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Michael Wolff: Facebook es una falacia

Por muy valorada que esté, la red social no es más que otro sitio que se financia gracias a la publicidad. Sin una idea realmente innovadora se hundirá llevándose por delante a la Web

Facebook no solo va camino de la quiebra, sino que se llevará por delante consigo al resto de la Web que se financia gracias a los anuncios.

Dada su inmensa reserva de efectivo y el lentísimo paso al que se hacen los cálculos en el mundo de los negocios, esta afirmación podría parecer una exageración. Pero eso no significa que no sea cierto.

En el centro del negocio de Internet está una de las grandes falacias de nuestra época: que la Web, con su capacidad para dirigir la información de forma selectiva, puede ser un medio publicitario más eficiente y por lo tanto más rentable que los medios tradicionales. Facebook, con sus 900 millones de usuarios, y valorada en unos 100.000 millones de dólares (unos 76.000 millones de euros), y el grueso de su negocio —que se basa en la publicidad con anuncios tradicionales— está en el centro del centro de esta falacia.

La realidad cotidiana y pertinaz para todo el que construye negocios basados en la publicidad en la Web es que el valor de los anuncios digitales disminuye cada trimestre, una consecuencia a la vez de su eficacia y de su ineficacia. La naturaleza del comportamiento de la gente en la Web y su forma de interactuar con la publicidad, así como las características de los propios anuncios y su incapacidad para llamar realmente la atención, ha supuesto un declive importante en el impacto de la publicidad.

Simultáneamente, la tecnología de las redes permite a los anunciantes localizar y reunir audiencias con mucha mayor precisión fuera de los canales habituales. En vez de tener que ir a la CNN para conseguir su público, un público genérico (del estilo del de la CNN) puede reunirse fuera de los muros de la CNN y sin tener que pagar el precio extra impuesto por la cadena. Esto ha tenido como consecuencia la famosa y cruelmente cierta fórmula de que 10 dólares de gasto en publicidad fuera de Internet se convierten en 1 dólar en línea.

No conozco a nadie dentro el negocio de la publicidad en Internet que no se vea metido en un proceso interminable, desmoralizante y sin salida para realinear los costes con los siempre menguantes ingresos por usuario, o que no se dedique a inflar de forma maníaca el tráfico para compensar un valor por usuario cada vez menor.

Sin embargo Facebook ha convencido a grandes cantidades de personas que por lo demás son inteligentes, de que la magia del medio reinventará la publicidad de una forma que no podemos ni imaginar en la actualidad, o de que la empresa creará algo nuevo que no es publicidad que proporcionará aún más maravillosos beneficios. Pero con una ratio precio-beneficios por acción de 56 (al cierre de la bolsa el 21 de mayo), estas innovaciones van a tener que ser algo parecido a la alquimia para que la empresa realmente valga lo que marca su etiqueta. En comparación, las acciones de Google se cambian a una ratio de 12.

En la actualidad Facebook obtiene el 82 por ciento de sus ingresos de la publicidad. Gran parte de ese porcentaje lo representa la desganada y parpadeante publicidad que ensucia el lado derecho de los perfiles de Facebook. Algunos de estos anuncios prometen a los usuarios más relaciones sociales con empresas, un tipo de marketing que General Motors anunció que ya no compraría más.

La respuesta de Facebook a sus críticos es: «No prestéis atención a los quejosos». Sí, la publicidad más primaria produce la abrumadora mayoría de nuestros 4.000 millones de dólares (unos 3.000 millones de euros) de ingresos; y sí, basándonos en la cifra por usuario, estos ingresos han estado cayendo constantemente, pero eso no es lo que estamos preparando. Solo tenéis que esperar.

