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Bizarros gusanos de los huesos emiten ácido para comerse los esqueletos de las ballenas

Recién en los últimos 12 años los biólogos marinos han logrado comprender las características reveladoras de los desconcertantes gusanos marinos que viven y prosperan en los huesos de los cadáveres de las ballenas

Con cada nuevo estudio, los científicos han desarrollado una mejor comprensión de la biología del Osedax, un género sin boca ni agallas de «gusanos de hueso» que viven de los esqueletos que yacen en el fondo marino. En el más reciente hallazgo, los científicos del Instituto Scripps de Oceanografía en la Universidad de California en San Diego describen cómo estos manojos de gusanos son capaces de llevar a cabo sus actividades de perforación de los huesos. Como se publicó en la edición en línea del 1 de mayo de las Actas de la Royal Society B (Ciencias Biológicas), Martín Tresguerres, Sigrid Katz y Greg Rouse de Scripps dan detalles de cómo los Osedax excretan un ácido capaz de disolver los huesos para poder entrar hasta los nutrientes dentro de los huesos de ballena.

«Se supone que el ácido permite a los gusanos liberar y absorber el colágeno y los lípidos que se encuentran atrapados en el hueso», dice Tresguerres. «Este modelo es muy similar a cómo los mamíferos reparan y remodelan sus huesos, sin embargo Osedax secreta ácido para disolver el exterior del hueso y acceder a los alimentos.»


Arriba: Vista exterior de una muestra de Osedax. Abajo: etiquetado fluorescente de la enzima de secreción del ácido (verde) y los núcleos celulares (azul). Crédito: Greg Rouse, Martin Tresguerres, Sigrid Katz

En su informe, los científicos describen un proceso con el cual los gusanos utilizan una «bomba de protones» para secretar ácido en el hueso. Tresguerres dice que existen enzimas secretoras de ácido similares en todos los otros organismos, tales como en los riñones humanos para manejar las funciones relativas a la sangre y orina.

Debido a que carecen de boca, los gusanos óseos deben utilizar un método alternativo de consumir los nutrientes de los huesos de ballena. Las bacterias que viven en simbiosis dentro de los gusanos están involucradas en este proceso, sin embargo, no se entiende todavía por completo el mecanismo exacto. Cierta evidencia sugiere que las bacterias simbióticas metabolizan el colágeno derivado del hueso en otros diversos compuestos orgánicos, y que los gusanos posteriormente digieren las bacterias para su propia nutrición.

«La simbiosis de Osedax demuestra que la nutrición es mucho más diversa de lo que imaginábamos, y nuestros resultados son un paso más cerca de desenmarañar la relación especial entre el gusano y sus bacterias», dijo Katz, investigador postdoctoral Scripps.

Un estudio del 2011, dirigido por Rouse, descubrió que los gusanos de hueso, que más que nada se han encontrado adjuntos a los esqueletos de las ballenas, son capaces de ganarse la vida en otros huesos, incluso de peces. Esta conclusión apoya la hipótesis de que el estilo de alimentarse de huesos de los Osedax puede haber evolucionado hace millones de años, incluso antes de los albores de los mamíferos marinos.

Para seguir aprendiendo más sobre los gusanos de hueso, los científicos planean colaborar con sus colegas en el Instituto de Investigación del Acuario de Monterey Bay, en los próximos meses, para recoger y estudiar muestras de hueso adicionales con muestras de gusanos vivos. También planean mantener Osedax vivos en el acuario en Scripps para estudiar su fisiología.

«Determinar cómo Osedax se mete en los huesos fue el primer desafío en la comprensión de la nutrición de estos animales extraños», dijo Rouse. «Ahora nos gustaría entender cómo se transportan y utilizan los nutrientes que se han descubierto.»

Fuente: Physorg. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Museo encuentra pruebas del exótico «gato grande» que vivía en el campo británico hace un siglo

El descubrimiento de un animal misterioso en el almacén subterráneo de un museo demuestra que un «gato grande» no nativo merodeaba la campiña británica a finales del siglo pasado

El esqueleto del animal con su piel montada fueron analizados por un equipo multidisciplinario de científicos de la Universidad de Durham y compañeros investigadores de Bristol, Southampton y las universidades de Aberystwyth, y se encontró que es un lince canadiense, un depredador carnívoro de más de dos veces el tamaño de un gato doméstico.

