Hace alrededor de un año nos sorprendió en las oficinas de New Scientist el enterarnos que se decía que un hermoso fósil de primate de 47 millones de años era el antepasado de todos los seres humanos
Apodado «Ida», el periódico The Guardian lo aclamó como «la octava maravilla del mundo».
La principal razón de que esto nos sorprendiera fue porque estábamos enterándonos de este fabuloso descubrimiento a través de los medios de comunicación, no directamente por una revista académica. Algo nos olía mal (y también nos molestaba no haber sido informados de ello). Y tan pronto como los científicos y los bloggers tuvieron en sus manos el documento que describe a Darwinius masillae, comenzó a aparecer la oposición.
Ahora, un equipo independiente ha examinado los fósiles en detalle. En un artículo en el Journal of Human Evolution sostienen firmemente que Darwinius no es uno de nuestros antepasados.
Jorn Hurum, de la Universidad de Oslo, Noruega, paleontólogo que describió por primera vez Darwinius y orquestó la campaña de los medios, había afirmado que el fósil era un haplorhine, un primate «nariz-seca» del grupo que incluye a los monos del Viejo Mundo y los simios (y a los seres humanos ).
No es así, dice el antropólogo Chris Kirk en en la Universidad de Texas en Austin: es un primate strepsirrhine, de los «nariz mojada», que incluye los lémures y los loris. Brian Switek explica el análisis aquí.
Kirk dice:
«Muchas líneas de evidencia indican que Darwinius no tiene nada que ver con la evolución humana.»
En una presentación televisiva de fósiles en el Museo de Historia Natural en Londres, le pregunté a Hurum si él no tendría que haber hecho un análisis científico más riguroso antes de «lanzarse a la pileta». Se puede ver su respuesta aquí.
Menciona que su grupo está preparando varios otros documentos sobre Darwinius. Todavía tienen que materializarse. La moraleja es clara: no se anuncian descubrimientos a través de los medios de comunicación, sino pasando por un probado proceso de revisión.
Comentaristas como Ben Goldacre han sugerido que los científicos deben cortar con los periodistas y dar a conocer su trabajo directamente. Si bien el caso Darwinius no es tan grave como las reclamaciones médicas inexactas, ha dado argumentos a los creacionistas, que desean decir que hay desacuerdos entre los científicos acerca de los orígenes humanos, y esto ilustra lo que puede suceder si los científicos manipulan directamente a los medios de comunicación .
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
Más información: