Potentes campos magnéticos pueden inducir alucinaciones en el laboratorio, ¿por qué no también en el mundo real?
La estimulación magnética transcraneal (TMS) es una extraordinaria técnica usada por los neurólogos para explorar el funcionamiento del cerebro. La idea es colocar un ser humano en un campo magnético que cambia rápidamente y que es lo suficientemente poderoso como para inducir corrientes en las neuronas en el cerebro. A continuación, sentarse y ver qué pasa.
Desde que se inventó la TMS en la década de los 80, se ha convertido en una poderosa forma de investigar como funciona el cerebro. Puesto que los campos pueden ser muy específicos, es posible generar corrientes en áreas muy específicas del cerebro para ver qué producen.
Enfoque el campo en la corteza visual, por ejemplo, y las inducciones causarán que el sujeto «vea» luces con apariencia de discos y líneas. Luego mueva el campo dentro de la corteza y el sujeto verá luces que se mueven, también.
Todo esto es repetible en el laboratorio con el uso de grandes imanes superconductores capaces de crear campos de hasta 0,5 Tesla en el interior del cerebro.
Pero si esto sucede en el laboratorio, ¿por qué no también en el mundo real?, dicen Joseph Peer y Alexander Kendl en la Universidad de Innsbruck en Austria. Ellos calcularon que los campos que cambian rápidamente debido a la caída de una repetición de rayos eléctricos tienen suficiente potencia como para provocar un fenómeno similar en los seres humanos ubicados dentro de los 200 metros.
Sin duda, este es un suceso poco común. La descarga tiene que ser de un tipo particular en la que hay varios trazos de retorno en el mismo punto durante un período de unos segundos, un fenómeno que ocurre en aproximadamente el 5,1 por ciento de las descargas eléctricas, dicen Peer y Kendl.
Y el observador tiene que ser capaz de experimentar adecuadamente el fenómeno, es decir, no estar lesionado. «Según un cálculo conservador, aproximadamente el 1 % de los que experimentan relámpagos de cerca y sin otros daños son propensos a percibir estímulos corticales inducidos transcranealmente por encima del umbral», dicen Peer y Kendl. Añaden que estos observadores no tiene que estar en el exterior, sino que podrían estar seguros dentro de edificios o incluso sentados en aviones.
Entonces, cómo vería este tipo de estimulación transcraneal inducida por rayos alguien con la mala suerte de experimentarla? Peer y Kendl dicen que bien puede ser similar al tipo de alucinaciones inducidas por las pruebas en laboratorio, es decir, líneas luminosas y bolas que parecen flotar en el espacio delante de los ojos del sujeto.
Resulta, por supuesto, que hay numerosos informes de esta clase de observaciones durante las tormentas eléctricas. «Es probable que un observador que reporte esta experiencia clasifique el hecho con el término preconcebido de «relámpago de bola «, dicen Kendl y Peer.
Esta es una interesante idea: que una amplia clase de fenómenos bien informados puedan ser resultado de alucinaciones inducidas por la estimulación magnética transcraneal.
Una idea difícil de probar, sin duda, pero no por eso menos interesante. Y plantea una pregunta importante: ¿en qué otras circunstancias resultan lo suficientemente fuertes los campos en el ambiente como para provocar alucinaciones de un tipo u otro?
Referencia de publicación: arxiv.org/abs/1005.1153 : Transcranial Stimulability Of Phosphenes By Long Lightning Electromagnetic Pulses
Fuente: Technology Review. Aportado por Eduardo J. Carletti
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