Hace un par de semanas me llegó un relato corto de un adolescente. El relato no está para publicar pero me puse a pensar —siempre bajo la perspectiva de que Axxón sirva de estímulo para autores no publicados— que hacer una selección de relatos de jóvenes de menos de 18 años podría ser interesante. No estoy seguro de que existan tantos lectores de Axxón de menos de 18 años (y además con deseos de escribir) pero estoy seguro de que leerlos podría darnos una visión de lo que piensan los jóvenes (cosa difícil si las hay). Es costumbre de todos los lectores de ciencia ficción reflexionar sobre lo que el futuro nos depara. Inmediatamente surge la pregunta: ¿cómo será la gente que viva dentro de unos veinte años? Para responder esta pregunta es necesario saber de los jóvenes de ahora. Si logramos juntar un grupo interesante de relatos los publicaremos todos juntos. Así pues, también a los relatos de menores de 18 años tienen un lugar en Axxón que los está esperando. Envíen sus relatos.
A través de las cartas de los lectores me doy cuenta de que nuestra sección de correo tiene seguidores casi compulsivos. Elegir las cartas, que como saben no son pocas, lleva su tiempo; tiempo que preferimos dedicar a mejorar el material de la revista. De todos modos (no desesperen) trataremos de tener la sección de correo por lo menos en una de cada dos Axxones.
Cambiando un poco de tema. Tuve la oportunidad de viajar a Paraguay durante la semana pasada. No puedo dejar de comentar algunas de las impresiones que recibí en ese país. Como era de esperar todas las necesidades básicas son más baratas, aunque los sueldos son claramente menores, mi impresión es que vivir en Paraguay es más fácil salvo por un pequeño detalle: la cultura. Para mí es claro que el acceso a la cultura es una necesidad básica y un derecho de cualquier persona. Los libros, los conciertos son increíblemente caros, más que en Buenos Aires. No conozco los costos para acceder a la cultura de otros países de Sudamérica pero intuyo que padecerán del mismo problema. Inmediatamente no puedo dejar de preguntarme a quién le conviene y la respuesta me surge espontáneamente: a un grupo pequeño que desea que la gente sea fácilmente manipulable. Se me hizo evidente que lo mismo sucede en la Argentina con otros matices tal vez un poco más sutiles. Pensando nuevamente en el futuro, Internet parece ser una vía de escape, una respuesta que se hace escuchar cada vez más fuerte.
¡Disfruten de la revista!
Aníbal Gómez de la Fuente