Los cometas están formados por hielo y son frágiles. Suelen pasar gran parte del tiempo orbitando las oscuras lejanías del Sistema Solar, a salvo de los rayos destructivos de la potente luz solar. El frío más intenso es su hábitat natural
El pasado mes de noviembre, el astrónomo aficionado Terry Lovejoy descubrió un tipo diferente de cometa. La bola suave de hielo que observó en el cielo, desde el observatorio de su patio trasero en Australia, se dirigía casi directamente hacia el Sol. El 16 de diciembre, menos de tres semanas después de ser encontrado, el cometa Lovejoy se escabulló a través de la atmósfera del Sol a sólo 120.000 km por encima de la superficie estelar.
Los astrónomos pronto se dieron cuenta del hecho sorprendente: Al cometa Lovejoy le gusta lo caliente.
«Terry encontró un cometa rasante del Sol», dice Karl Battams del Laboratorio de Investigaciones Navales (Naval Research Lab, en idioma inglés), ubicado en Washington DC. «Estimamos que su núcleo tenía una extensión de aproximadamente dos canchas de fútbol (el cometa más grande de su tipo en cerca de 40 años)».
Los cometas rasantes del Sol (sungrazers, en idioma inglés) no son algo nuevo. De hecho, cada pocos días, el Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO, por su sigla en idioma inglés), que se encuentra en órbita, observa una caída hacia el Sol y su posterior evaporación. Estos cometas kamikaze son frecuentes y se los conoce como los «cometas rasantes del Sol de tipo Kreutz» (Kreutz sungrazers, en idioma inglés); se piensa que son pedazos de un cometa gigante que se partió hace cientos de años. Generalmente miden cerca de 10 metros de diámetro, y son pequeños, frágiles y fáciles de evaporar por el calor solar.
Tomando como base su órbita, el cometa Lovejoy era seguramente un miembro de la misma familia, excepto que tenía más de 200 metros de extensión en lugar de los usuales 10 metros. Los astrónomos estaban ansiosos por ver la desintegración de ese «gordito». Incluso con su peso extra, no había dudas de que sería destruido.
De todos modos, cuando llegó el 16 de diciembre, «El cometa Lovejoy nos impresionó a todos», dice Battams. Sobrevivió, e incluso prosperó.
Imágenes proporcionadas por el Observatorio de Dinámica Solar (Solar Dynamics Observatory, en idioma inglés), de la NASA, mostraron al cometa evaporándose furiosamente conforme ingresaba en la atmósfera del Sol (aparentemente, al filo de la destrucción). No obstante, el cometa Lovejoy permaneció intacto al salir por el otro lado. El cometa perdió su cola durante el rudo tránsito, lo que constituyó un contratiempo temporario. En el transcurso de algunas horas, la cola le creció de nuevo, más grande y brillante que antes.
«Es honesto decir que estábamos atónitos», dice Matthew Knight, quien trabaja para el Observatorio Lowell (Lowell Observatory, en idioma inglés), y también para el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins (Johns Hopkins Applied Physics Lab, en idioma inglés). «El cometa Lovejoy debió de haber sido mucho más grande de lo que pensábamos; tal vez de unos 500 metros de ancho».
Esto lo convertiría en el más grande de los cometas rasantes del Sol desde que se observó al cometa Ikeya-Seka, hace casi 40 años. Con una cola que se extendía a través de la mitad del cielo, Ikeya-Seka en verdad fue visible a plena luz del día, justo después de pasar a través de la atmósfera del Sol, en octubre de 1965. En Japón, donde los observadores descubrieron al sobrecalentado cometa a sólo 1/2 grado del Sol, lo describieron como 10 veces más brillante que la Luna llena.
El cometa Lovejoy no fue tan brillante, pero aun así fue impresionante. Sólo algunos días después de dejar el Sol, el cometa se pudo ver en el cielo matutino del hemisferio sur. Los observadores en Australia, América del Sur, Sudáfrica y Nueva Zelanda lo compararon con un reflector que brillaba desde el Este poco antes de amanecer. La cola se alineaba paralela a la Vía Láctea y, por unos pocos días, pareció que vivíamos en una galaxia de doble piso.
Los astronautas que se encontraban a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI, por su sigla en idioma español) también presenciaron el avistamiento del cometa. El comandante de la EEI, Dan Burbank, quien ha visto muchas maravillas (una vez voló directamente a través de la aurora boreal a bordo del transbordador espacial), declaró sobre el cometa Lovejoy: «Es la cosa más impresionante que he visto en el espacio».
Un ejército de sondas espaciales (que incluyen a: SOHO, el Observatorio de Dinámica Solar, las sondas gemelas STEREO, de la NASA, la sonda espacial Hinode, de Japón y el microsatélite europeo Proba2) grabó el histórico evento.
«Hemos recolectado una montaña de datos», dice Knight. «Pero hay algunas cosas que todavía resultan difíciles de explicar».
Por ejemplo, ¿Qué hizo que la cola del cometa Lovejoy se moviera tan enérgicamente cuando ingresó en la corona solar? Tal vez se encontraba a merced del potente campo magnético del Sol.
¿Qué provocó que el cometa Lovejoy perdiera su cola adentro de la atmósfera del Sol; y que después la recuperara? «Este es uno de los grandes misterios para mí», dice Battams.
Y luego tenemos el enigma existencial final: ¿Cómo pudo sobrevivir el cometa Lovejoy?
En el transcurso del mes de enero, el «cometa al que le gusta lo caliente» está regresando a las afueras del Sistema Solar, todavía intacto, y deja muchos misterios detrás. «Regresará en unos 600 años», dice Knight. «Tal vez para entonces tendremos las respuestas».
Créditos y Contactos:
Autor: Dr. Tony Phillips
Funcionaria Responsable de NASA: Ruth Netting
Editor de Producción: Dr. Tony Phillips
Traducción al Español: Juana Leticia Rivera
Editora en Español: Angela Atadía de Borghetti
Formato: Juana Leticia Rivera
Fuente: NASA. Aportado por Eduardo J. Carletti
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