Un tesoro escondido en la Gran Nube de Magallanes

A cerca de 200.000 años luz de la Tierra, la Gran Nube de Magallanes, una galaxia satélite de la Vía Láctea, flota en el espacio en un baile lento y largo alrededor de nuestra galaxia. Dentro de ella, vastas nubes de gas colapsan lentamente para formar nuevas estrellas. A su vez, éstos se iluminan las nubes de gas en una fiesta de colores, visibles en esta imagen del Telescopio Espacial Hubble de la NASA / ESA

La Gran Nube de Magallanes (Large Magellanic Cloud, LMC) está llena de regiones de formación estelar. Desde la Nebulosa de la Tarántula, la guardería estelar más brillante en nuestro vecindario cósmico, hasta LHA 120-N 11, parte de la cual se ofrece en esta imagen del Hubble. La pequeña e irregular galaxia está salpicada de nebulosas brillantes, el signo más evidente de que están naciendo estrellas nuevas.

La LMC se encuentra en una posición ideal para los astrónomos para estudiar los fenómenos relativos a la formación de estrellas. Se encuentra en una ubicación fortuita en el cielo, lo suficientemente lejos del plano de la Vía Láctea para no ser eclipsada por las estrellas cercanas ni oscurecida por el polvo en el centro de la Vía Láctea. También está lo suficientemente cerca como para estudiar en detalle (menos de una décima parte de la distancia de la galaxia de Andrómeda, la galaxia espiral más cercana), y se encuentra casi de frente a nosotros, lo que nos aporta una vista de pájaro.

LHA 120-N 11 (conocida como N11, para abreviar) es una región especialmente brillante de la LMC, que consiste en varias bolsas adyacentes del gas y de formación de estrellas. NGC 1769 (en el centro de la imagen) y NGC 1763 (a la derecha, ver heic1011) están entre las partes más brillantes.

En el centro de esta imagen, un dedo oscuro de polvo oculta gran parte de la luz. Mientras que las nebulosas están formadas en su mayor parte de hidrógeno, el elemento más simple y más abundante en el universo, las nubes de polvo son el hogar de los elementos más pesados y más complejos, que van a formar planetas rocosos como la Tierra. Mucho más finas que el polvo en nuestras casas (que es más como humo), este polvo interestelar se compone de material expulsado de las generaciones anteriores de estrellas que murieron.

Los datos de esta imagen fueron identificados por Josh Lake, un profesor de astronomía en la Escuela Pomfret en Connecticut, EE.UU., en el concurso de procesamiento de imagen Tesoros Ocultos del Hubble. El concurso convoca a la gente a escarbar a la búsqueda de datos científicos inéditos en el vasto archivo de Hubble, y transformarlas en imágenes sorprendentes.

Josh Lake ganó el primer premio en el concurso con una imagen que contrasta la luz de hidrógeno brillante y nitrógeno en N11. La imagen de arriba combina los datos que identificó con exposiciones adicionales tomadas en azul, verde y luz cercana al infrarrojo.

Fuente: Science Daily. Aportado por Eduardo J. Carletti

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