De Laurentiis produjo varias películas de ciencia ficción y fantasía, incluyendo algunas muy, muy famosas
Uno de los más míticos productores europeos y mundiales del pasado siglo ha dejado de existir el 11 de noviembre en Los Angeles a los 91 años, tras favorecer la existencia de cintas que se han convertido en clásicos, desde «La Strada» de Fellini, a la versión de «King Kong» de 1976, pasando por «Arroz amargo», «Guerra y paz», «La biblia», «El extranjero», «Serpico», «Los tres días del cóndor», «Conan, el bárbaro» o «Dune». Luchador infatigable y acostumbrado a alternar éxitos con fracasos, De Laurentiis formó parte de una saga familiar que le sobrevive.
De las películas de género en las que intervino, listamos estas: King Kong, Dune, Conan El Bárbaro, Barbarella, Flash Gordon, La Zona Muerta y El ejército de las tinieblas.
La Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Films le entregó el premio a los logros de toda una vida en 1997.
Con motivo de su 90 cumpleaños, en agosto del pasado 2009, nuestro añorado compañero Alberto Duque, quien le conoció personalmente, le dedicó un amplio texto del que reproducimos algunos fragmentos:
Dino de Laurentiis es como el Cine mismo, de todos los tamaños y todos los géneros y todos los idiomas Emociona recordar que la manos gruesas de este hombre acariciaron la piel tibia y húmeda de Silvana Mangano, y que ha compartido escenarios, rodajes, fracasos, triunfos, sabores y sinsabores con algunos de los más grandes mitos cinematográficos de todos los tiempos.
Ese es el hombre que nació un 8 de agosto de 1919 en Torre Annuziata, en la Campania italiana, dejó su casa a los 17 para estudiar cine convirtiéndose en actor, extra, albañil, pintor y otros oficios relacionados con un cine italiano que agonizaba. Lo curioso es que a los 20 años de edad produjo su primera película, «El amor canta», una carrera interrumpida por la II Guerra Mundial que recuperó con algunas películas menores hasta 1949 cuando encontró la fórmula perfecta para fascinar a italianos y extranjeros: personajes pobres, escenarios rústicos, un clima político candente y sobre todo, mujeres hermosas con caderas anchas, bocas inmensas y senos descomunales, capaces de mostrar los muslos mientras chapotean en el fango, es decir, Silvana Mangano en «Arroz Amargo». Por supuesto se convirtieron en marido y mujer hasta cuando la muerte los separó 40 años y 4 hijos después.
Durante varios años el cine monumental, costoso, el de los grandes escenarios y actores estuvo marcado por De Laurentiis y su socio, Carlo Ponti, pero capaces también de invertir en películas de Fellini, Monicelli, Bolognini, Soldati y otros, películas sencillas y nostálgicas como «La Strada» y «Las noches de Cabiria y faraónicas historias como «La Guerra y la Paz» y «Waterloo».
Le preguntamos qué recordaba de Fellini y respondió: «Federico, Federico era un genio, el genio más grande que ha producido el cine, después de Chaplin, lo recuerdo mucho, lo sigo amando, era increíble, siempre peleábamos porque no me dejaba meter mano en el montaje de sus películas, siempre lo presionaba porque quería hacer películas muy largas y yo le decía, Federico, la gente no soporta más de noventa minutos en la oscuridad, se cansan, se aburren, Federico, recorta, corta, reduce pero no me hacía caso hasta cuado lo amenazaba con quitarle los negativos y hacer el montaje yo».
De Laurentiis es el productor de películas legendarias e inolvidables del cine europeo e internacional (su actividad está partida en dos mitades muy concretas, antes y después de Hollywood), como algunas comedias de Totó, «La mujer del río» de Mario Soldati, con Sophia Loren; «Atila» con Jack Palance; «El oro de Nápoles» de Vittorio De Sica con Mangano y Loren; «La romana» de Luigi Zampa, con Gina Lollobrígida; «Ulises» con Mangano, Kirk Douglas y Anthony Quinn; «Mambo» con Mangano y Vittorio Gassman; «El Jorobado» de Carlo Lizzani con un Pier Paolo Pasolini como actor; «La gran guerra», la película mítica de Mario Monicelli; «La Tempestad» de Alberto Lattuada con la Mangano; «El proceso de Verona» de Lizzani, con Mangano; «Los tres rostros» de Michelangelo Antoioni, con la ex emperatriz Soraya; «La Biblia» de John Huston; «Las brujas» de Bolognini y De Sica, con Mangano; «Capricho a la italiana» de Bolognini y Monicelli; «Barbarella» de Roger Vadim y una muy erotizada Jane Fonda, 40 años atrás; «Los papeles de Valachi» con Charles Bronson, uno de sus actores americanos favoritos; «Serpico» con Al Pacino; «Buffalo Bill y los indios» de Robert Altman; «El huevo de la serpiente» de Bergman; «El año del dragón» de Michael Cimino; dos películas de «Conan» con Schawzenegger; «King Kong» con Jessica Lange, en 1976 y diez años después, la secuela; fracasos como «Duna», «Huracán», «Tai-Pan» y «Flash Gordon»; joyas como «Ragtime» de Milos Forman; obsesiones como sus cuatro películas sobre Hannibal Lecter, personaje de quien posee la franquicia: «Manhunter», 1986, «Hannibal», 2001, «Dragón Rojo», 2002 y la más reciente y vergonzosa, «Hannibal Rising», 2007. Curiosamente, los derechos de «El silencio de los inocentes / El silencio de los corderos» los cedió y debió arrepentirse.
De Laurentiis (ganador de dos premios Oscar, uno de ellos honorario; 7 premios David Donatello, dos galardones en Venecia entre otros) en Ciudad de México estaba tranquilo, relajado, sonriente, impecable en su traje de tres piezas, de la mano de su mujer (35 años menor que él):
– Con un director como Scott y un actor como éste, ¿cuál es su aporte en el set?
Bueno, tenemos que confesar que la expresión «Oki Doki» utilizada por Lecter fue invento de Martha, invento mío…
– ¿Qué hace cuando no está en un proyecto?
Leo mucho.
– ¿Algún escritor en particular?
Bueno, Stephen King…
-¿Le gusta mucho?
Somos muy buenos amigos y he producido varios de sus libros («Sometimes they come back», «Silver Bullet», «Cat´s Eye», «The Dead Zone»).
– ¿Alguna película favorita en todos estos años?
Cada una es favorita en su momento.
– Pero, debe recordar algunas con amor, con nostalgia…
Bueno, las de Fellini, claro, y las que hicimos en esos años del cine italiano de los cincuenta, sesenta y setenta, eran muy buenos directores, estupendas historias, grandes actores…
– Entre ese cine y el de ahora, ¿con cuál se queda?
Me quedo con mis películas.
– ¿Mira el trabajo de otros directores, otros productores?
A veces pescamos algo novedoso en televisión…
Ese es el hombre cuya muerte se anunciaba este jueves, a los 91 años; estuvo casado con una de las actrices más sensuales y agresivas del cine europeo, y compartió las labores de producción en los últimos años con su segunda y rubia esposa; tuvo seis hijos de ambos matrimonios (el único varón, Federico, murió en un accidente a los 26 años); produjo películas de los más grandes directores europeos y americanos; fracasó con algunas superproducciones pero también tuvo éxito con otras; tuvo dos obsesiones, Stephen King y Hannibal Lecter, y Alberto Duque lo conoció ese día en Ciudad de México, hace 9 años, cuando era feliz y ambos estaban vivos.
Fuente: Noticine. Aportado por Eduardo J. Carletti
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