La nave de la NASA ha enviado miles de fotografías de alta definición. Las mediciones llevadas a cabo están permitiendo investigar su origen. Su superficie no es tan parecida a la de la Luna, como se pensaba
El planeta más cercano al Sol está lleno de sorpresas. Los datos recopilados por la sonda Messenger durante los tres meses en los que ha estado orbitando Mercurio están echando por tierra algunas de las teorías formuladas sobre este planeta en los últimos años y verificando otras.
Tras un largo de viaje de casi seis años, la sonda de la NASA entró en la órbita de Mercurio el pasado 18 de marzo, convirtiéndose en la nave que más se ha acercado a este planeta (se ha situado a unos 200 kilómetros).
Las miles de nítidas fotografías y las mediciones que ha proporcionado están permitiendo a los científicos investigar el origen del planeta y su historia geológica. Las únicas imágenes disponibles hasta ahora sobre Mercurio, el segundo planeta más pequeño del Sistema Solar, tenían una resolución mucho más baja.
Mapa topográfico
Por ejemplo, los mapas topográficos del planeta y las mediciones de su campo magnético (uno de los principales objetivos de la misión) están revelando nuevas claves para entender los procesos dinámicos que se producen en el interior del planeta, según ha informado la NASA. Los científicos han averiguado que la explosión de partículas de energía en la magnetosfera de Mercurio son el resultado de la interacción entre el campo magnético del planeta con el viento solar.
La sonda Mariner 10, que sobrevoló el planeta por primera vez en 1974, fue la primera en detectar estos estallidos de partículas. Las imágenes que mandó esta nave mostraron un planeta con una superficie llena de cráteres que recordaba a la Luna.
El mapa topográfico elaborado a partir de las imágenes de Messenger muestra, por ejemplo, que el polo norte de Mercurio es una extensa zona con pequeñas elevaciones que no superan los 9 kilómetros de altura.
Sorpresas y teorías confirmadas
Sean Solomon, autor principal de este estudio, explica que, por primera vez, están logrando obtener una perspectiva global de la naturaleza y de los procesos que se desarrollan en Mercurio: «Muchas de las ideas que teníamos están siendo sustituidas por otras a medida que realizamos nuevas observaciones», afirma el investigador de la Institución Carnegie de Washington en la página web de la NASA.
Sin embargo, no todo han sido sorpresas. Las observaciones de Messenger también han permitido confirmar algunas teorías elaboradas a partir de los datos obtenidos por telescopios terrestres, a pesar de que su cercanía con el Sol dificulta la observación de Mercurio desde nuestro planeta.
Por ejemplo, se han detectado importantes cantidades de azufre en la superficie de Mercurio. Su presencia ya había sido sugerida tras las observaciones realizadas desde la Tierra. Según la NASA, el hallazgo sugiere que su origen pudo ser distinto al de otros planetas similares a la Tierra y a la Luna. Asimismo, creen que los gases ricos en azufre pudieron haber contribuido a que en el pasado hubiese una gran actividad volcánica explosiva. Los científicos creen que este intenso vulcanismo modeló la superficie del planeta.
Hasta ahora, los científicos pensaban que la historia de la formación de este planeta era parecida a la de la Tierra. Según sus cálculos, Mercurio se originó hace unos 4.500 millones de años.
Debido a su proximidad con el astro rey, el planeta alcanza temperaturas que superan los 400º C. Su tenue atmósfera no retiene el calor, por lo que las temperaturas nocturnas pueden caer hasta los 170º bajo cero.
Hielo en Mercurio
Por lo que respecta a la presencia de agua en el planeta, los cráteres observados en imágenes hace años hicieron pensar a los científicos que podría tratarse de depósitos de agua helada. Asimismo, especularon con la posibilidad de que hubiera más hielo cerca de los dos polos. Messenger está midiendo la profundidad de los cráteres situados cerca del polo norte para verificar esta teoría.
Los datos recopilados hasta ahora muestran que los cráteres en los que se encuentran estos depósitos parecen ser lo suficientemente profundos como para confirmar la idea de que están en zonas permanentemente en sombra. Sin embargo, la NASA explica que aún no disponen de datos suficientes como para confirmar la presencia de agua en este planeta.
El estudio de las características de Mercurio servirá también para obtener nuevos datos que expliquen cómo se formaron los planetas rocosos similares a la Tierra. La misión de la sonda Messenger continúa, así que los científicos están convencidos de que durante los próximos tres años habrá nuevas sorpresas.
Fuente: El Mundo. Aportado por Eduardo J. Carletti
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