El Sistema Solar podría haber nacido dentro de los restos de una sola estrella que escapó de su familia, en lugar de un clan muy unido de estrellas. Si es así, puede ser más inusual de lo que se pensaba
Los meteoritos que contienen fragmentos de roca llamados inclusiones ricas-calcio-aluminio sugieren que el Sistema Solar podría haberse formado muy rápidamente de las cenizas de otras estrellas. Esto se debe a las inclusiones formadas con el isótopo radiactivo aluminio-26, que se forja en el interior de las estrellas decenas de veces más masivas que el Sol y se desintegra con una vida media de sólo 720.000 años.
Estas masivas estrellas tienden a formarse en grupos, y arrojan material en turbios vientos que pueden enfriarse y ser las semillas de los sistemas planetarios.
Demasiado caliente
Pero Vincent Tatischeff, del Centro Nacional de Investigación Científica en Orsay, Francia, y sus colegas, sospechan que un cúmulo de estrellas masivas habrían sido tan calientes que la mayoría del Al-26 se hubiese desintegrado antes de que la Tierra pudiese «cuajarse».
En cambio, sugieren que el Sistema Solar surgió de las cenizas de una estrella solitaria, que podrían haberse enfriado con más rapidez. Para que se diera la cantidad de Al-26 que se observa en los meteoritos, la estrella habría tenido que ser masiva, lo que significa que es probabl que se formara en un conjunto de otras estrellas.
En algún momento, puede haber sido arrojada fuera de su grupo natal por un conflicto gravitatorio con sus hermanas o por la explosión de una compañera. «El escenario puede parecer complicado, pero creemos que es el origen más probable del aluminio-26 en el Sistema Solar», dice Tatischeff.
Mundos océanicos
Al ser lanzada al espacio interestelar, la estrella podría haber desprendido Al-26 en su viento estelar, formando una capa de material a su alrededor. Cuando más tarde la estrella explotó, sus restos impactaron contra esta capa, creando una región turbulenta, con áreas lo suficientemente densas como para que se formara el Sol.
Tatischeff dice que es posible que la mayoría de los sistemas planetarios de la galaxia no se hayan formado tan rápidamente como el nuestro, ya que muchos probablemente surgen de agrupaciones estelares. Esto los hace propensos a tener niveles más bajos de Al-26, que genera calor cuando se desintegra. Las temperaturas más frías pueden haber llevado a los planetas rocosos a tomar un camino evolutivo diferente al de la Tierra, tal vez a convertirse en mundos oceánicos.
Eric Gaidos de la Universidad de Hawaii en Manoa realizó el año pasado un trabajo preliminar sobre la posibilidad de una estrella madre fugitiva, pero dice que el escenario de una estrella única todavía ofrece dificultades para explicar cómo podría mezclarse el gas caliente de la estrella con el material circundante de una manera suficientemente eficiente como para formar el Sistema Solar con rapidez. «Todavía tenemos que hacer frente a frutos de cáscara muy dura que debemos romper», dice Gaidos.
Referencia de publicación: Astrophysical Journal Letters (en prensa)
Fuente: New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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