este modelo, fricción interna alimenta la actividad volcánica, que calienta y derrite el hielo.
«Ahora está claro que, sea lo que sea que está produciendo calor, Encélado cumple con muchos requisitos para la vida», dice Esposito. «Sabemos que tiene un océano líquido, materia orgánica y una fuente de energía. Y encima, conocemos organismos en la Tierra en ambientes similares».
Nadie sabe a ciencia cierta lo que está pasando bajo el hielo, pero parece que esta pequeña luna tiene una gran historia que contar: chorros en erupción, un océano subterráneo, la posibilidad de vida.
Y se pensaba que el sitio era aburrido…
Fuente: NASA. Aportado por Eduardo J. Carletti
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