Lleva escribiendo desde que de niño se rompió un brazo y una pierna de una caída. Primer demiurgo de Rocavarancolia, ha dado vida a otros universos antes gracias a sus relatos y novelas (Las fuentes perdidas, La casa de la colina negra, los cuentos de Soberbia…). Ha ganado dos veces el premio Alberto Magno y uno el UPC de Ciencia Ficción, pero con La Cosecha de Samhein (primera parte de la trilogía de “El ciclo de la Luna Roja”, publicado en Alfaguara) ha dado un giro completo a su carrera. Su imaginación y su talento convierten este viaje de la luz a la oscuridad en uno de los títulos imprescindibles de este renacer de la literatura juvenil
PREGUNTA: ¿Por qué “La Cosecha de Samhein” es una novela para jóvenes?
JOSÉ ANTONIO COTRINA: Cuando tuve la idea de “La Cosecha” pensé en quién podría disfrutar más de ella. Y me pareció muy claro que un adolescente, que la idea de estar perdido en una ciudad mágica podía ser más llamativa para ellos. Que eran los que más la podían disfrutar.
P.: En ella se habla también de la luz y la oscuridad, del bien y el mal…
J.A.C.: La literatura fantástica recurre mucho a la frase esa de la lucha entre la luz y la oscuridad, y no tengo nada en contra de ella, pero esta novela no va de eso. Es de la luz y la oscuridad, de cómo se pueden llegar a combinar. De cómo la oscuridad de esta ciudad puede afectar a la luz de los protagonistas.
P.: Se ha hablado de la novela como una de las primeras que aborda de forma cruda la muerte, y tú has dicho que no ibas a rebajar nada, a hacerlo más suave, por el público al que va dirigida. Sin embargo hay otros ejemplos antes, ¿por qué “La Cosecha de Samhein” es diferente?
J.A.C.: Creo que esos momentos tienen un punto más de interiorización de los muchachos, de creérselo ellos. La muerte está muy presente en toda la novela, no sólo cuando muere un personaje.
P.: Los nombres de los personajes los tomas prestados de amigos y conocidos. ¿Las personalidades también?
J.A.C.: Todo te influye, claro. Cualquier persona, cualquier cosa, te puede ayudar a construir un personaje, es una especie de batiburrillo. Los personajes no los creas de la nada, los creas del todo, los vas montando como puedes.
P.: Algunos autores aseguran que no puedes escribir de algo que no conozcas. Que sólo puedes coger lo que conoces, retorcerlo y hacerlo “mejor”. ¿Conoces alguna ciudad como Rocavarancolia?
J.A.C.: Creo que no, pero he leído muchas historias de muchas ciudades fantásticas, como “Las ciudades invisibles” de Italo Calvino, aunque ninguna sea de este estilo. Además, yo escribía cuentos sobre una ciudad, Soberbia, y Rocavarancolia es Soberbia. Aunque ya tamizada y echa polvo. Pero es una mirada a eso, hacia todas ciudades, existentes o no, que me han impactado.
P.: ¿Es Vitoria una buena ciudad para escribir?
J.A.C.: Sí, de hecho es una de mis inspiraciones. Por ejemplo, siempre que escriba de un cementerio en el fondo será el cementerio de Vitoria.
P.: ¿Crees que sobrevivirás a Rocavarancolia, literariamente? ¿Que serás capaz de salir de ese escenario?
J.A.C.: Espero que sí. Me lo estoy pasando muy bien, estoy disfrutando mucho. Y creo que saldré, pero no del todo. Una idea que tengo es escribir cuentos cortos que vayan ampliando el universo de Rocavarancolia. Sobre sus habitantes, la historia…
P.: ¿Vamos a conocer también en esta trilogía la historia de la ciudad?
J.A.C.: Una de mis ideas es no sólo contar la historia de los muchachos, sino también la historia de la ciudad desde el principio, desde que se funda. Además es que su historia está muy relacionada con lo que ocurre. El pasado de Rocavarancolia va a llegar al presente, a lo que está pasando, de una manera brutal.
P.: ¿Los cuentos de Marina en “La Cosecha de Samhein” salen de tus propias ideas sobre Soberbia?
J.A.C.: No, no, eso no. Las historias de Soberbia eran más oníricas, más recargadas. “Destino Soberbia” es la historia de un músico callejero al que alguien da un billete de tren a una ciudad que no existe, a Soberbia. Y no aparece la ciudad, acaba con él llegando a ella. Y es un cuento horrible, pero la ilusión que me hacía ese relato es que llevaba mucho tiempo sin escribir y quería volver pero no podía, hasta que un día me vino a la mente una frase: “bajo un cielo inconcluso apuñalado de estrellas soñé esta noche la ciudad de Soberbia”. No es que sea buena o mala, da igual, la cuestión es que me volvió a abrir las puertas , aunque luego la dejara para el segundo relato. Con “Destino Soberbia” quería expresar también mi vuelta al mundo mágico. Así que creo que en lo único en lo que se parecen los relatos de Delirio y Soberbia es en el número.
