En los textos sagrados, además de verdades profundas, sabiduría, mística y religión, también podemos encontrar algunas de las mejores muestras de fantasía.
UNA VEZ MÁS, estoy aquí para presentarles un cuento fantástico, y perorar sobre temas relacionados con él.
En este caso, se trata de un cuento del español Rafael Marín. Y versa sobre una tradición cuyo origen está en la Biblia.
La Biblia es un texto sagrado para judíos y cristianos. Su nombre griego indica que es no sólo un libro, sino un conjunto de libros. De hecho es un conjunto sumamente diverso, en el que se reúnen textos de estilo muy diverso, escritos en épocas diferentes y por gente muy distinta. Según la tradición religiosa, todos ellos inspirados por Dios; pero esto, evidentemente, no les impidió poner su estilo personal en la Escritura.
Mi propósito es considerar justamente el aspecto literario de estos textos, dejando de lado el religioso. Y por supuesto, dentro de ese material literario encontraremos mucho de fantástico.
A lo largo de ella encontramos la narración mitológica del comienzo del mundo, hallaremos poesía en los salmos, encontraremos narraciones legendarias de sucesos históricos, narraciones épicas de batallas en las que Dios interviene de un modo u otro, como cuando detuvo el sol durante un día, o cuando hizo derribar con trompetas angélicas los muros de una ciudad sitiada. Luego tenemos los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles, con narraciones de milagros y grandes actos, y terminamos con otra narración mitológica o alegórica sobre el Fin del Mundo. Así, se describe en ella todo el ciclo de nuestro Mundo.
Es un libro de imágenes muy fuertes, como por ejemplo las siete plagas de Egipto, o la transformación en sal de la mujer de Lot. Es un libro de grandes dramas humanos. Es un libro profundamente simbólico y alegórico. De hecho, ha sido y es fuente de controversia cómo interpretarlo; hasta dónde es alegórico y hasta dónde se puede tomar literalmente. Pero lo que es indiscutible es que muchas leyendas y mitos de enorme difusión se encuentran expresados allí. Algunos de ellos tienen su origen en la Biblia, otros son mucho más antiguos que ella (como el mito del Diluvio Universal, del que ya hablamos una vez y vimos compartido por muchos pueblos antiguos, o los mitos de creación del mundo y el hombre).
Quiero aclarar antes de seguir que esto no es privativo de la Biblia. Los textos religiosos en general suelen tener algo de esto. Supongo que el Corán incluye grandes textos fantásticos, y sé que el Popol Vuh, el Ramayana y libros de otras religiones también hablan sobre mundos fantásticos, en los que aparecen dioses y héroes, o los orígenes de nuestro Mundo.
Es lógico, ya que la religión debe dar respuestas a las grandes preguntas sobre cómo empezó el mundo, y por qué es cómo es. También debe contarnos sobre los seres superiores, para poder dar enseñanza moral. Y todo esto, al no tener un fundamento científico, ni contacto con nuestra realidad cotidiana, sólo puede resolverse en el terreno fantástico.
La Biblia no sólo contiene muchos textos fantásticos, sino que también ha servido de inspiración para muchos autores. El tema religioso en general es importante en muchos autores, por las razones antes mencionadas. Por ejemplo, tenemos al famoso mormón Orson Scott Card, cuyo tratamiento de la moral y religión en sus novelas es imposible ignorar. Asimov y Clarke también han tratado el tema religioso en uno u otro momento, por ejemplo La Ultima Pregunta o Los nueve billones de nombres de Dios, que si bien son obras menores, reflejan una preocupación que muchos han compartido. Es caro a la ciencia ficción el tema del principio y el fin del Universo.
La cantidad de sátiras sobre temas y leyendas bíblicas también es impresionante. Desde La Vida de Brian, hasta el capítulo de Los Simpson en que Bart representa a David contra Goliat (II), entre otras viñetas bíblicas. Esto es lógico también porque forma una parte muy importante de nuestra tradición cultural. Desde muy pequeños estamos en contacto con ese material, al menos a nivel de leyenda o cuento. No importa el sentimiento religioso, todos los chicos saben que Moisés separó las aguas de un mar (como demostró Disney en El Príncipe de Egipto) o que Eva se comió una manzana, y por eso expulsaron al hombre del Paraíso. Es un material muy enraizado en el imaginario colectivo, y por eso es referencia muy frecuente. Recuerdo que en un taller literario hemos comentado que todo autor tiene un cuento sobre la expulsión del paraíso en algún cajón, y es muy probable que esa exageración tenga un gran fondo de verdad. Y no es el único tema frecuentado. Cada figura bíblica tiene alguna obra literaria basada en él, al menos. De hecho, uno de mis amigos está escribiendo una novela (tragicómica) sobre Matusalén.
Dentro de los temas bíblicos, Marín nos trae uno de los más antiguos. Para mí es un tema muy fuerte también, que tienen mucho que ver con el albedrío y las decisiones de los hombres. Es el tema de Caín. Caín mató a su hermano Abel, y siempre el hombre mata a su hermano. Puede verse como una alegoría de las guerras perpetuas en que se sumerge el hombre, puede considerarse una alegoría de la lucha del hombre contra los aspectos más violentos de sí mismo, con el castigo de la conciencia. Seguramente hay muchas visiones posibles, pero no cabe duda de que es un Gran Tema, uno que toca a cualquier hombre de cerca.
Y eso le da mucha fuerza dramática y literaria también. Rafael le da un giro muy peculiar (y fantástico) a la cuestión, que no les quiero anticipar, pero que tiene mucho que ver también con el tema de la inmortalidad.
Es curioso que al pensar en Caín, uno rara vez lo considera inmortal. Sin embargo, en la literatura aparece frecuentemente así, tal vez por el atractivo de la inmortalidad. Recuerdo los impresionantes caínitas de Demián (de Herman Hesse). En el juego de Vampiros de la Mascarada, basado en las novelas de Anne Rice sobre vampiros, hacen que Caín sea el origen de la estirpe de los vampiros, el más antiguo y el primero. Y sería curioso pensar cómo podría llegar Caín a vivir hasta nuestros días. Esto lo pondría a la altura de otro mito de raíz bíblica, el del Judío errante. ¿Se imaginan un encuentro de estos personajes?
Bueno, creo que es bastante como comentario introductorio. Los dejo con el cuento de Marín.