Una nueva bacteria de vida extrema se come el casco del Titanic

Científico español descubre una especie nueva, a la que ha llamado Halomonas titanicae, en el casco del naufragio más famoso de la Historia, el archiconocido Titanic

Antonio Ventosa es el padre y máximo experto mundial en el grupo de bacterias al que pertenece el organismo capaz de vivir del arsénico descubierto la semana pasada. Este grupo es el género Halomonas, un conjunto de especies capaces de vivir en condiciones de alta salinidad.

Ventosa lleva más de 30 años dedicado al estudio y clasificación de estas bacterias y en ese tiempo se ha convertido en la primera referencia mundial para este grupo. Desde que se descubrieron por primera vez en las Antillas Holandesas en 1980, él y su equipo han identificado y descrito la gran mayoría de las 66 especies pertenecientes a este género.

Por ese motivo ha tenido la gran oportunidad de realizar el trabajo que acaba de publicar, junto a su colaboradora Cristina Sánchez-Porro, en el número de diciembre de la revista International Journal of Systematic and Evolutionary Microbiology, «la Science de la taxonomía de bacterias», como él mismo la describe a ELMUNDO.es. Se trata del descubrimiento de una especie nueva, llamada Halomonas titanicae y que supone el número 66 del grupo, en el casco del naufragio más famoso de la Historia, el del siniestrado y archiconocido Titanic.

Biocorrosión

Desde hace tiempo, un grupo científico de la Universidad de Halifax (Canadá), situada cerca del lugar donde descansan los restos del mayor barco de pasajeros de principios del siglo XX, estudia el efecto que pueden tener las bacterias sobre el acero en el proceso de corrosión. En una de las inmersiones de un submarino ruso hasta el pecio los investigadores canadienses lograron que se tomasen muestras de una de las estructuras esponjosas creadas en el proceso de corrosión sobre el casco del barco hundido en 1912.

Cuando los investigadores canadienses se pusieron manos a la obra a identificar organismos vivos en ese pedazo de metal arruinado por la biocorrosión, se dieron cuenta de que allí había seres vivos que podían estar relacionados con las Halomonas. De forma que enviaron las muestras a Sevilla, al laboratorio que dirige Antonio Ventosa en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla.

«Efectivamente allí había Halomonas, pero cuando nos pusimos a identificarla nos dimos cuenta de que se trataba de una especie nueva que nadie había encontrado hasta ahora», explica Ventosa. «Le pusimos el nombre de titanicae en honor al curioso sitio donde se había encontrado».

Al margen de la anécdota del Titanic, las condiciones ambientales en las que fue encontrada la bacteria eran especialmente duras. El pecio del mítico barco fue encontrado en el océano Atlántico a casi 3.800 metros de profundidad, con las condiciones de presión, salinidad y ausencia de luz que esto conlleva.

Estas características convierten a la nueva bacteria en un organismo extremófilo, es decir, que es capaz de vivir en condiciones extremas bajo las cuales la mayoría de los seres vivos no podrían vivir. Este tipo de formas de vida son utilizadas por los científicos como modelo de la vida que podría haber en otros planetas o satélites del Sistema Solar.

Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti


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