El ultimo estudio sobre Symbion pandora no consigue aclarar dónde colocar el filo al que pertenece la que probablemente sea la criatura más extraña de la Tierra.
El filo (phylum, plural phyla) es una categoría taxonómica situada entre el Reino y la Clase, se usa en el reino animal, reino protistas y dominio bacterias. En botánica se emplea, sin embargo, el término “división”, pero ambos términos son equivalentes.
El filo puede definirse como una agrupación de animales basada en su plan general de organización. Así por ejemplo, animales tan diversos como las almejas, los caracoles o los pulpos pueden agruparse en el filo Mollusca al presentar un plan básico de organización común. Aunque existen casi 40 filos, la inmensa mayoría de los animales pertenecen a sólo 9 de ellos.
Usted, amigo lector, pertenece al filo de los cordados (Chordata), ya que tiene el mismo plan de organización corporal general que una lagartija, un pez o un dinosaurio. El parecido entre el cuerpo humano y el cuerpo de otros cordados es muy alto, ya que, al fin y al cabo, somos peces modificados y con poco de esfuerzo podemos ver nuestro pez interior.
Esto significa que los animales pertenecientes a filos distintos son realmente diferentes. De este modo, es difícil encontrar parecidos entre su suegra y un artrópodo (Arthropoda) como el escorpión, incluso aunque sus comportamientos se asemejen bajo su punto de vista.
Según Steven Jay Gould, aunque el número de especies puede crecer en el tiempo (y caer tras las extinciones masivas), el número de planes corporales sólo ha disminuido desde la explosión del Cámbrico. Esa orgía de creatividad que supuso la explosión del Cámbrico no se volvió a dar nunca en la historia evolutiva de este planeta, así que tenemos los mismos filos, o incluso menos, que entonces. Nuevas especies pueden aparecer, pero no nuevos filos.
El hallazgo de una nueva especie siempre resulta excitante, sobre todo para aquel que la descubre y puede ponerle nombre. Así que imagínese lo que supone descubrir un nuevo filo, es casi como descubrir un extraterrestre.
En 1995 Peter Funch y Reinhardt Møbjerg Kristensen, ambos de la Universidad de Copenhague, descubrieron un animal tan diferente de cualquier otro que tuvieron que crear un nuevo filo sólo para él: Cycliophora.
La criatura se denomina Symbion pandora, es un pequeño animal que vive anclado en las partes externas de la boca de langostas marinas noruegas, alimentándose de los restos de comida que se le escapan al crustáceo que le da cobijo. Mide medio milímetro y tiene forma de tubo bulboso acabado en un anillo de cilicios con los que se alimenta. Los cilios crean corrientes de agua con las que dirige fragmentos de comida hacia una boca que va a parar a un tubo digestivo en forma de U. Las partículas no digeridas son expulsadas por el ano, que se encuentra en el mismo extremo. Al otro lado Symbion cuenta con un disco adhesivo que le permite anclarse a la langosta. No tiene patas ni nada similar.
En cada langosta puede haber decenas o incluso centenares de estos animalillos, pero no parece que le causen ningún daño.
La parte más complicada, fascinante e interesante de esta extraña criatura es su ciclo vital, que asombra y sorprende a todo aquel que todavía le queda algo de niño en su mente. La historia empieza con el animal en cuestión viviendo en la langosta. Este animal, al que es difícil asignarle un sexo, produce tres clases de descendencia: larvas “Pandora”, larvas “Prometeo” y larvas hembra. Es aquí donde empieza a complicarse la cosa. La larva Pandora se desarrolla hasta un estadio de adulto como el de partida en un caso más de reproducción asexual. Por el contrario, la larva hembra permanece dentro del adulto que la produjo a la espera a un macho.
La larva Prometeo se fija a un adulto y entonces produce dos o tres machos dentro del mismo. Estos machos enanos, que son internamente incluso más complejos que los otros estadios de este animal, buscan la hembra que hay dentro y la fertilizan (es decir, tienen sexo con hembras que aún no han nacido). Aunque los científicos todavía no saben muy bien cómo se produce este acoplamiento, creen que los machos tienen pene.
Una vez que las hembras son fertilizadas abandonan el cuerpo del adulto y buscan cobijo en la parte de atrás de la boca de la langosta. Su cuerpo, que ya no es necesario, se transforma en un duro quiste. Dentro de ese quiste un huevo fertilizado se desarrolla hasta otro estadio: una larva cordoide.
En el curso de su desarrollo esta larva rompe el cascarón y nada hasta colonizar otra langosta. Una vez la encuentra se fija a ella y se desarrolla hasta alcanzar su forma adulta, entonces el ciclo comienza de nuevo. Como se puede apreciar todo ello es realmente fascinante.
Este ciclo de vida todavía desconcierta a los biólogos desde que fuera descrito hace 15 años. El último trabajo sobre su sistema nervioso tampoco parece ayudar mucho a hora de clasificar este filo.
Parece ser que hay otras dos especies de Symbion, una que vive el la langosta americana y otra que vive en langostas europeas. Nadie sabe cómo y cuando apareció este filo en la historia evolutiva o donde colocarlo en el árbol filogenético. Algunos estudios sugieren que puede estar emparentado con los briozoos y entoproctos, dos grupos de animales marinos que parecen copas unidas a largos tallos. Las copas están terminadas con anillos de cilios denominados coronas que les sirven para alimentarse de manera similar a como lo hacen en los Symbions. Lo malo es que tampoco se sabe como clasificar a los entoproctos.
Como manera para resolver el problema se propuso la comparación de los sistemas nerviosos de estos animales. Si el sistema nervioso de Symbion fuera similar al de los entoproctos al menos se podría decir que formarían parte de un grupo mayor: Lophotrochozoa. Pero el análisis más reciente al respecto realizado por Kristensen y sus colaboradores dice que el sistema nervioso de las larvas de Symbion no se parece al de los miembros de Lophotrochozoa. Parece que le faltan varios componentes, quizás porque los perdieron en algún punto de la evolución. Symbion, sigue siendo un misterio.
Esperemos que en algún momento alguien secuencie el genoma de esta criatura y otras similares para así aclarar el misterio, quizás nos siga sorprendiendo.
Fuente: Neofronteras. Aportado por Eduardo J. Carletti
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