Ningún objeto enviado por el hombre había estado tan próximo antes. Las imágenes muestran que no se trata de un satélite completamente sólido. Los datos recogidos servirán para estudiar las lunas de ‘segunda generación’
La misteriosa luna de Marte comienza a encontrar respuestas. La noche del martes, la Mars Express de la Agencia Espacial Europea (ESA) rozó su superficie. 67 kilómetros que separaron la nave de Fobos. Es lo más cerca que ha estado nunca un objeto creado por el hombre del satélite marciano.
Los datos recogidos no sólo arrojarán luz sobre el origen de Fobos, sino también de otras lunas de ‘segunda generación’. Y de momento parece que algo no encaja. El satélite parecía un objeto sólido, pero los acercamientos a su superficie han mostrado que no es tan densa como se esperaba, sino que es porosa en un 25-35%.
Su peculiar composición ha llevado a los científicos planetarios a pensar en Fobos como poco más que una pila de escombros en órbita alrededor de Marte. Se trataría de bloques de diferentes tamaños que permanecen juntos, aunque con grandes espacios de separación.
Lunas de ‘segunda generación’
El acercamiento del martes por la noche permitió recoger los datos más exactos hasta ahora sobre el campo gravitatorio de Fobos. Esa información dará lugar a los análisis, que comenzarán por una estimación de la variación de la densidad en diferentes puntos de la luna. Eso proporcionará a los científicos la clave de los vacíos internos de Fobos.
«Se trata probablemente de un objeto del Sistema Solar de segunda generación», ha explicado Martin Pätzold, de la Universidad de Colonia, Alemania, y principal investigador del experimento MaRS de la Mars Express. La segunda generación de materiales se unieron en la órbita de Marte después de haberse formado el planeta. Hay otras lunas alrededor de otros planetas, donde se cree que se han producido estos fenómentos, como Amaltea alrededor de Júpiter.
Sea cual sea el origen preciso, Fobos finalmente se deshará, en una órbita en espiral dirigida hacia Marte. «Se creó a partir de escombros y volverá a convertirse en escombros», dice Pätzold.
Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti
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