El hombre de Piltdown ha pasado a la historia como uno de los mayores fraudes de la paleontología. Una mandíbula de orangután unida artificialmente al cráneo de un humano actual engañó durante años a los expertos y fue considerado como un nuevo y revolucionario antepasado de Homo sapiens. Todo ocurrió a principios del siglo XX, cuando la tarea de datar un fósil y examinarlo no contaba con la tecnología de hoy en día
Si alguien en quien Piltdown haya sembrado la semilla del escepticismo tuviera dudas de la existencia de los dinosaurios, podrá encontrar, en un nuevo estudio publicado en la última edición de la revista británica Proceedings of the Royal Society B, evidencias frescas de aquellos animales; evidencias que van más allá de huesos fosilizados o icnitas.
Phillip Manning, del Museo de Manchester, y colegas han realizado un completo análisis de la estructura y composición de tejidos blandos mineralizados (piel, falanges, tendones) que pertenecieron a un hadrosaurio de finales del Cretácico, poco antes del ocaso del largo reinado de sus congéneres sobre la Tierra.
Los resultados confirman que la estructura de la piel del reptil prehistórico es igual a la de aves y cocodrilos modernos, sus descendientes. Algo que ya se suponía, pero que se demuestra esta vez con evidencias concretas.
Los fragmentos orgánicos del espécimen encontrado proceden de la prolífica formación de Hell Creeks, en Dakota del Norte. El hadrosaurio (‘Edmontosaurus sp.’) en cuestión ha sido bautizado, pues, ‘Dakota’.
Conservación extraordinaria
Que se encuentren tejidos blandos de tamaña antigüedad no es, pese a ser siempre jugoso para la ciencia, una estricta novedad. La coincidencia de distintos factores ambientales -enterramiento repentino y conservación en entornos pobres en oxígeno- puede permitir que los tejidos orgánicos, destinados, en condiciones normales, a descomponerse rápidamente y desaparecer, puedan durar a lo largo de tiempos extraordinarios.
Pero el estudio sí es novedoso en sus procedimientos. Las evidencias bien aprovechadas pueden llevar a resultados interesantes. «Es uno de los análisis más completos que se han hecho hasta ahora de los restos de un dinosaurio», comenta a elmundo.es José Luis Sanz, de la Universidad Autónoma de Madrid y el mayor experto en dinosaurios de España. «Se han utilizado muy diversas técnicas de observación para tratar de conocer los mecanismos que han permitido la conservación de estos tejidos», añade.
Las partes blandas encontradas pertenecen a falanges, piel y tendones osificados. La ‘autopsia’ ha revelado que el hadrosaurio fue enterrado abruptamente en los márgenes arenosos de un río y cubierto de un sedimento fino que envolvió su piel formando una especie de cemento.
Aunque el análisis de los restos del animal no ha obtenido proteínas intactas, sí muestra la presencia de estructuras celulares, bloques de aminoácidos que en su día formaron las proteínas. Toda una lección de conservación.
Fuente: El Mundo. Aportado por Gustavo A. Courault
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