Es una yuxtaposición de realidades. Por una parte Facebook se ve sometido a la misma presión implacable de la caída de ingresos por usuario que afecta al resto de los medios con base en la Web. La empresa ingresa unos lamentables (y menguantes) 5 dólares por cliente por año (unos 3,75 euros), lo que la coloca un poco por delante del Huffington Post y un poco por detrás del negocio digital de The New York Times. Y aquí tenemos la dolorosa verdad sobre la diferencia entre los nuevos medios y los viejos: incluso con el negocio tradicional en descenso para The New York Times, un suscriptor sigue valiendo más de 1.000 dólares al año, unos 750 euros. El negocio de Facebook solo crece sobre la base insostenible de que puede añadir nuevos clientes a una velocidad mayor que el descenso del valor de cada cliente individual. Está pedaleando tan rápido como puede. Y el escenario presente empeora aún más a medida que los usuarios interaccionan con cada vez mayor frecuencia con el servicio social para aparatos móviles. Es muchísimo más difícil vender anuncios y conseguir ingresos por usuario de una manera rentable en una pantalla pequeña.

Por otra parte Facebook es, y en esto todos están de acuerdo, profundamente distinto de la Web. Para empezar, ejerce un nuevo nivel de control hegemónico sobre las experiencias de los usuarios. Y la escala es inmensa: 900 millones, pronto mil millones, con el tiempo dos mil millones (uno de los problemas con la lógica del crecimiento constante a esta escala y velocidad, evidentemente, es que acabamos quedándonos sin humanos que dispongan de ordenador o teléfono inteligente). Y además es social. Facebook ha redefinido algo de alguna forma que aún está por definir. ¿Las relaciones? ¿Los medios? ¿Las comunicaciones? ¿Las comunidades? Algo grande, en cualquier caso.

El subtexto —un subtexto abierto— de la valoración popular de Facebook es que la red tiene derechos y una información especial sobre el comportamiento social. Por lo tanto supone un puente a nuevas formas de conexión humana para las empresas y agencias de publicidad.

Expresado así de claramente, esta valoración no difiere demasiado de lo que se decía de las empresas que se promocionaron con mayor agresividad durante el estallido de las punto com. No obstante, sí que existe una empresa que creó y controló una transformación del comportamiento y el negocio: Google. Facebook podría ser o, según muchos, debería ser algo parecido. En este análisis se pierde la incapacidad de describir la aplicación que conseguirá los ingresos.

Google es un sistema increíblemente eficaz para colocar anuncios. En un mercado publicitario sin intermediarios, la empresa se ha convertido en el intermediario último y definitivo. En su propio sitio controla el espacio donde el comprador busca algo y donde el vendedor coloca esa cosa (su red de palabras clave AdWords). Google es, además, la forma más barata y eficaz de colocar anuncios en cualquier parte de la Web (la red AdSense). No es una empresa de medios en ninguna de las acepciones tradicionales de la palabra: es un facilitador. Puede olvidarse de todo el proceso laborioso y soporífero de vender espacio publicitario: si alguien quiere poner un anuncio (es decir, si ya está convencido de que debe hacer publicidad), la empresa llama al Sr. Google.

Y esa es la esperanza de Facebook: igual que Google, quiere ser un facilitador, el camino inevitable a seguir en el centro del comercio mundial.

Facebook tiene la escala, la plataforma y la marca necesarios para convertirse en el nuevo Google. Solo le falta la gran idea. Ahora mismo en realidad no sabe cómo incluir su utilidad en el comercio mundial (en realidad ni siquiera sabe cuál es su utilidad).

Pero Google tampoco contaba con su gran idea cuando se fundó la empresa. El buscador tomó prestado el concepto de AdWords de la red Overture de Yahoo (a lo que siguió una denuncia por violación de patente y un acuerdo). Ahora Google tiene todo el dinero del mundo para comprar o pagar licencias por todas las ideas que pueden hacer que su escala, plataforma y marca resulten rentables.

¿Qué aspecto podría tener la gran idea de Facebook? Bueno, la red cuenta con muchísima información. La empresa sabe tantas cosas sobre tanta gente que sus ejecutivos están convencidos de que ese conocimiento tiene que tener un valor.