La investigación, publicada hoy en la revista académica Historical Biology, establece a este animal como el primer ejemplo de un «gato grande extranjero» generalizado en el campo británico.

El equipo de investigadores dicen que esto es una prueba más para desacreditar la hipótesis popular de que los gatos salvajes entraron en la campiña británica luego de la introducción de la Ley de Fauna Silvestre de 1976. La ley se introdujo para hacer frente a la creciente moda de poseer animales domésticos exóticos, y potencialmente peligrosos.

Los académicos creen que estos salvajes «gatos grandes británicos», como se les conoce, pueden haber vivido en la naturaleza mucho antes, debido a fugas y por su liberación, incluso deliberada. No hay evidencia de que estos animales hayan sido capaces de reproducirse en la naturaleza.

El estudio del lince canadiense, redescubierto por el miembro del equipo de investigación Max Blake entre los cientos de miles de ejemplares en el Bristol Museum and Art Gallery, detalla registros desenterrados en el museo, que mostraron que el animal había sido originalmente mal etiquetado por los curadores de estilo eduardiano en 1903 como un lince (europeo), un pariente cercano del lince canadiense.

Los registros también muestran que el lince fue baleado por un terrateniente en la campiña de Devon, en el año 1900, después de que el animal que mató a dos perros.

«Este lince salvaje edwardiano ofrece pruebas concretas de que, aún siendo raros, felinos exóticos fueron en ocasiones parte de la fauna británica durante más de un siglo», dijo el investigador principal, el Dr. Ross Barnett, del Departamento de Arqueología de la Universidad de Durham.

«Los restos del animal son importantes al representar el primer gato grande histórico de Gran Bretaña.»

El co-autor Dr. Darren Naish, de la Universidad de Southampton, añadió: «Hubieron bastantes avistamientos de grandes felinos exóticos que, sustancialmente, son anteriores a 1976, como para poner en duda la idea de que un único texto legislativo realizado en 1976 explica todas las liberaciones de estos animales en el Reino Unido.

«Parece más probable que se han producido escapes y liberaciones a lo largo de la historia, y que esta presencia continua de extraños explica el fenómeno del «gato grande británico.»

Los investigadores señalan en su artículo que existían linces de Eurasia en la naturaleza en Gran Bretaña hace muchos cientos de años, pero es casi seguro que se habían extinguido en el siglo séptimo. Los análisis de laboratorio de los huesos y los dientes del espécimen de Bristol establecieron que se había mantenido en cautiverio el tiempo suficiente para desarrollar una severa pérdida de dientes y placa antes de que se escapara o fue dejado deliberadamente en la naturaleza. El análisis de ADN del antiguo pelo del lince no fueron concluyentes, posiblemente debido a los productos químicos que fueron aplicados a la piel durante la taxidermia.

Julie Finch, jefe de Museos, Galerías y Archivos de Bristol, dijo: «Bristol Museum, Galleries and Archives se complace en ser parte de esta investigación pionera, que no sólo pone de relieve la importancia de las colecciones científicas, establece el pedigré de nuestro lince de 100 años de antigüedad, y aporta a nuestro conocimiento y comprensión de los «gatos grandes» en el Reino Unido.

«Nuestras colecciones son amplias y su cuidado requiere de habilidades considerables de nuestros empleados en las colecciones. Tenemos una impresionante colección de animales disecados en exhibición e invitamos a los visitantes del museo a venir, echar un vistazo más de cerca y descubrir más sobre el mundo natural .»

El Dr. Greger Larson, un miembro del equipo de investigación de la Universidad de Durham y un experto en la migración de los animales, dijo: «Cada cierto tiempo hay otra afirmación de que grandes felinos salvajes vivien en Gran Bretaña, no se han fundamento ninguna de estas afirmaciones. Parece que los grandes felinos son a Inglaterra lo que el monstruo del Lago Ness es a Escocia.

