Imagínese paseando de medianoche y que su ruta sea iluminada por filas y filas de árboles brillando con un fantasmal color azul
Si alguna vez el trabajo por un equipo de estudiantes de pregrado de la Universidad de Cambridge llega a las calles, podríamos ver muestras en las calles de estos árboles bioluminiscentes con aspecto de ensueño. Los estudiantes han dado el primer paso en este sentido al desarrollar herramientas genéticas que permiten que los rasgos de la bioluminiscencia se puedan transferir con facilidad a un organismo.
La naturaleza está llena de criaturas que brillan en la oscuridad, pero su brillo es débil, demasiado poco para iluminar la lectura, por ejemplo. Para aumentar esta luz, el equipo, que participó en la competencia International Genetically Engineered Machines (iGEM), modificó el material genético de las luciérnagas y de la bacteria marina luminiscente Vibrio fischeri para acrecentar la producción y actividad de las enzimas que producen la luz. Luego hicieron unas modificaciones adicionales para crear componentes genéticos, o «BioBricks» (bioladrillos), que se pueden insertar en un genoma.
El equipo logró producir una gama de colores, poniendo estos genes en la bacteria Escherichia coli. Y comprobaron que un volumen de cultivo bacteriano del tamaño de una botella de vino emitía luz suficiente para leer.
«No terminamos produciendo árboles bioluminiscentes, que fue la inspiración del proyecto», dijo Theo Sanderson, un miembro del equipo que estudia genética. «Pero decidimos hacer un conjunto de partes que les permitirán a los futuros investigadores usar la bioluminiscencia de manera más eficaz». El equipo presentó sus conclusiones a principio de este mes en el iGEM Jamboree, que se celebró en el Massachusetts Institute of Technology.
Un importante obstáculo para aprovechar la bioluminiscencia es que el proceso se basa en una clase de compuestos llamados luciferinas. Éstas emiten la luz y luego se convierten en oxiluciferina, que ya no produce luz. Para contrarrestar esto, el equipo de Cambridge ideó BioBricks que permitieran que los organismos produjeran enzimas para reciclar la oxiluciferina.
Las plantas bioluminiscentes podrían ayudar en especial a personas cuyos hogares no están conectados a la red eléctrica. Estas luces vivientes no tienen piezas que se rompan y se crearían nuevas luces haciéndolas crecer. El equipo calcula que para que un árbol bioluminiscente pueda competir con una luz de la calle, solamente debería ser desviado el 0,02% de la energía absorbida por la fotosíntesis para la producción de luz.
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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