Esta estrella, un 15% más grande que el Sol y situada a 110 años luz es visible con prismáticos. Las mediciones indican que nació a partir de la misma nube de polvo y gas que nuestra estrella, el Sol
Un equipo de astrónomos de la Universidad de Texas en Austin, EEUU, identificó a la primera «hermana» del Sol, una estrella que casi con toda seguridad nació en la misma nube de polvo y gas que la nuestra, hace más de 4.500 millones de años.
El equipo, que publicará su trabajo en junio en la revista The Astrophysical Journal, cree que los métodos utilizados podrán ser de ayuda para que otros investigadores encuentren a otras hermanas solares, lo que facilitaría la comprensión de dónde se formó nuestro Sol y de cómo nuestro sistema se convirtió en un lugar propicio para la vida.
La nebulosa que generó el Sol también fue la cuna del nacimiento de miles de estrellas que deberían haber sobrevivido, como lo hizo la nuestra. Sin embargo, los científicos han tenido serias dificultades para encontrarlas.
¿Dónde están metidas? ¿A qué punto de la galaxia se han dirigido?
El astrónomo Simon Portegies Zwart, de la Universidad de Lieden, en los Países Bajos, estimó en algún momento que entre 10 y 60 de ellas deberían residir a menos de 330 años luz de la Tierra. A esa distancia, podrían ser visibles con unos prismáticos, pero no había ni rastro.
La hermana solar identificada por el equipo de Austin está en ese rango de distancia, a 110 años luz en la constelación de Hércules. En efecto, es visible con unos binoculares de baja potencia, no muy lejos de la brillante estrella Vega. Llamada HD 162826, es un 15% más grande que el Sol.
La misma firma química
Antes de identificarla, los astrónomos realizaron un seguimiento sobre 30 posibles candidatas: 23 con el Telescopio Harlan J. Smith del Observatorio McDonald, y las restantes, visibles sólo desde el hemisferio sur, con el Telescopio Magallanes del Observatorio Las Campanas en Chile. Para todas estas observaciones se utilizó espectroscopia de alta resolución para conocer la composición química de las estrellas.
Además de los análisis químicos, el equipo también recogió información de las órbitas de las estrellas, dónde habían estado y hacia dónde van en su camino alrededor del centro de la Vía Láctea. Tras combinar toda la información disponible, solo una candidata, HD 162826, era consistente.
Los investigadores han descartado la posibilidad de que giren a su alrededor planetas gaseosos (llamados Júpiter calientes), pero no descartan que sí puedan hacerlo mundos más pequeños de tipo terrestre.
Aunque el hallazgo ya es intrigante en sí mismo, puede ir más allá y servir de hoja de ruta para encontrar a otras muchas hermanas del Sol que, desde su formación, pueden haber acabado en diferentes partes de la Vía Láctea. «Unos pocas, como HD 162826 , aún están cerca. Otras están mucho más lejos», dice Ivan Ramirez, responsable del estudio en la Universidad de Texas. A su juicio, esto será fundamental para analizar la ingente cantidad de datos que proporcionará la sonda Gaia, lanzada al espacio para estudiar millones de estrellas.
Una vez que muchas más hermanas solares hayan sido identificadas, los astrónomos estarán un paso más cerca de saber dónde y cómo se formó el Sol. «Queremos saber dónde nacimos», señala Ramirez. «Si podemos averiguar en qué parte de la galaxia se formó el Sol, podemos limitar las condiciones en el Sistema Solar primitivo. Eso podría ayudarnos a entender por qué estamos aquí».
Además, existe la posibilidad «pequeña, pero no cero», de que alrededor de estas estrellas giren planetas que albergan vida. En sus primeros días dentro de su grupo de nacimiento, explica Ramirez, las colisiones podrían haber golpeado pedazos de esos planetas, fragmentos que podrían haber viajado entre los sistemas solares, y tal vez incluso pueden haber sido responsables de traer la vida primitiva a la Tierra. O al revés, los fragmentos de la Tierra podrían haber transportado vida a planetas que orbitan hermanas solares. «Así que se podría argumentar que las hermanas solares son candidatas clave en la búsqueda de vida extraterrestre», asegura el investigador.
Fuente: The Astrophysical Journal y varios medios. Aportado por Eduardo J. Carletti
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