«Aplicando una metodología científica sólida, este estudio demuestra de manera concluyente que al menos un gato grande deambulaba por Bretaña ya en la época eduardiana, y sugiere que las denuncias adicionales han de ser sometidas a este nivel de escrutinio.»

El lince está ahora en exhibición pública en el Museo de Bristol.

Fuente: Science Daily. Aportado por Eduardo J. Carletti

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Estudian qué animales pueden transmitir enfermedades al hombre

Utilizando herramientas matemáticas similares a las que se emplean en el estudio de redes sociales, un equipo internacional de investigadores ha detectado qué especies animales pueden ser transmisores de enfermedades. El trabajo podría ser un importante hallazgo para predecir qué animales tienen más probabilidad de ser el origen de futuras pandemias

Científicos españoles y estadounidenses han logrado identificar cuáles son los animales que más enfermedades pueden transmitir a los humanos utilizando herramientas matemáticas similares a las que se emplean en el estudio de redes sociales como Facebook o Twitter.

La investigación, que se publica en el último número de la prestigiosa revista PNAS, describe cómo reaccionan los primates con sus parásitos, que transmiten al hombre enfermedades como la malaria, la fiebre amarilla o el sida, y propone un criterio de identificación de agentes transmisores de enfermedades, basado en métricas de redes complejas similares a las usadas para estudiar las redes sociales.

Además, el nuevo trabajo liderado por José María Gómez, profesor del departamento de Ecología de la Universidad de Granada, y en el que también participan la Universidad de Cambridge (EE UU) y el Centro de Investigaciones sobre Desertificación de Valencia (CSIC) podría servir para predecir qué especies animales tienen más probabilidad de ser el origen de futuras pandemias.

Como explica Gómez, “la mayoría de las enfermedades emergentes en humanos son zoonóticas, es decir, son transmitidas al ser humano por los animales. Poder identificar con suficiente antelación aquellas especies animales con alto riesgo de convertirse en potentes transmisores de enfermedades emergentes es vital para el desarrollo de campañas de control y vigilancia de dichas enfermedades”.

Estudio con 150 especies de primates

Para llevar a cabo el estudio, los científicos construyeron una red donde cada nodo era una de las aproximadamente 150 especies de primates no humanos para las que hay suficiente información sobre su fauna parasitaria.

“Cada especie de primate se conectaba con el resto en función del número de parásitos que compartían. Una vez construida, examinamos la posición de cada primate en dicha red, central o periférica. Un primate es central en la red cuando está conectado de forma intensa con muchos otros primates que, a su vez, están muy conectados”, apunta el investigador.

En el artículo publicado en PNAS, los autores han descubierto que lo primates más centrales estarían más capacitados para transmitir parásitos a otras especies, y por ende al ser humano, que los demás. “Esto es análogo a la idea, en redes sociales, de páginas web que por ser centrales y estar vinculadas a muchas otras páginas, distribuyen su información a todos los confines de la red”, apunta Gómez.

Los investigadores han confirmado su hipótesis relacionando el valor de centralidad obtenido para cada primate con el número de patógenos emergentes compartidos con el ser humano. Y, efectivamente, encontraron que los primates más centrales eran aquellos que comparten con el ser humano más patógenos emergentes.

En definitiva, este estudio propone un criterio sencillo para detectar potenciales agentes zoonóticos transmisores de enfermedades emergentes a humanos: la centralidad de dichos agentes en las redes de interacciones que mantienen con sus parásitos.

“La única información necesaria para construir dichas redes es la diversidad y tipo de parásitos alojados en cada hospedador, una información que está ya disponible para muchos organismos zoonóticos. Por este motivo, pensamos que nuestra aproximación será útil para el desarrollo de planes de vigilancia temprana de las enfermedades emergentes en humanos”, concluye Gómez.

Referencia bibliográfica: José M. Gómez, Charles L. Nunn y Miguel Verdú. “Centrality in primate-parasite networks reveals the potential for the transmission of emerging infectious diseases to humans«.

Fuente: Sinc. Aportado por Eduardo J. Carletti

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