A voluntarios de veintitantos años se les facilitó unas gafas de realidad virtual, de tal manera que miraba hacia abajo y veía un cuerpo de niña de 10 años usando falda. Alguien acariciaba su brazo brevemente, lo cual facilitaba el contacto
Esto fue suficiente para hacer que hombres de veintitantos años reaccionen como si este nuevo cuerpo fuera el suyo. Se sienten de esa manera, aun cuando posteriormente se desplacen fuera de la perspectiva de la chica al ver que ella está siendo atacada.
«Este es el primer experimento que demuestra que la propiedad del cuerpo se puede transferir a un cuerpo totalmente virtual», dice Mel Slater de la Universidad de Barcelona, España, quien dirigió el equipo que llevó a cabo el experimento.
El hallazgo pone de relieve hasta qué punto nuestro sentido del yo y la imagen corporal puede ser manipulado, y podría conducir a terapias donde se dan condiciones de distorsión de la imagen corporal, como la anorexia.
Manos de goma
Hace más de 10 años, las ilusiones de transferencia de cuerpo se demostraron por primera vez con una mano falsa. Con la así llamada ilusión de la mano de goma, los investigadores encontraron que, si ponían una mano de goma sobre una mesa delante de una persona, y luego acariciaban la mano de goma y la mano de la propia persona al mismo tiempo, de esta misma forma, podían convencer a los voluntarios que la mano de goma era la suya propia.
Más recientemente, la ilusión se repitió utilizando maniquíes de cuerpo entero: la piel de los voluntarios condujo más electricidad cuando su doble maniquí fue atacado con un cuchillo, indicando el miedo.
Para ver si el mundo virtual podría ser utilizado para inducir una ilusión similar, el equipo de Slater hizo un vídeo de seguimiento de la cabeza de 24 hombres vestidos al uso y registró su ritmo cardíaco. Cuando los voluntarios, con su casco puesto, miraron hacia abajo, en lugar de su propio cuerpo, vieron el de una niña de 10 años de edad con una falda escocesa. También vieron a una mujer virtual acercarse a ellos y acariciaba el brazo de su chica virtual, en tanto, en el mundo real, los experimentadores sin ser vistos tocaban el brazo de los hombres de carne y hueso.
Después de estos preliminares, prepararon el ángulo visual virtual de los cascos y los voluntarios se encontraron mirando hacia abajo sobre sus avatares (doble virtual). Entonces vieron que la chica estaba siendo abofeteada por la mujer virtual. Inmediatamente después, se les pidió a los hombres que calificaran la intensidad con que sentían que el cuerpo de la niña era suyo.
Redoble cardíaco
De media, los hombres informaron de sentimientos de fuerza mediana acerca de sentir el cuerpo de la niña como propio y sentimientos fuertes sobre que la mujer tocara su cuerpo.
Más extraño aún, cuando la chica era abofeteada, su ritmo cardíaco cambió de forma similar, aunque no tan fuerte, a los registrados cuando la gente se siente amenazada. Slater, destaca este hecho como sorprendente, dado que los hombres, en este punto, estaban mirando hacia abajo a la niña desde una perspectiva de tercera persona.
Estos cambios en la frecuencia cardíaca no se produjeron cuando estos mismos hombres hicieron un segundo experimento prácticamente idéntico, con la salvedad que veían la escena desde el punto de vista de tercera persona (desde su propio cuerpo).
El experimento demuestra la fuerte conexión que sintieron los voluntarios con sus nuevos cuerpos virtuales, según Slater. Él sugiere que la familiaridad de mirar hacia abajo y ver nuestro propio cuerpo «es tan abrumadora» que, incluso los cambios dramáticos en el cuerpo no anulan la influencia de la visión.
Un ego maleable
Estos resultados podrían aplicarse al entretenimiento, por ejemplo, para hacer de los videojuegos una experiencia más inmersiva, y también en psicología. Las personas que estén considerando un cambio de sexo podrían usar un mundo virtual, tipo Second Life, para probar qué se siente al tener un sexo diferente.
Entre tanto, en estudios previos ya encontraron que las personas con avatares de realidad virtual más altos o más bajos se altera su forma de comportarse. Pensar en estar gordo o delgado también podría tener «profundas implicaciones» en nuestra psicología y comportamiento, dice Slater, lo que podría utilizarse para desarrollar terapias para personas con problemas de imagen corporal.
Mussap Alexander de la Universidad Deakin en Melbourne, Australia, que ha estudiado la ilusión de la mano de goma en el contexto de los trastornos alimentarios, señala que la nueva investigación demuestra además que, «nuestro sentido del yo es sorprendentemente maleable».
La neurocientífico social Liane Young, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, dice que el conocimiento que la gente transfiere a sus avatares se podría utilizar para responder a muchas preguntas de la psicología.
Fuente: Bitnavegante y New Scientist. Aportado por Eduardo J. Carletti
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