Si estás dentro de la galaxia Facebook (una constelación que incluye una nube cada vez mayor de asociaciones empresariales) hay un parloteo incesante sobre un nuevo medio de marketing cuasiutópico (pero a menudo cuasilegal o semiético). Lo que se oye en esta conversación es: “Si lográramos… si pudiéramos.. cuando podamos…”. Si, por ejemplo, los programas de puntos de las aerolíneas y los destinos turísticos supieran cuándo estás pensando planear un viaje («¡Sabemos lo que piensa la gente, a veces antes de lo que ellos mismos lo sepan!»). Si un agente publicitario pudiera identificar a la persona que tiene más influencia sobre ti… Si un pudiera presentarte a alguien que te presentara el mensaje del anunciante… ¿lo ves? ¡Se acabaron los anuncios, solo amigos! ¡Dios mío!

Pero por ahora la forma limpia, básica, transformadora y sencilla de conectar a comprador y vendedor y desaparecer de la foto elude a Facebook.

Así que la red social se encuentra en la misma situación que las demás empresas de medios. En vez de ser inevitable e indefectible tiene que vender la única virtud que posee, su público, como cualquier otro dedicado a colocar publicidad en Madison Avenue.

Otro punto preocupante es que Facebook es una empresa de tecnólogos, no de publicitarios. Si quisieras apostar por alguien que va a tener éxito en el mundo de los anuncios solo apostarías por los tecnólogos si fueran capaces de inventar una nueva forma de vender. No apostarías porque fueran capaces de vender como siempre lo han hecho los publicitarios.

Y en realidad a eso es a lo que se dedica Facebook, a vender anuncios individuales. Desde la perspectiva de los ingresos, es un negocio de venta de anuncios, no una empresa de tecnología. Para alcanzar las expectativas —las expectativas que hicieron que saliera a bolsa por valor de 100.000 millones, las expectativas aún más vigilantes necesarias para mantenerla a ese precio— tiene que vender casi a hipervelocidad.

El crecimiento de su base de usuarios y la cifra siempre creciente de páginas visitadas significa que tienen un inventario casi infinito por vender. Pero dado que existe una oferta cada vez mayor, junto con una demanda equívoca, los costes deben ser cada vez menores. Los números son enfermizamente inevitables. En ausencia de una idea rompedora, Facebook se enfrenta a un crecimiento ralentizado y en declive y a tarifas publicitarias cada vez más baratas, tanto en la Web como (especialmente) en el móvil. Facebook no es Google, es Yahoo o AOL.

Sí. En sus esfuerzos sobrehumanos para mantener su crecimiento global, los ingresos por usuario seguirán cayendo, lo que, dado su vasto inventario, obligará al resto de la Web movida por anuncios a bajar sus costes. El pánico de baja intensidad que los propietarios de cada página con tráfico masivo sienten sobre el movimiento continuo descendiente del coste por mil vistas de anuncios (o CPM, por sus siglas en inglés) se está convirtiendo en terror cuando algunos sitios grandes observaron un descenso de hasta el 25 por ciento en el último trimestre, siguiendo el intento del propio Facebook por reservar más ingresos.

Ya veis dónde nos conduce esto. Mientras Facebook satura un mercado ya sobresaturado, la falacia de la Web como un medio rentable para los anuncios ya no puede obviarse. La caída llegará. Y Facebook, ese potencial transformador de mundos que solo es, en realidad, un sitio basado en anuncios, caerá con todos los demás.

Michael Wolff escribe una columna sobre los medios para The Guardian; es colaborador de Vanity Fair; fundó Newser; y fue, hasta octubre del año pasado, el editor de the AdWeek.