P.: ¿Lo retomarás algún día?
J.A.C.: Yo creo que sí.
P.: ¿Por qué los géneros “marginales”, es decir, ciencia-ficción, fantasía…?
J.A.C.: Porque desde siempre ha sido el género (de literatura, cine, cómic) que más me ha llegado, es esa creación de lo imposible, esa sensación de maravilla, de “vale, no existe, pero me lo trago durante un rato”… sobre todo cuando eres un chaval. Ahora ese subidón no es lo mismo que antes, pero me gustaría poder crearlo en otros.
P.: ¿Qué es lo mejor que te ha dicho algún lector?
J.A.C.: Algunos me dice que no quieren que se acabe.
P.: ¿Por qué una trilogía?
J.A.C.: Yo sólo iba a hacer una novela, pero ya la llamaba la novela interminable. O el capítulo cuatro eterno, porque al llegar a él yo tenía más o menos la idea de lo que iba a ocurrir en él, y empecé a escribirlo y seguí y seguí… En un momento determinado corté y pasé al cinco, y al sexto, y seguía escribiendo. Y seguía siendo el capítulo cuarto. Al final, de haberlo dejado sólo en uno habría sido tan largo como la mitad de “La casa de la Colina Negra”. Y ahí empecé a intuir que había perdido la brújula y que esta novela no iba a ser tan corta como yo quería.
P.: Pero no te arrepientes…
J.A.C.: No, en absoluto. De hecho, si me hubiera dado cuenta antes de que iba a ser tan larga no la habría escrito, y era una historia que había que escribir.
P.: ¿Volverás a la ciencia-ficción?
J.A.C.: Volveré, de vez en cuando picoteo algo, pero yo soy sobre todo un escritor de fantasía, que puede englobar a la ciencia-ficción y al terror, no tengo problemas con eso. Pero también sé que tengo mis limitaciones, porque, por ejemplo, no tengo formación científica, con lo que cuando escribo de ese género es más bien una fantasía tecnológica.
P.: Lector declarado de cómics, y autor de uno, ¿cuánto te han influido a la hora de escribir?
J.A.C.: Mucho. De hecho creo que los cómics de Marvel son una de mis grandes influencias. Recuerdo un cómic de Bruguera de Spiderman, no por el cómic en sí, sino por las referencias a otros números, que me hizo pensar que era tan grande que no les cabía en uno sólo. Y todas mis historias, todos mis universos, siempre quedan abiertos, admiten continuaciones. Algunos, como “La Casa de la Colina Negra” o “Las fuentes perdidas”, demás la necesitan.
P.: A la hora de escribir una historia, ¿sabes siempre hacia dónde vas?
J.A.C.: Se puede escribir con mapa, que es tener un bosquejo aproximado, y escribir con brújula, y yo soy mixto. Sabía lo que quería hacer, el camino que quería recorrer, pero quedaban zonas vacías. El primer año y año y medio de escribir la novela, la trilogía de “El ciclo de la Luna Roja”, fue de ver hacia dónde iba, qué es lo que iba a pasar. El final de la historia lo tengo muy claro, y así lo puedo preparar desde el principio, porque me gusta que haya coherencia en lo que escribo. Si vas sin brújula te arriesgas a perderte… Aunque a veces apetece también un poco de locura.
P.: ¿Alguna lectura que te haya marcado especialmente?
J.A.C.: Muchas… “La historia interminable”, “Sortilegio” de Clive Barker, Stephen King, “El Napoleón de Notting Hill”, que revisito de vez en cuando, “Las ciudades invisibles” de Italo Calvino…
P.: ¿En la historia de qué escritor de te gustaría estar metido?
J.A.C.: Michel Ende. Yo quería ser Bastian.
P.: ¿Tenemos que dejar de perder la inocencia?
J.A.C.: Creo que es algo que pasa, que es inevitable. Podemos luchar contra ello, pero tarde o temprano ocurre.
P.: ¿Hay algo de cuando eras pequeño que te gustaría recuperar?
J.A.C.: La sensación de maravilla plena cuando estás leyendo algo, cuando te borras completamente y crees en lo que lees de un modo completo.
P.: ¿Por qué hay que leer “La Cosecha de Samhein”?
J.A.C.: Porque me gustaría creer que puede trasmitir y hacer sentir lo que siento yo al escribirlo, y es brutal, me estoy divirtiendo como nunca en este lado oscuro de la magia.
Fuente: Susana Iván, Nueva Tribuna. Aportado por Eduardo J. Carletti
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