En un estudio publicado en la edición más reciente de la revista Sociological Inquiry (Investigación Sociológica), sociólogos de cuatro importantes instituciones de investigación se centran en uno de los aspectos más curiosos de la elección presidencial de 2004 en EEUU: la fuerza y la persistencia de la creencia entre muchos estadounidenses de que Saddam Hussein estaba vinculado a los ataques terroristas del 11 de septiembre
Aunque esta creencia influyó en la elección de 2004, afirman que no es resultado de una propaganda pro-Bush, sino de una necesidad urgente por parte de muchos estadounidenses de buscar una justificación para una guerra que ya estaba en curso.
Los hallazgos pueden aclarar las razones por las que la gente se forma falsas creencias acerca de los pros y los contras de la reforma de salud o acerca de la ciudadanía del presidente Obama, por ejemplo.
El estudio, titulado «There Must Be a Reason: Osama, Saddam and Inferred Justification», llama a estas creencias sin fundamento «un grave desafío a la teoría y la práctica democrática», y analiza cómo y por qué se mantuvo la creencia en tantos votantes durante tanto tiempo ante la ausencia de pruebas.
El co-autor, Steven Hoffman, Ph.D., profesor visitante asistente de Sociología en la Universidad de Buffalo, dice: «Nuestros datos muestran un importante apoyo a una teoría cognitiva conocida como «razonamiento motivado», que sugiere que, en lugar de la búsqueda racional de información que confirme o niegue una creencia particular, las personas en realidad buscan información que confirme lo que ya creen.
«De hecho», dice, «la mayor parte de las personas ignoran por completo toda información en contra». «El estudio demuestra la capacidad de los votantes para desarrollar elaboradas racionalizaciones sobre la base de información falsa», explica.
Aunque muchos estudiosos han culpado de esto a una campaña de información falsa e insinuaciones de la administración Bush, este estudio sostiene que la causa principal de la percepción errónea en el caso de Hussein Saddam / 11 de septiembre no era la presencia o ausencia de datos precisos, sino el deseo del entrevistado de creer en determinado tipo de información.
«El argumento es que la gente está profundamente apegada a sus creencias», dice Hoffman.
«Nosotros formamos lazos emocionales que se visten con nuestra identidad personal y sentido de la moral, independientemente de los hechos en cuestión. El problema es que este concepto de «razonamiento motivado» sólo tiene el respaldo de resultados experimentales en ambientes artificiales. Decidimos que ya era hora de ver si se mantenía al hablar con los votantes reales en sus hogares, lugares de trabajo, restaurantes, oficinas y otros lugares de deliberación».
El estudio, basado en entrevistas y encuestas, fue realizado por Hoffman, Monica Prasad, Ph.D., profesor asistente de Sociología en la Universidad Northwestern, los estudiantes de postgrado de Northwestern Kieren Bezila y Kate Kindleberger, Andrew Perrin, Ph.D., profesor asociado de Sociología, University of North Carolina, Chapel Hill, y los estudiantes de postgrado UNC Kim Manturuk, Andrew R. Payton y Ashleigh Smith Powers (ahora profesor asistente de ciencias políticas y psicología en Millsaps College).
El estudio aborda lo que denomina un «serio desafío a la teoría y la práctica democrática, que se produce cuando los ciudadanos con información incorrecta no pueden formar preferencias adecuadas ni evaluar las preferencias de los demás».
Una de las «falsas creencias» más curiosas de la elección presidencial de 2004, dicen los autores, era una creencia fuerte y resistente, entre muchos estadounidenses, de que Saddam Hussein estaba vinculado a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Hoffman dice que en el transcurso de la campaña presidencial del 2004, varias encuestas muestran que la mayoría de los encuestados creía que Saddam Hussein era o bien parcialemte, o bien en gran parte, responsable de los ataques; un porcentaje que se redujo muy lentamente, por debajo del 50 por ciento, hacia finales de 2003.
«Esta percepción errónea de que Hussein era responsable de los ataques terroristas a las Torres Gemelas son muy persistentes, a pesar de toda la evidencia que indica que no existía vínculo», dice Hoffman.
El equipo del estudio utilizó una técnica llamada «entrevistas desafío» en una muestra de votantes que dijeron creer que había un vínculo entre Saddam y el 11 de septiembre. Los investigadores presentaron la evidencia disponible sobre la relación, junto con la evidencia de que no existía ningún vínculo, y luego impulsaron a los encuestados a justificar su opinión sobre el asunto. En todos, excepto uno de los encuestados, la abrumadora evidencia de que no existía ningún vínculo no hizo ningún impacto en sus argumentos en apoyo de la conexión.
Un patrón inesperado que surgió de las diferentes justificaciones que ofrecieron los sujetos para seguir creyendo en la validez de la relación fue que eso ayudó a los ciudadanos a darse cuenta de lo decidida que estaba la Administración Bush de ir a la guerra contra Irak.
«Nos referimos a esto como «justificación inferida», dice Hoffman, «porque para esos votantes, el simple hecho de que ya estábamos metidos en una guerra llevó a la falacia de buscar una justificación de esa guerra». «Básicamente, la gente estaba fabricando justificaciones para el hecho de que estábamos en guerra», dice.
«Una de las cosas que es realmente interesante acerca de esto, tanto desde la perspectiva de los patrones de votación como de la teoría democrática más general», dice Hoffman, «es que no encontramos que las personas fueron engañados por una campaña de insinuaciones, sino más bien que fueron activamente a la construcción de vínculos y justificaciones que no existían.
«Ellos querían creer en el vínculo», dice, «porque les ayudó a dar sentido a su realidad. Por lo tanto, la capacidad de los votantes para desarrollar racionalizaciones elaboradas sobre la base de información errónea, pensemos que esto es bueno o pensemos que es malo para la práctica democrática, al menos demuestra una impresionante forma de creatividad».
La Universidad de Buffalo es una intitución de investigación pública intensiva de primera línea, una institución insignia en la Universidad Estatal de Nueva York y posee el sistema de campus más grande y más completo. Más de 28.000 estudiantes de la UB avanzan en sus intereses académicos con más de 300 programas universitarios, de posgrado y de grado profesional. Fundada en 1846, la Universidad de Buffalo es un miembro de la Asociación de Universidades de Norteamérica.
Fuente: Universidad de Buffalo. Aportado por Eduardo J. Carletti
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