Fuente: Technology Review. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Google Earth fotografiará un cartel gigante en la Patagonia argentina

Google Earth registrará desde un satélite el gigantesco cartel que los afectados por las cenizas del volcán chileno Puyehue construyen en la Patagonia argentina para atraer nuevamente al turismo, confirmaron hoy a Efe los promotores de esta iniciativa

El proyecto, que el próximo lunes entrará en su etapa final, está promovido por la organización no gubernamental Red Solidaria de Argentina, cuyo presidente, Juan Carr, dijo hoy a Efe que ya está armado el contorno del cartel y durante las próximas semanas se acabará.

Con la leyenda, «ElegimosPatagonia.com» el cartel, que será captado por Google Earth, mide unos tres kilómetros de largo por unos cien metros de alto y sus letras han sido «dibujadas» con unas 125.000 botellas de plástico, promoviendo el reciclaje, y cenizas del volcán, que entró en erupción en junio del año pasado.

«Google nos confirmó que va a tomar especialmente imágenes del cartel. Queremos llamar la atención desde el espacio y decir que el turismo ya puede volver a esta región que vive de esa actividad y que se vio tan afectada por las cenizas», señaló Carr.

El cartel está emplazado cerca de la sureña ciudad de Bariloche (1.600 kilómetros al suroeste de Buenos Aires) y el sitio web al que hace referencia ya está disponible y promueve la visita a los destinos turísticos de la Patagonia argentina.

En este proyecto comunitario han participado unas 180.000 personas de Villa La Angostura, Bariloche y San Martín de los Andes, entre otras localidades afectadas por la erupción volcánica.

La iniciativa de reciclado de botellas ha sobrepasado las necesidades para crear el cartel y Carr explicó que la región ha recuperado 590.000 envases para el reciclado, lo que equivale «a la cantidad de botellas que antes se tiraban en toda la zona en el término de dos semanas».

El Puyehue entró en erupción a inicios de junio de 2011 y causó la cancelación de miles de vuelos, una situación que afectó gravemente a la actividad turística en el sur de Argentina.

Fuente: Terra. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Anonymous lanza el mayor ataque informático de la historia contra EEUU y la industria musical

Somos el 99% [máxima de los indignados] —Somos Anonymous— Deberíais haberlo esperado #Megaupload

Noche de cuchillos largos en internet. Anonymous ha comunicado, en respuesta al cierre de Megaupload, un hackeo masivo contra las webs de Universal Music, la web de la Casa Blanca, el Departamento de Justicia, la oficina federal de copyright y diversos sitios de las industrias musical y cinematográfica estadounidenses hasta un total de 18 webs. Se trata de uno de los mayores, si no el mayor, ataque informático de la historia.

En un mensaje de Twitter explican: «Somos el 99% [máxima de los indignados] —Somos Anonymous— Deberíais haberlo esperado #Megaupload». La asociación ha seguido advirtiendo que no permanecerán parados ante lo que consideran un atropello a las libertades: «Coged palomitas, va a ser una larga y divertida noche», tuitearon en torno a la medianoche. Sus acciones han sido jaleadas por una amplia mayoría de usuarios de las redes sociales y el hastag #OpMegaUpload se disparó a trending topic mundial en pocos minutos.

Barret Brown, periodista cercano a Anonymous, aseguraba sobre la 1 de la mañana: «Esto solo acaba de empezar. Estamos haciendo una campaña dirigida contra los demócratas que apoyan la SOPA». A medida que la iniciativa ha ido ganando popularidad se han ido sumando adeptos, que sumaban en torno a los 27.000 ordenadores pasada la madianoche.

Listado de principales webs atacadas

Departamento de Justicia de Estados Unidos

– Utah Chiefs Of Police Association

Universal Music Group (por su juicio con Megaupload y por ser la mayor discográfica estadounidense)

– Hadopi.fr (web sobre la ley Sinde francesa)

– BGI.com

Broadcast Music Inc

Copyright.gov

Recording Industry Association of America

Motion Picture Association America (atacada por el senador Chris Dodd, que apoya la SOPA)

Justice.gov

Fuente: El Confidencial. Aportado por Eduardo J. Carletti


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